Guillermo Miró. Ingeniero Industrial.
Hola a todos. Cierto es, y muchas veces lo hemos observado en estas columnas, la importancia que la tecnología, y en el especial la informática, ha tomado para una parte de la humanidad en las últimas décadas. En el primer mundo, cada día que pasa estamos más conectados a estos artilugios. Así que, cuando escuché acerca de esta iniciativa, me gustaron muchas de las ideas del proyecto. Es tan fácil como decir: ¿Por qué no utilizamos la tecnología más moderna para intentar dar una oportunidad a la gente que no la ha podido aprender y de paso que se lleven cosas útiles?
Así nace ThinkBit. Un equipo de jóvenes han creado una ONG que utiliza proyectos de hardware abierto, es decir pequeños dispositivos similares a ordenadores diseñados colaborativamente y con un coste muy bajo (algunos nombres son Arduino o RaspBerry Pi), para mejorar las perspectivas de futuro de jóvenes adolescentes por medio del aprendizaje de disciplinas como la robótica, la electrónica y la programación, herramientas que les pueden ser provechosas en el futuro. Trabajan con adolescentes en zonas periféricas de Madrid con una metodología completamente basada el modelo edupunk, movimiento educativo aparecido a través de Internet que trata de motivar sin necesidad de clases estructuradas, fomentando decididamente el “Hazlo Tu Mismo” y el espíritu colaborativo, proponiendo retos conjuntos a toda la clase.
Esto se lleva a la realidad mediante, en primer lugar, el kit de hardware de muy bajo coste que se regala a los alumnos, que contiene un dispositivo Arduino Uno y un conjunto de componentes y sensores suficientes para llevar a cabo varios montajes. Segundo, se facilita el acceso a un ordenador a aquellos alumnos que no lo tienen, mediante la instalación de ordenadores donados en aulas que les ceden en los institutos a los que acuden los alumnos. Tras una breve sesión introductoria, cada semana se publica una práctica en la página de ThinkBit con explicaciones detalladas, e ilustrada con fotografías y vídeo, y un reto que deben intentar llevar a cabo los alumnos de manera independiente, y que contiene además un desafío adicional. Los alumnos envían preguntas y vídeos hechos con sus móviles, y entran en sorteos de smartphones y de componentes adicionales que les permiten llevar a cabo otros montajes y proyectos.
Los resultados, por el momento, son sorprendentes: alumnos en riesgo de fracaso escolar, de repente aparecen completamente motivados por este reto, siguiendo las prácticas y pidiendo más, disfrutando de la experiencia mientras se desarrollan en un conjunto de habilidades que bien podrían terminar resultando clave en su futuro.
La exclusión social es uno de los problemas de nuestra sociedad con los que he tratado más de cerca, por lo que esta idea me parece muy buena. La programación es una herramienta demandada por el mercado laboral hoy en día y, en mi modesta opinión, es un conocimiento que no es fácil de acceder y más aún para ciertos rangos de población, por lo que cualquier iniciativa en esta dirección será bienvenida. Como siempre, los comentarios abiertos para sugerencias, críticas, opiniones… Hasta la semana que viene.
