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jueves, 18 de abril de 2024 | Última actualización: 15:09

La tripulación del Nazmiye Ana no abandonará Castelló hasta haber recibido sus compensaciones y salarios

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Todos los tripulantes recibían salarios por debajo de convenio, pero los indios denuncian peor trato y más presión

La tripulación del Nazmiye Ana, el barco accidentado el pasado 28 de mayo en el Puerto de Castellón, no admitirá ser repatriada hasta que no se les abonen sus salarios y las compensaciones económicas que les corresponden. Todos los tripulantes recibían salarios por debajo de convenio, pero los indios denuncian peores condiciones. Alojados en un hotel del Grao, con el respaldo del Sindicato ITF-UGT y la asistencia de Stella Maris, intentan sobrevivir a la pesadilla. Ellos son la otra cara del accidente del Nazmiye Ana.

Esperanza Molina/ Castellón Información

Desde que el pasado viernes, 28 de mayo se produjera el accidente del buque de bandera panameña y armador Turco, Nazmiye Ana, el relato de la zozobra del buque ha llenado mucho espacio en los medios informativos. La tragedia de un barco que vuelca en plena carga, las dos personas que han perdido la vida, los heridos, las labores de rescate…

Pero ellos, la tripulación del Nazmiye Ana son la otra cara de la película. La de los tripulantes que nunca pensaron vivir una pesadilla como la que soportan.

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Stella Maris, es una organización internacional sin ánimo de lucro, que se desarrolla como un apostolado de la iglesia católica para dar acogida, amistad, ayuda y apoyo desinteresado, sin ningún tipo de discriminación a todos los marinos del mundo. Sean de donde sean, sean creyentes o no, cristianos o pertenecientes a otra confesión cristiana o religión.

En Castellón, Stella Maris tiene sus instalaciones en el Grau, en terrenos del Puerto, y desde allí, de manera totalmente gratuita, se facilita toda la ayuda disponible para los marinos que llegan desde cualquier punto del planeta. A veces, es solo la posibilidad de comunicar con sus familias a través de internet. Otras, la forma más directa de sentirse cobijados y arropados en la distancia; y en algunos casos, la vía más directa para denunciar abusos o situaciones extremas vividas en los barcos donde trabajan.

 width=En el momento en que se produjo el accidente, el 28 de mayo, uno de los marineros indios del Nazmiyne Ana se encontraba en las instalaciones del Stella Maris. Allí recibió la llamada y todo el equipo se puso en marcha. El barco había volcado, había heridos, desaparecidos, los tripulantes lo habían perdido todo: documentación, posesiones, ropa… todo. Una furgoneta del Stella Maris se trasladó hasta el muelle del Centenario para atender a la tripulación y facilitarles ropa seca.

El drama humano no había hecho sino comenzar.

El Nazmiye Ana tenía una tripulación de 9 personas: tres indios, un egipcio y 4 de nacionalidad turca. El golpe más duro, fue conocer que uno de sus compañeros, un hombre de 22 años y nacionalidad india había desaparecido en el accidente. El resto vendría después.

Superadas las primeras horas de miedo, angustia, incertidumbre, los trabajadores del Nazmiye Ana fueron alojados en un hotel del Grao, cuyos gastos deberán ser sufragados por la compañía de seguros. Desde Stella Maris se les proporcionó un teléfono para que pudieran contactar con sus familias, ropa y elementos de aseo para aquella primera noche; y posteriormente, trasporte para que pudieran comprar los elementos más imprescindibles.

Fue en el Stella Maris de Castellón cuando, los ocho supervivientes reclamaron poder contactar con el Inspector de la Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte (ITF) de la zona, JRG, que desde entonces presta apoyo y asistencia a los marinos: cinco de nacionalidad turca, uno egipcio y dos de nacionalidad india.

 width=Una vez que el inspector entabló contacto con ellos, la ITF interponía una denuncia ante la Autoridad Marítima española de la Dirección General de la Marina Mercante (DGMM)/ Capitanía Marítima de Castellón. Según ha certificado JRG, se han evidenciado varios incumplimientos del Convenio sobre el Trabajo Marítimo de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), en vigor desde 2013 y ratificado por España.

