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jueves, 18 de abril de 2024 | Última actualización: 20:54

Javier Moliner dice adiós a la política después de 18 años como concejal, diputado y presidente de la Diputación

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Comenzó su andadura en 1991, de la mano de Alberto Fabra con José Luis Gimeno como alcalde de Castellón

Javier Moliner dice adiós a la política hoy martes, 25 de junio, tras la aprobación de las últimas actas y liquidación de la legislatura 2015-2019. Habrán discurrido 18 años desde que comenzó, como concejal del Ayuntamiento de Castellón con una completa trayectoria en la que ha ocupado cargos de responsabilidad en el Ayuntamiento y ha sido diputado y presidente de la Diputación. En su favor dicen, que ha sido, sobre todo, un hombre de grandes proyectos y de consensos.

Esperanza Molina/ Castellón Información

Moliner Pleno Diputacion 280519Con el pleno de liquidación de actas de hoy, martes, 25 de junio, concluirá la legislatura provincial 2015-2019 y también la carrera política de Javier Moliner Gargallo, hasta entonces y durante ocho años, presidente de la Diputación Provincial de Castellón.

No es normal que un político en todo lo alto de su carrera anuncie su retirada. Y tampoco se ha tratado de una estratagema, ya que Moliner lo anunció durante el último año de la última legislatura y lo ha mantenido, porque “el que quiere seguir en la política, no se va”.

La trayectoria política de Moliner ha durado 18 años, al menos como cargo público, siempre ligado al Partido Popular de Castellón.

Moliner cumplía 44 años el pasado 30 de marzo. Según muestra su currículum, es titulado superior en Ingeniería Industrial por la Universidad Jaume I de Castellón, titulado superior en Seguridad Industrial por la Universidad Politécnica de Cataluña, y cuenta con un Máster en Higiene y Economía Laboral. Además de político y trabajador en ejercicio libre, fue profesor de la UJI en el área de Ingeniería Eléctrica entre 2001 y 2005.

Pleno Ayuntamiento Castellón 20III14 (12)

Inicio de la carrera política en 2001

En 2001 tomó posesión de su acta de concejal en el Ayuntamiento de Castellón, tras la renuncia de Joaquín Borrás (31 de mayo de 2001), como miembro de la candidatura que había presentado en 1999 el alcalde del PP, José Luís Gimeno.

El 14 de junio de 2003, tras las elecciones municipales que volvían a dar la mayoría absoluta a José Luis Gimeno, Javier Moliner repetía como concejal, aunque ya esta vez, entraba en la Junta de Gobierno como 5º teniente de alcalde.

Aquella legislatura fue corta para José Luis Gimeno, que hubo de renunciar a su cargo como alcalde de Castellón, en función de las estrategias del Partido Popular que buscaban ya un relevo potente para los siguientes años. Una renuncia que daba entrada como alcalde de Castellón a Alberto Fabra el 31 de enero de 2005. Moliner ascendía en el escalafón municipal como segundo teniente alcalde, solo por detrás de Miguel Angel Mulet, primer teniente alcalde de Castellón.

Alberto fabra y Javier Moliner antes del Debate de Política de la Comunitat.

En las elecciones de 2007, Alberto Fabra, ya como candidato a alcalde, obtenía la mayoría absoluta y tras su nombramiento como primer edil el 16 de junio, nombraba a Javier Moliner como su hombre de máxima confianza y vice alcalde de Castellón.

Desde este puesto, Javier Moliner tenía responsabilidades en las áreas de Urbanismo, Movilidad y Servicios Públicos.

Como concejal del Ayuntamiento de Castellón, Moliner también fue designado diputado provincial en la corporación que dirigía Carlos Fabra.

Caso Fabra, trama Gürtel y problemas en el PP

Fue esta una época de cambios y de no pocas historias ya en el seno del Partido Popular.

fabra y moliner en La Balma

Por una parte, el caso Fabra se estrechaba en torno a la figura, hasta entonces indiscutible, de Carlos Fabra, presidente provincial del Partido Popular y presidente de la Diputación. La denuncia, presentada en el 2003 por un empresario de Artana, por celos, llevaría a Fabra al banquillo, donde no se pudieron probar ninguna de las acusaciones de corrupción ni de prevaricación. En cambio, fue condenado a 4 años de cárcel por cuatro delitos fiscales.

