Los bous al carrer vuelven a llenar nuestras fiestas patronales en honor a la Mare de Déu del Roser, a la que los almassorins procesamos gran devoción y respeto. Quien haya vivido una tarde de toros en nuestra Vila, el corazón de Almassora, sabe que se trata de algo más que una costumbre, ya que es una forma de compartir emociones y de mantener viva una tradición que nos une como pueblo.
Almassora no se entiende sin sus fiestas y sus fiestas no se entienden sin los bous. Como alcaldesa, me siento profundamente orgullosa de todos los que hacen posible que tengamos un cartel taurino como la plaza de primera que somos dentro de los festejos taurinos. De las peñas que se vuelcan, de los vecinos que colaboran, de quienes velan por la seguridad y del público que disfruta con entusiasmo. Gracias a todos ellos, Almassora sigue siendo un referente en la tradición taurina, pero también en la forma responsable y ejemplar de vivirla.
Este año, casi 80 peñas y collas han vuelto a demostrar su implicación y compromiso con la organización de los festejos taurinos. Su esfuerzo, entusiasmo y responsabilidad hacen posible que el cartel taurino luzca con fuerza, con la exhibición de 14 astados que llenan nuestras calles de emoción y de ambiente festivo.
Un ambiente que se respira a diario en el recinto y que pudimos vivir de manera especial este pasado sábado con un vibrante encierro de cerriles de la ganadería cacereña de Zalduendo. Miles de aficionados, muchos de ellos venidos de otros municipios, disfrutaron de una carrera emocionante y limpia.
Hay quienes ven en los toros solo un vestigio del pasado, pero en pueblos como el nuestro son, sobre todo, un espacio de cultura popular. Son una herencia que evoluciona, se adapta y sigue viva porque pertenece a la gente, a la afición. Detrás de cada tarde taurina hay organización, responsabilidad y cumplimiento estricto de la normativa.
La seguridad, el respeto al reglamento y la convivencia son la base sobre la que construimos nuestras celebraciones. En Almassora, las fiestas son sinónimo de hermandad y ese espíritu es el que debe seguir guiando nuestras celebraciones.
Conservar la esencia de nuestras fiestas es también una forma de reafirmar quiénes somos.
Visca la Mare de Déu del Roser!
Visca Almassora!
