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lunes, 9 de diciembre de 2024 | Última actualización: 00:20

Trump II

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Donald Trump acaba de completar una hazaña política única en la historia de los Estados Unidos: no solo ha conseguido volver a La Casa Blanca cuatro años después de haber salido de ella -algo que entre los 45 presidentes del país, solo lo había conseguido antes, el demócrata Grover Cleveland a fines del siglo XIX- sino que además consiguió tener mayoría en el Senado, en la Cámara de los Representantes y en el Tribunal Supremo, una concentración de poder político en el partido republicano nunca conocido hasta ahora. Por añadidura Trump logró mayoría no solo en el indispensable Colegio Electoral, sino que también venció por una diferencia de 5 millones en la votación popular.

Se trata de una victoria mucho más rotunda que la que alcanzó en 2016 en que Hillary Clinton le rebasó en tres millones de votos populares pero Trump vencería en el voto colegial. Resulta mucho más sorprendente la amplitud de la victoria que ésta en si misma. De hecho, más que ganar las elecciones Trump, lo que hemos presenciado es la tremenda derrota de Harris, una endeble candidata.

Captada en el último minuto como solución de recambio tras el cese de Biden -ningún otro político hubiera querido arruinar su carrera defendiendo una candidatura con tan poco tiempo de preparación- la Fiscal Harris contaba con un curriculum profesional correcto pero con una carrera política débil en que pasó inadvertidamente por la Vicepresidencia del país. Su partido hizo los cálculos erróneos. Ni logró aglutinar el voto femenino, ni tampoco el de color -siendo ella mujer y “negra”- ni el de los hispanos ni el de la mayoría de los blancos. Trump, por el contrario, trajo consigo no solo el recuerdo de haber sido “robado” por Biden el sillón del salón oval sino que también le precedían dos lemas patrióticos, America first y MAGA, muy aglutinadores.

Le ayudaron sin duda los dos o tres intentos de asesinato conocidos durante la campaña, también su estilo socarrón e insultante con los que logró gran parte del voto femenino, de los hispanos, del votante de color y la mayoría del voto rural. Todos ellos confiaban en que Trump sería capaz, como lo fue en su primer mandato, de corregir la inflación de 9% existente en el país. Igualmente le ha favorecido su propósito de deportar a los diez millones de ilegales existentes en el país, muchos de los cuales entraron en los EEUU durante el mandato de su predecesor. En realidad Trump siempre ha sido xenófobo más de palabra que de hecho. Quienes deportaron a millones de migrantes fueron Biden y sobre todo Obama. Vamos a enfrentar cuatro años de presidencia norteamericana inquietante.

Viene precedido por el temor a un contubernio con Putin, un abandono a su suerte a Ucrania, la posibilidad de que Rusia busque apoderarse aun más de Moldavia, Georgia, de los países bálticos y quién sabe si más allá. Puede endurecerse el conflicto en Oriente Medio y favorecer el choque con Irán. Con todos esos prejuicios, lo cierto es que durante su primer mandato, Trump ni inició ni intervino en ningún conflicto armado.

En Europa nos preocupan los aranceles y el posible debilitamiento de la OTAN. Habrá que estar atento a las actuaciones y no a las palabras del Presidente. Por el momento ha sido acogido con entusiasmo por los líderes más derechistas -Meloni, Orban, Milei, Bolsonaro, Abascal-, con mucha corrección por los centristas -Macron, Tusk, Feijóo- y con escaso fervor por las izquierdas -Schulz, Starmer, Sanchez-.

Acaso para Europa se presenta una buena oportunidad para reforzar sus mecanismos de unidad en los terrenos en que aun se muestra frágil tales como el defensivo, el fiscal y la ampliación a los países aun ajenos a la Unión.