Por otro, en el Partido Popular de la Comunitat Valenciana se había abierto la ‘jaula de los grillos’. Francisco Camps había sido nombrado presidente, en 2003 tras el nombramiento de Eduardo Zaplana como ministro. Después de la guerra interna entre los seguidores de Zaplana y de Camps, el segundo se imponía y controlaba las riendas del PP en la Comunitat Valenciana. Las diferencias internas habían generado problemas internos importantes.

En esa tesitura también, comenzaron las investigaciones que dieron lugar a las diferentes tramas del Gürtel, que condenaría a miembros del PP de la Comunitat por corrupción y que aún hoy se sigue viendo en los juzgados.

Así las cosas, en Castellón, Carlos Fabra, aquejado por un grave problema de salud, hubo de renunciar a la presidencia del Partido Popular, y también a seguir en política en la Diputación. Dejaba como máximo hombre de confianza y ‘heredero’ a Javier Moliner.

En las elecciones municipales de 2011, el Partido Popular volvía a conseguir la confianza de la mayor parte de la provincia, lo que le garantizaba la mayoría absoluta en la Diputación Provincial y la mayoría absoluta en el Ayuntamiento de Castellón, donde Alberto Fabra volvía a ser investido como primer edil de la capital de la Plana.

foto moliner presupestos

Javier Moliner era designado por el Partido Popular presidente de la Diputación. Alberto Fabra era nombrado alcalde, aunque el cargo le duró poco, ya que el juicio por el ‘caso de los trajes’ una de las tramas del Gürtel, sentaba a Francisco Camps en el banquillo y lo obligaba a dimitir. Desde Madrid se designaba a Alberto Fabra para dirigir la Generalitat. No se le conocían asuntos turbios, estaba considerado como un hombre honesto, y había sido muy valorado en Castellón. Al PP de Valencia le sentó como un tiro. Alberto Fabra renunció a su cargo de alcalde y fue investido como presidente de la Generalitat. Se nombraba alcalde de Castellón al vicealcalde, Alfonso Bataller.

El Congreso Provincial del Partido Popular de Castellón, celebrado en Castellón de la Plana en julio de 2012, eligió a Moliner como nuevo presidente con el 97,6% de los votos.

foto pleno diputación

Legislatura 2011-2015: Moliner planta cara a Fabra

Los primeros años de Javier Moliner al frente del PP y la Diputación fue compleja. Carlos Fabra seguía siendo el espíritu del PP. Hombre fuerte que, tras superar su problema de salud, dirigía Aerocas, y se mantenía vigilante en el Partido donde conservaba seguidores y apoyos importantes.

Y no fue una legislatura fácil para Moliner, que se desentendía de muchas de las estrategias de gobierno de Carlos Fabra e intentaba mostrar una línea completamente diferente a la de su mentor.

Eran tiempos complicados. La crisis económica ponía en tela de juicio al Partido Popular, nacían nuevos partidos que proponían regeneración democrática y fagocitaban a UPyD, como era el caso de Ciudadanos. El PSOE estaba en crisis de credibilidad y Podemos subía como la espuma. El tema Gürtel cobraba protagonismo. La credibilidad de las instituciones estaba en crisis. Mucha gente se veía afectada por el paro, desahucios, miseria en una provincia como la de Castellón, que prácticamente no había conocido el paro, que se sumergía en una burbuja que se cobraba a familias enteras y generaba un alto grado de desempleo. Y en medio de todo, también la Fundación Bancaja, los casos de Rato, y el Aeropuerto de Castellón.

En aquella corporación Provincial de 1011-2015, Moliner mandaba en la Diputación y en su partido, con Miguel Barrachina como mano derecha. El PP también gobernaba en la Generalitat Valenciana, pero la crisis de la calle también sacudía de lleno al órgano autonómico.

Al frente de la Generalitat, Alberto Fabra intentaba sacar adelante el ‘Pacto de la Sociedad Civil por la Comunitat Valenciana’, que recibía el apoyo inmediato de Javier Moliner desde la Diputación era mayo de 2013 cuando se llegó a plantear la necesidad de ayudas para garantizar la alimentación a todos los niños de la provincia. Todo eso, en una provincia como la de Castellón, que siempre había sabido luchar contra las adversidades, levantaba ampollas. Aquel año saltaba la amenaza del Fracking, en el norte de la provincia y comenzaba la polémica en torno a la plataforma del almacén de Gas Castor, frente a la costa de Vinarós, que generaba numerosos seísmos en los municipios del litoral.

