Enrique Domínguez. Economista
El tercer trimestre corresponde, generalmente, al periodo de mayor actividad, en la economía castellonense. Este 2020 también lo ha sido, pero de manera distinta a otros años.
La razón es bien clara y todos ustedes la conocen y sufren, la Covid-19. Si, normalmente, el segundo trimestre inicia un cierto repunte de la actividad que comienza, según caiga cada año, en la semana santa, en 2020 hemos estado confinados y sin semanas santas, fiestas locales, comuniones, bodas y demás eventos que animan la actividad económica.
Desde la tercera parte de junio y en el trimestre siguiente estamos en la llamada nueva normalidad y con la esperanza de recuperar una actividad, la turística, que enmarca el ritmo de este tercer trimestre. Lo cierto es que, y no voy a entrar en las posibles razones, la campaña turística no ha sido, ni mucho menos, la esperada.
Esa actividad económica ralentizada, sobre todo la turística, ha originado un incremento del paro registrado entre finales de junio y de septiembre de 3.622 personas mientras en la EPA, que no hay que olvidar que es una encuesta y que pierde cierta representatividad conforme se desciende en el área de estudio, también señala un avance del paro en 2.200 personas en el tercer trimestre respeto al segundo. En cambio,en 2019, sin pandemia, en el tercer trimestre se produjo un retroceso de los parados en 5.100 personas.
Esa mayor actividad se plasma en un aumento del número de los ocupados respecto al segundo trimestre de 6.800 personas, aunque en 2019 en similares periodos se dio un aumento de 12.000 en las personas ocupadas. Sin embargo, la gravedad de la situación se aprecia si tenemos en cuenta que en este tercer trimestre respecto a igual periodo de 2019 se ha registrado un descenso de la ocupación en 5.700 personas, mientras en ese mismo intervalo entre 2019 y 2918 se produjo una subida de los ocupados en 10.900 personas.
Y más curioso es el hecho de que, comparando este trimestre respecto al segundo, se registra una disminución de las personas inactivas de 9.600 mientras la de activos sube en 9.000. ¿Qué ha podido pasar? Una explicación podría ser el hecho de que, al iniciarse el confinamiento en marzo, las personas con contratos fijos pasaron en gran parte a los ertes y a las que tenían un contrato temporal se lo rescindieron.Pero, esos trabajadores no pudieron incorporarse al mercado laboral o figurar como que estaban buscando empleo por el cierre de las oficinas, por lo que, a efectos de la metodología dela EPA, pasaron a ser considerados inactivos. Tras reabrirse las oficinas de empleo, muchos de ellos iniciaron la petición de empleo con lo que se convirtieron en activos para la EPA.
Este hecho lo refleja también la distribución de los parados por sectores respecto al segundo trimestre; se produce un descenso de quinientas personas en agricultura, de setecientas en industria y de 4.900 en servicios, mientras permanece estable en construcción; pero se registra un incremento de 8.400 personas entre las que buscan su primer empleo o han dejado el último.
Se constata, pues, en este tercer trimestre una recuperación de la actividad económica, lógica respecto a los meses precedentes pero que no supone una mejora respecto al año anterior. Y todo ello dentro de un nivel de incertidumbre creciente por cuanto la segunda ola ya está aquí y en la mayor parte de Europa y del mundo;aunque se intenta no confinar a las personas y, por tanto, paralizar gran parte de la actividad económica, no todos los políticos lo ven igual al pensar que se puede combinar la actuación ante el virus con el mantenimiento de la economía.
Por eso, tal vez, se restringe el movimiento y no se llega al confinamiento, pero la responsabilidad de los ciudadanos y de los políticos es básica, aunque se echa en falta en bastantes de estos últimos. De toda esta incertidumbre y de esa responsabilidad dependerá que en la EPA de cuarto trimestre aumente mucho la tasa deparo o pueda bajar; ojalá. ¿Qué piensa usted?
