La guerra de Ucrania, que pronto cumplirá un año, ha entrado en una fase en que Zelenski está convencido que la clave de su victoria está en conseguir que Occidente le suministre tanques de las últimas generaciones, tanto los Abrams estadounidenses, como los Leopard alemanes y los Challenger británicos.
La cuestión ha movido mucha tinta y seguirá haciéndolo ya que la puesta en acción de los carros de combate tardará aun no menos de un trimestre lo que presupone una larga duración del conflicto.
La petición encontró eco inmediato en algunos de los países vecinos del conflicto, como son Polonia, Finlandia y los bálticos . Algunos de ellos que ya cuentan con los Leopard, estaban dispuestos a cederlos a Ucrania aunque para ello necesitaran la autorización germana por poseer la patente.
Alemania a su vez, que aun arrastra restos del complejo de culpa originado en los tiempos de la II Guerra Mundial, alegaba en su renuencia algunos argumentos creíbles, como la escalada de la contienda que podría producirse. También avanzaron otros menos consistentes, como que los aparatos no resistirían el frío ucraniano o que este ejercito no sabría manejarlos.
En el fondo, lo que el Canciller Schulz deseaba muy legítimamente era alcanzar un consenso no solo dentro de la Unión Europea, sino también en la OTAN, lo que es prácticamente equivalente a recibir el visto bueno y la participación de Washington.
La duda está desvelada. Los EEUU han anunciado la entrega para la primavera de 31 Abrams, pidiendo a la vez a los aliados que mantengan su cohesión para que no decaiga la resistencia contra Rusia. Hasta una docena de países entre los que encuentran Alemania, Polonia y el Reino Unido, han aceptado donar en conjunto cerca de 300 tanques.
Resulta particularmente interesante escuchar la manifestación de cada uno de ellos que poseen los medios para asegurarse de que el rearme de Ucrania no conllevará la escalada de la guerra. Sería conveniente saber cómo se puede tener semejante garantía. Porque lo cierto es que Putin afirma lo contrario y, como no podía ser menos, afirma que los tanques acabarán convertidos en cenizas como todo lo demás en Ucrania.
Es seguro que cada país de la OTAN habrá tenido sus dudas respecto a la entrega de los tanques y ninguno de ellos lo hubiera hecho en solitario. El caso de España resulta muy especial, en primer lugar porque nuestro gobierno está muy fragmentado entre los favorables a la entrega (PSOE), los opuestos a ella (UP) y los indecisos(Sumar).
Más dramática es la explicación que nuestra Ministra de Defensa viene articulando desde hace varias semanas sobre el estado de conservación y funcionamiento de algunos de nuestros 350 tanques. No es aceptable decir que algunos de ellos se encuentran en un estado lamentable. ¿Cómo se ha podido abandonar así un armamento que cuesta una fortuna? Cuando hacíamos la "mili" teníamos que limpiar y engrasar diariamente nuestro fusil "Mauser" para que estuviera en pleno funcionamiento en todo momento, so pena de arresto. 50 tanques pueden llegar a costar 400 millones de euros. Esperemos que el anunciado aumento del presupuesto de defensa tenga mejor destino.
Por lo demás me consta que España despliega una presencia dinámica y heroica en el país, desde nuestra Embajada en Kiev cuyo personal tiene que sufrir día a día los 'raids' rusos, la escasez energética y las mil dificultades de un país en guerra.
No estaría de más que, por añadidura, España consiguiera escalar algunos puestos en la clasificación de los países contribuyentes a Ucrania.
Ahora que Ucrania ya ha asegurado la recepción de un número suficiente de tanques y Occidente se ha comprometido a apoyar a Kiev tanto tiempo como sea necesario, debemos estar preparados a que tras la "Operación tanques", va a llegar la "Operación aviones".
