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jueves, 28 de marzo de 2024 | Última actualización: 19:48

La luz de un ángel

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Rafa Cerdá Torres. Abogado.

Si bien es cierto que la actualidad viene bien pertrechada de noticias, el ritmo de lo candente frena en seco cuando determinados sucesos tienen lugar. Ojalá nunca se produjeran, pero los humanos somos así. Una doble cara. Capaces de crear y compartir, o bien de matar y destruir. Ayer leí la terrible noticia sobre una niña de dos años ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital General de Castellón, a consecuencia de los malos tratos infringidos por su 'padre', un joven de 21 años.

La endémica corrupción política de los partidos, su financiación irregular y los agentes que la promovieron, el secuestro de rehenes extranjeros en una refinería de petróleo en Libia a manos de terroristas de Al Quaeda, el drama del desempleo, la decisión del Tribunal Constitucional de paralizar el pago del euro por receta,....todo se desdibuja delante de la puerta de la UCI de un centro hospitalario. Al otro lado, una niña que apenas ha empezado a vivir, ha sufrido una salvaje agresión por parte de alguien peor que la escoria. Me estremezco imaginando el horror reflejado en los ojos de una pobre niña absolutamente indefensa, viendo como su padre se torna en algo peor que un animal...y sin poder defenderse, ni salir corriendo, ni pedir ayuda, mientras una lluvia de golpes taladra su pequeño cuerpecito. ¿Dónde coño estaba su madre?...

Rezo para que la corta edad de la niña le impida recordar lo que ha pasado, como su papá en lugar de leerle cuentos, acostarla, jugar con ella, enseñarle las primeras palabras, hacerle cosquillas, abrazarla y arroparla a la hora de irse a dormir, se transformó en el ogro, el brujo y el lobo de los cuentos...todo en un mismo aspirante a escoria humana. Ojalá su memoria no se haya desarrollado lo suficiente para retener ni un solo instante de vida al lado de ese miserable, y poco a poco vaya recuperando la salud, y comience a reír de nuevo. Un pequeño angelito lleno de luz.

No conozco su nombre, pero la imagino una niña fuerte, bien agarrada a la vida. Ningún niño o niña debería sufrir nunca ningún tipo de maltrato,  y muchísimo menos a manos de padres o familiares. Del agresor sólo espero que se pudra en una celda por el resto de su vida, y que sepa que no tiene perdón posible. Que nunca vuelva a ver a su hija, y que su existencia caiga en el barranco del olvido más profundo. Sólo merece asco, desprecio y el más absoluto desprecio.

La luz de esta niña no se apagará, comenzará a vivir de nuevo muy pronto. Y ojalá que nunca, nunca, nunca ningún niño o niña pase por el mismo sufrimiento. Con cada maltrato morimos todos.