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martes, 30 de abril de 2024 | Última actualización: 23:48

La involución socialista

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El trabajo y los esfuerzos deberían permitirnos avanzar y mejorar. Es el objetivo que todos perseguimos desde que somos jóvenes. Estudiar y formarnos para encontrar un empleo que nos permita tener la capacidad económica para elegir, desde la libertad, cuál es nuestro proyecto de vida.

En este camino que todos recorremos las cosas pueden resultar más sencillas o volverse más complicadas. Porque los escenarios en los que crecemos ejercen sobre cada uno de nosotros una evidente influencia.

Hoy el panorama al que nos enfrentamos no facilita las cosas. La electricidad se dispara y los carburantes están por las nubes. La bicicleta o el patinete eléctrico se ha vuelto una opción para muchos, mientras hacer la cesta de la compra nos sale un 12% más caro con una inflación desbocada en esta provincia. Los alquileres han experimentado un incremento récord, y los tipos de interés, para quienes pagamos hipotecas, no paran de subir.

Y todo ello combinado con un empleo que se contrae por políticas como las energéticas que han llevado al cierre de plantas cerámicas en nuestra provincia llevando al ERTE a muchas familias.

En este páramo no hay oportunidad para las rebajas fiscales que ayuden a aliviar a quienes lo pasan mal. Como tampoco hay opción para ayudar a los autónomos, esos que resisten a viento y marea porque sin ingresos no hay vacaciones.

En el PP creemos que incluso en las crisis debemos tener la oportunidad de seguir avanzando. Pero para conseguirlo es necesario arrimar el hombro y trabajar frente a quienes solo saben repartir subvenciones.

Hoy, en mi pueblo, el Centro Sanitario Integrado Pío XII que en 2011 construimos para garantizar la cobertura sanitaria a una localidad de 27.000 habitantes, está prácticamente cerrado. Por el contrario, el centro de salud de la calle San Pedro, obsoleto, limitado y con graves carencias, asume una avalancha de pacientes con unos profesionales agotados.

Hay que caminar para avanzar, no para involucionar. Y estamos preparados para conseguirlo. Porque hay alternativa a políticas que convierten en yerma una tierra que es fértil y próspera. Almassora merece la pena.