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jueves, 18 de abril de 2024 | Última actualización: 23:48

Discriminación, racismo y xenofobia

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Miguel Bataller. Ciudadano del Mundo y Jubilado.

Aunque cualquiera de esos tres conceptos, quizás lo podríamos encontrar en los albores de la humanidad, lo cierto es que sus primeras expresiones históricas a las que tenemos acceso datan del Siglo XV, con la expulsión de los judíos de España.

Aquello en ningún caso se podría considerar xenofobia, ya que los expulsados eran tan españoles como los cristianos, o mozárabes, ni tampoco una discriminación, sino un caso de racismo religioso.

Fue una forma absurda e irracional, de engrosar las arcas de los Reyes Católicos, con las propiedades expropiadas a miles de personas por el simple hecho de tener unas creencias religiosas diferentes, a fin de poder financiar batallas de la última fase de la Reconquista e incluso del posterior Descubrimiento de América.

Se abrió una caja de Pandora, que ha sido explotada de mil maneras, durante el periodo de la Rusia zarista, con los progroms que acabaron con la salida de cientos de miles de judíos hacia otros destinos.

Después, en la fase de dominio del Imperio Otomano sobre los que hoy serían Jordania, Irak e Israel (entonces suelo palestino) entre las décadas de los años veinte y treinta, también allí se generó una fuerte corriente de opinión en contra de ellos, que fueron estableciéndose en esa zona mediante la compra de unos suelos áridos e inhóspitos para ir convirtiéndolos paulatinamente en vergeles agrícolas, lo que trajo consigo un efecto llamada que preocupó seriamente tanto a los lejanos dirigentes turcos, como a los palestinos que veían como día a día aumentaba la población judía y su peso específico económico, cultural y religioso.

Se les persiguió con saña, se incendiaron sus granjas y se asesinaron a muchos colonos, pero acabaron quedándose y creando sus propios cuerpos de defensa como Haganá, hasta que obtuvieron en 1948, el reconocimiento del Estado de Israel.

El caso más terrible y lamentable, para vergüenza de la humanidad, fue el exterminio de judíos llevado a cabo en la Alemania de Hitler a partir de 1939 y durante cinco interminables años, y el pago a esas atrocidades, fue el nacimiento de su Estado.

Personalmente, también yo he sido testigo de casos similares, de otras razas y me viene a la memoria que en los años comprendidos entre 1970 y 1985, en una muy joven Indonesia, cada vez que Sukarno primero o Suharto después, tenían que enfrentarse a situaciones internas difíciles, culpaban de todos sus males a los chinos, que siendo minoritarios en el país, tenían en sus manos las riendas del poder económico y de los recursos naturales, por lo que eran muy frecuentes los ataques e incendios en la zona comercial donde se ubicaba el centro comercial chino en Cajahmada y zonas adyacentes.

En África Negra, son frecuentes los ataques a las iglesias o misiones cristianas, por motivos iguales o parecidos.

Es decir que el racismo o la xenofobia, ha sido una enfermedad que han incubado desde tiempos inmemoriales todos los países, todas las culturas y no pocas religiones.

Y la causa de incontables conflictos bélicos, enfrentamientos irracionales y odios incomprensibles, desde la óptica de hoy.

Pero hoy, Europa está viviendo otro tipo de discriminación.

Y es tan imputable a los que la generan, como a los que la sufren.

Tiene poco de racismo, porque no afecta a una sola raza.

Quizás podría considerarse xenofobia, por afectar a personas que llegan de fuera de España, y no saben, no quieren o no pueden integrarse a nuestra cultura y a nuestras costumbres.

Yo lo llamaría xenofobia religiosa.

Se trata de la antipatía general y los movimientos que aparecen a lo largo y ancho de toda Europa, contra la presencia de millones de musulmanes, llegados tanto de los países mediterráneos del Norte de África, como del mismo corazón del África Negra.

Con los de raza negra, los conflictos se minimizan, porque tienen mucha más capacidad de integración, y raramente tratan de imponer sus costumbres o hábitos culturales y religiosos, en contraposición de los valores occidentales.

Con los musulmanes de la vertiente sur mediterránea, la situación se agrava sensiblemente, por sus dificultades para aceptar que viven en un mundo distinto, con otra cultura, otros valores y un sentido ético y religioso diferente.

Son muchos los que hacen esfuerzos por integrarse, y se comportan ya como europeos, sobre todo los que llevan algunos años, y tienen ya a sus hijos escolarizados aquí, y conocen y aceptan las reglas de conducta europeas.

Pero los radicalmente integristas, se niegan a hacerlo, y por eso los poderes públicos tienen que ser muy cuidadosos, a la vez que exigentes, para que no terminemos siendo nosotros los condicionados de una forma irracional, por sus actitudes.

Y por eso, hago mención a los datos históricos que conozco, para que nos esforcemos todos en poner nuestro granito de arena, para disfrutar de una sana y pacifica convivencia.

Porque si no cambiamos todos un poco, y les hacemos entender de buenas maneras cuales son sus derechos y sus deberes, podemos acabar sentados encima de un barril de pólvora, que podría explotar inesperadamente por cualquier nimiedad.

Espero y deseo que acabemos con la discriminación irracional, con la xenofobia y con el racismo, pero ellos tienen que entender que nos hemos otorgado unos códigos de conducta que tienen que respetar y seguir, si quieren continuar en Europa, y orientar sus vidas aquí, sin crear problemas que no tienen razón de ser.