Y sucedió lo que se esperaba, se abría juicio oral contra Carlos Fabra y el histórico presidente de la Diputación y del Partido Popular se veía obligado a dejar Aerocás, el último resquicio de su poder, sin que Alberto Fabra o Moliner movieran un dedo en su defensa.

Se habían trazado las ‘líneas rojas’ en el PP. Moliner había tomado las riendas y marcaba pautas para potenciar la españolidad de Castellón y las señas de identidad de la provincia. Alberto Fabra tomaba decisiones y se encontraba cada vez más aislado en una cruzada contra los temas de corrupción que señalaban una y otra vez al Partido Popular. En el Ayuntamiento de Castellón, el alcalde del PP era ‘investigado’ por su presunta relación con una de las ramas del Gürtel del que después sería exonerado.

El juicio de Carlos Fabra se saldó con la mínima. La denuncia que dio origen al caso, que estuvo durante 10 años en las portadas de los periódicos, se quedó en agua de Borrajas. Carlos Fabra apenas era condenado a 4 años por 4 delitos fiscales. Mucho menos de lo que pretendían quienes le atacaban, pero suficiente para ponerlo contra la pared.

Pleno Diputacion F Martinez 28I14 (21)

Mientras, el Aeropuerto era asumido por la Generalitat y el Castor quedaba en hibernación. En enero de 2014 saltaba a la luz el caso de ‘la depuradora de Borriol’, que comprometía gravemente al vicepresidente de la Diputación, Francisco Martínez, y al diputado alcalde de la localidad, Adelino Santamaría.

Desde la presidencia del Partido, Moliner fue tajante en sus decisiones. Puso en tela de juicio a algunos de los seguidores de Carlos Fabra, entre ellos, a su vicepresidente Paco Martínez, alcalde de Vall D’alba, a quien obligó a dejar sus delegaciones por el escándalo de la Depuradora de Borriol, denunciado por Compromís. El proceso judicial también le costó el puesto de diputado a Martínez, quien al final, también hubo de renunciar a ser candidato de Vall D’alba en las elecciones de 2015.

En 2014 también surgía la polémica judicial en torno a la Corrida de la Beneficencia y el reparto obligado de entradas entre los municipios. La denuncia había partido del alcalde de Vila-real.

2014 vivía la abdicación del rey Juan Carlos I y su sucesión por Felipe VI  y sembraba polémica en los plenos de Diputación, donde el PSOE se posicionaba a favor de un estado español federalista, mientras Compromís, renegaba de la Constitución

También, en 2014, Javier Moliner fue elegido presidente de la Asociación Europea de Gobiernos Locales Intermedios Partenalia que representa a las provincias ante los organismos de la Unión Europea.

En marzo, con Javier Moliner al frente, se aprobaban por unanimidad las bases de los Planes de Obras y Servicios (Poys) a los municipios. Moliner por fin daba los primeros pasos a un objetivo personal, convertir la Diputación en un centro de diálogo y de servicio y no de enfrentamiento entre Ayuntamientos y grupos políticos. En el tema de los Poys  se introducía un cambio sustancial y era el de constituirlos con vigencia bi-anual. El objetivo era poder llegar a todos los municipios de la provincia, con inversiones que sirvieran para obras importantes que apenas podían cumplimentarse en un año.

Mientras, los seguidores de Carlos Fabra pedían públicamente firmas por el indulto en julio de 2014. Moliner fue tajante: “Ningún militante del PP pedirá el indulto para Carlos Fabra”. Y Carlos Fabra entraba en la cárcel.

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Los últimos meses de la legislatura de Moliner, en 2015, se caracterizaron por los esfuerzos, con la Generalitat Valenciana, para poner en servicio el Aeropuerto de Castellón. Un elemento que enfrentaba de forma tajante a Moliner y al portavoz del Grupo Socialista, Francés Colomer. De hecho, el segundo recurrió incluso a los medios nacionales para cuestionar el ‘Aeropuerto del abuelito’, que Carlos Fabra había querido inaugurar a toda costa antes de abandonar su cargo. Y fue el portavoz socialista, ahora presidente de Aerocás, quien realizó la campaña publicitaria más grande y negativa de Castellón: ‘el aeropuerto sin aviones de Castellón”

En febrero de 2015, Ryanair comenzaba a vender billetes para los aviones que despegarían en el mes de septiembre desde el Aeropuerto. Una inauguración con aviones, que Moliner vivió como espectador, tras el Pacto del botánico que convirtió en presidente de Aerocás a Frances Colomer. Paralelamente, Javier Moliner anunciaba la decisión de instalar un nuevo acelerador lineal en el Hospital Provincial de Castellón, en torno al cual surgían numerosos enfrentamientos.

