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viernes, 29 de marzo de 2024 | Última actualización: 14:20

Política energética

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Miguel Bataller. Ciudadano del Mundo y Jubilado.

Es una teoría unánimemente aceptada, que cuando un bien se produce en exceso para las necesidades del mercado, automáticamente su precio de venta se deteriora progresivamente.

Los valencianos sufrimos en nuestras propias carnes el problema con el tema de los cítricos, por lo que algo si conocemos.

Pues bien, la insensatez, incapacidad profesional, inmoralidad o torpeza de nuestros políticos ha conseguido desvirtuar una realidad tan incuestionable.

Pensaba yo, llevado de mi ignorancia, que en España teníamos un déficit muy importante en la producción de energía, y por eso las brillantes mentes de nuestros últimos Ministros de Industria o Gobiernos, hablando en términos generales, determinaron hace años primar las fuentes de energía alternativas, a fin de cubrir las necesidades del mercado.

Nada de eso.

En ningún momento hemos tenido esa necesidad imperiosa.

Y sin embargo, durante la última década se han primado hasta niveles irracionales las instalaciones de energía eólica y solar, pagando unos precios políticos fuera de mercado a las empresas o personas, que decidieran ponerlas en marcha, así como primando las centrales que usaban hulla como combustible, para subvencionar los puestos de trabajo de los mineros.

Ahora resulta que no hacían falta, y que muchas de las plantas energéticas de ciclo combinado están funcionando bajo mínimos.

El coste de producción en estas es sensiblemente inferior al de las energías alternativas que nuestros políticos se empeñaron en potenciar, sin un motivo económico y como consecuencia de esa gestión tan descabellada, al tener que cumplir los compromisos pactados por el Gobierno con los generadores de esas plantas de nueva creación se ha ido creando lo que ellos han definido como un ‘déficit tarifario’ de muchos miles de millones de euros, que cada año se ha ido incrementando indefectiblemente.

España tiene sin duda uno de los precios de energía más caros del mundo, cuando en teoría tendría que ser de las más baratas, al tener sobre producción de la misma, incluso a precios más razonables en costes de producción.

Hasta ahora, ningún Gobierno se había atrevido a ‘ponerle el cascabel al gato de la energía’, ya que el incumplimiento de los contratos y obligaciones contraídas por algunos políticos inconscientes, tenían difícil solución.

Ahora el Ministro de Industria y Energía, Sr. Soria, al menos está intentando  solucionar un problema, que de no abordarlo frontalmente, seguiría sangrando la economía y los bolsillos de la industria y de los españoles en general, de una forma ilógica.

Automáticamente, han saltado a la palestra algunas empresas  suministradoras, para decir que van a tener que cerrar algunas de sus plantas.

Leía yo en prensa del 20 de Febrero unas declaraciones de D. Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, diciendo que “en España el negocio de la generación pierde dinero y que la política energéticas del Gobierno, frena las inversiones”.

Imagino, que querría decir eso, “en caso de llevarse a cabo la nueva política energética diseñada por el Gobierno”, porque en la anterior en ningún caso había sido así, al tener asegurada la venta de toda la energía  a un precio político, que nos era cargado a todos los usuarios.

Si lo he interpretado bien (y no soy un experto) ellos producen toda la energía que pueden y el monto total de ese dinero se divide por el numero de kilowatios consumidos entre todos, dentro de unos parámetros especificados, y a continuación se aplica la simple teoría del “a tanto por uno…..San Bruno”.

Para que los aumentos no fuesen aún mas estratosféricos de lo que lo han sido en estos últimos años, iban subiendo porcentajes excesivos pero tolerables al consumidor, y el resto pasaba a engrosar ese cajón de sastre, que es el ‘déficit tarifario’, que ha ido engordando en progresión geométrica, hasta que el Soria ha llegado a la conclusión de que eso es insoportable, para el Gobierno y para los españoles.

Sánchez Galán explica que “hay plantas de ciclos combinados que llevan meses sin funcionar ni una hora, y eso es algo insostenible”.

Añade que “veremos que centrales son necesarias y acorde a la demanda, y el resto o se congelarán o se paralizarán”.

Nada que objetar a ese razonamiento, pero ¿quien va a tener que hacerse cargo de ese dislate llevado a cabo por anteriores Gobiernos?

¿El Estado o los consumidores?

Hasta ahora hemos corrido los consumidores con todos los sobre costos, a excepción del déficit tarifario, que sigue amontonado en busca de solución.

Pero lo indudable es que alguna solución había que arbitrar, para evitar seguir eternamente con el mismo problema sin solución aparente.

Los responsables de esa aberración en su mayoría están, o han estado, sentados en muchos de los Consejos de Administraciones de esas empresas, y esa es una más de las perversiones de nuestra política energética.

Al menos ahora parece tener visos de estar buscando soluciones, y en el futuro esperemos que el sentido común impere en la toma de decisiones, y paguemos un precio adecuado a los costos de producción de la energía, sin peajes políticos.