Por lo que parece, en función de la procedencia de los tripulantes las situaciones presentan algunas diferencias. Por ejemplo, se ha acusado el hecho, de que los marineros indios se habían visto obligados a pagar 5.000 dólares americanos a las agencias de contratación India para conseguir embarcar en el buque.

Este tipo de agencias no son legales, y menos lo es, que cobren a los marineros por conseguirles ese puesto de trabajo. Pero estas situaciones se producen. Hay países donde la miseria, la pobreza y la falta de alternativas impulsan a muchas personas a buscar trabajo a bordo de los barcos mercantes. Embarcar significa la posibilidad de salir adelante, ganas un salario y tener un futuro.

Ahora bien, una vez que embarcan, lo que ocurre a bordo muchas veces pasa desapercibido. Hay compañías que explotan a estas personas a las que pagan salarios muy inferiores a los que les corresponderían por jornadas interminables. Además, lejos de todo puerto y control, estas personas pierden su significado. No pueden protestar a nadie, no pueden quejarse, están atrapados. No siempre se dan condiciones de vida dignas, trabajos regulados en horario y competencias, y mucho menos pagados en función de los convenios.

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Accidente del Nazmiye Ana en el Puerto de Castellón

En el Nazmiye Ana, En lo que corresponde a los marineros indios, tal como recogía el inspector JRG, “Los marinos han puesto de manifiesto, además las condiciones esclavistas de su reclutamiento, habiéndose visto obligados a pagar 5.000 USD a las agencias de contratación en India para conseguir embarque, lo cual viola, entre otros, los derechos de libre acceso a la profesión que recoge el Convenio sobre el Trabajo Marítimo (Regla 1.4)”

A través de la ITF, los marineros denuncian la existencia de deudas salariales y reclaman las compensaciones por pérdida del buque a que hubiera lugar, "así como la intimidación y acoso a que están siendo sometidos los marinos por parte de personal de la naviera turca, quien les insta reiteradamente a no reclamar sus derechos y trata de cercenar el derecho de los tripulantes a contactar y recibir asesoramiento de la ITF”.

No solo los marineros indios están mal pagados, por lo que ha podido comprobar la Inspección, prácticamente todos los sueldos del buque están muy por debajo de los mínimos establecidos en los convenios internacionales. Por otra parte, como se les pagaba en efectivo, sobre mano, cuando volcó el buque perdieron todo cuanto hubieran podido ganar.

Visto todo esto, los marineros del Nazmiye Ana, con el respaldo de la ITF España, han declarado que no están dispuestos a ser repatriados en tanto no se les abonen los salarios y las compensaciones a que tienen derecho.

Por su parte, la Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte (ITF) ha emitido una nota informativa en la que señala:

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Nazmiye Ana en navegación

“Desde ITF España, creemos que este buque es el paradigma de las condiciones laborales que permite el sistema de 'banderas de conveniencia'. En plena pandemia del Covid-19, la comunidad marítima internacional y la sociedad civil han coincidido en reconocer a los marinos como trabajadores esenciales, sin embargo, algunos, como los náufragos que esperan sus pagos repatriación estos días en Castellón, arriesgan a diario su vida y su salud por sueldos que, en pleno Siglo XXI, sólo alcanzan los 300 dólares al mes, las tripulaciones, cada vez más reducidas, padecen jornadas de trabajo interminables y trabajan bajo mucha presión durante muchos meses. En este estado de fatiga física y mental, los oficiales responsables de la seguridad del buque y la navegación no llegan a cobrar ni 1000 dólares al mes”.

Y añade la misma nota: “Desde ITF España, enviamos nuestras condolencias a las familias, amigos y compañeros de David y Bhanu, al tiempo que instamos a las Administraciones del Estado del Pabellón y a las del Puerto (España) a desarrollar una exhaustiva y rigurosa investigación del accidente que se ha cobrado la vida de dos trabajadores. Las condiciones descritas por los marinos y recogidas en esta nota son, por si mismas, merecedoras de un análisis en clave de seguridad. Si los informes concluyen que el accidente se debió a un error humano, tendremos que preguntar si el humano del error estaba a bordo -o en el muelle en Castellón- o sentado en otras instancias. El control riguroso de la aplicación de las normas es necesario, y ha de hacerse a tiempo y tener consecuencias”.