Con un tira y afloja singular, Moliner impuso en su partido las pautas correctoras que consideró necesarias para evitar que el PP de Castellón fuera acusado de la mínima corrupción, generó su propio equipo de confianza entre los que se encontraban Miguel Barrachina y Vicent Sales, apartó a quienes se habían identificado con Fabra y marcó líneas rojas.

Sus medidas generaron encontronazos con los antiguos seguidores de un Carlos Fabra que, condenado por cuatro delitos fiscales, se encontró fuera del partido que él mismo había creado.

Desde Castellón, Moliner apoyó a Alberto Fabra quien, a su vez, también impuso líneas rojas en el Partido Popular de la Comunitat para promover la credibilidad de las instituciones públicas y de los políticos.

Javier Moliner Pleno diputacion 26V15 (87)

En las elecciones de mayo de 2015, el Partido Popular sufrió una crisis sin precedentes durante los últimos años. Sacaba una mayoría insuficiente para gobernar la Comunitat Valenciana y lo mismo le sucedía en el Ayuntamiento de Castellón. Llegaban los pactos de Izquierdas. En Diputación, el PP conservaba la mayoría absoluta, pero la Diputación daba entrada a Ciudadanos, con 2 diputados, daba 2 a Compromís y uno a Castelló en Moviment de Castellón.

En la Generalitat se sucedían los cambios, Ximo Puig era investido presidente, gracias al apoyo de Compromís y Podem. En el Ayuntamiento de Castellón, que todavía tuvo que vivir el episodio de la Operación Púnica, que generaba la dimisión de Bataller, el PP pasaba a la oposición. Asumía el mando la socialista Amparo Marco, gracias al Pacto del Grao, que constituía un bipartito bicolor Psoe- Compromís, con CseM, como socio opositor.

Pleno ayuntamiento Castellón 260117 (89)

Comenzaba la legislatura que ahora toca a su fin en la Diputación de Castellón.

Para comprender lo que ha supuesto la gestión e Moliner al frente de la Diputación Provincial de Castellón, habría que hacer una comparación entre lo que ocurría en 2015 y lo que pasa hoy, en 2019.

Para empezar, Javier Moliner se encontró con una Corporación que gobernaba con mayoría absoluta, integrada por 5 fuerzas políticas y un objetivo prioritario en cuatro de ellas: anular y suprimir la Diputación.

Pleno Diputación Castellón 18X16 (22)

Entre las primeras medidas adoptadas por Moliner, cabe destacar una rebaja sustancial de sueldos, comenzando por su propio cargo, el control de asesores, y de gastos.

Ya no era la Diputación heredada de Carlos Fabra sino la de Javier Moliner con todas sus letras. Había eliminado a los seguidores de Fabra y marcaba como prioridad un consenso destinado a potenciar las señas de identidad de la provincia y un gobierno de diálogo que colocara a los municipios y las personas por encima de los políticos y sus colores.

El escollo más grande de Moliner ya no eran los seguidores de Carlos Fabra, que seguían remugando en la sombra, sino la necesidad de mantener la identidad de la Diputación de Castellón frente a una Generalitat arruinada, que confiaba en utilizar las reservas monetarias de la entidad provincial como propias, para sacar adelante sus propias iniciativas, para las que no tenía presupuesto.

En favor de Moliner puede afirmarse, que lo tenía francamente complicado. Aunque las conversaciones con Puig habían sido de lo más cordial, a la hora de la verdad, fue una lucha de titanes.

El primer ejemplo se sucedió con el proyecto Xarxa Llibres de Generalitat. Una iniciativa que pretendía facilitar libros gratuitos en los colegios, pero cuyo coste se derivaba, sin consulta previa, a Diputación y a los Ayuntamientos.

Convenio Ximo Puig y Javier Moliner 19XII16 H

Los Ayuntamientos tragaron porque los gobiernos del cambio eran imagen, semejanza y continuidad del Pacto del Botánico de Valencia. Pero a Diputación se le imponía un gasto que no estaba acordado ni previsto de antemano. Y la ratonera era total. Si Diputación se negaba a avalar el proyecto, es que no quería gratuidad de libros para los niños de la provincia.

Y luego llegaron más cosas, como cuando Generalitat intentó imponer a las diputaciones que sufragaran con su presupuesto los proyectos turísticos culturales o deportivos autonómicos y restar competencias a los entes provinciales.

No obstante, estos cuatro años se han saldado gracias a vías de diálogo abiertas por el presidente que, pese a tener una mayoría absoluta, prefirió dialogar en lo posible antes de abrir nuevos enfrentamientos.

El Xarxa Llibres salió adelante. También de esta forma, Diputación ha sacado proyectos de identidad turística y cultural, en los que se ha potenciado todo tipo de iniciativas como el turismo, las competiciones deportivas, el patrimonio cultural, la gastronomía o el deporte, y así un largo etcétera que han acabo por establecer una sintonía entre Generalitat y Diputación.

Consejo Gobierno Hospital Provincial Carmen Monton y Javier Moliner 030717 (47)

Solo ha habido un tema en el que ha sido imposible el diálogo: el Hospital Provincial de Castellón, donde la consellera de Sanidad y posterior ministra del socialista, Pedro Sánchez, hizo y deshizo en un clima de enfrentamiento rotundo con Moliner.

Con el Gobierno de Javier Moliner, los antiguos Poys (Planes de Obras y servicios), se han convertido en los Planes Castellón 135, “135 identidades y una provincia única”. Una forma de ver la provincia que comenzó en febrero de 2015, pero que se ha hecho realidad en cada uno de los pasos que ha llevado adelante la Diputación dirigida por Moliner. Apuesta por la identidad, el empleo, las Unidades Respira y, sobre todo, por frenar la despoblación del interior del territorio.

Durante el mandato de Moliner se han seguido sucediendo los enfrentamientos políticos pero, por poner un ejemplo, se han sustituido los convenios singulares por acuerdos reglados con bases para todos los municipios; y no debe de haber sido un mal planteamiento, puesto que a lo largo de esta legislatura ha llegado a contar con el apoyo de casi todos los grupos de una Corporación tan policromada como esta.

Al final de esta legislatura Moliner ha conseguido cambiar la idea de suprimir las diputaciones de casi todos de los grupos que lo solicitaban en 2015. Es cierto que CseM lo mantiene, pero aún así, ninguno de cuantos tomaron posesión de su acta en 2015 conservan aquella forma de ver la institución. Porque, por encima de los colores y las siglas está la provincia, Moliner ha dejado claro que el deber de Diputación no es servir a los políticos de ninguna cuerda, sino el de velar por los 135 municipios que se encuentran en la provincia de Castellón.

moliner y barrachina

En junio de 2017 Javier Moliner anunció que no se presentaría para su reelección como presidente provincial del PP, y lo cumplió, cedió el relevo a Miguel Barrachina. También anunciaba que tampoco seguiría en Diputación, y hoy será más que nunca una realidad.

En las últimas elecciones del 26M el Partido Popular ha vuelto a sufrir una contundente derrota. Pierde la Generalitat donde ha ganado apoyos el socialista Ximo Puig y se renueva el Pacto del Botánico 2. Pierde numerosas alcaldías, entre ellas la de Castellón, donde amparo Marco gobernará con mayoría absoluta gracias al apoyo de Compromís y Confluencia. Y pierde la Diputación Provincial de Castellón por 300 votos. El PSOE vuelve a tomar el mando 24 años después. El PP queda relegado a la oposición.

Moliner afirma que se va a su casa porque la política era solo un paso, pero pocos se lo creían. Durante estos años ha acumulado enemigos. Y no son pocos. Muchos de los seguidores de Carlos Fabra, y otros que le reprochan no haber sido capaz de mantener el PP como el partido de referencia en la provincia de Castellón o de haber perdido las elecciones del 2019.

Pero también se lleva muchos amigos y deja huella. En una carta remitida a este periódico, solo pide una cosa, que se mantenga el espíritu de la Diputación como institución que apoya a los municipios de la provincia. Otros tendrán el deber de cumplirlo.