Javier Giménez Divieso. Directivo freelance experto en liderazgo, equipos y RR.HH

Hoy te quiero contar una de las cosas que más me molestó profesionalmente hablando y más me ha servido para comprender el impacto que tiene un buen o mal liderazgo en las personas. Hoy echo la mirada atrás y no me arrepiento en absoluto de mi decisión.
Te pongo en contexto...
Imagínate que llegas a una empresa con el objetivo de darle la vuelta y que está en pérdidas, con un mal ambiente, con problemas a nivel sindical y un lugar donde los dos anteriores directores salieron mal parados.
Un lugar en el que tienes un propósito, que importante es para tener éxito, más allá de uno mismo. Un propósito cuya principal motivación, fue demostrar que aquel equipo no se merecía el "San Benito" de problemático y difícil.
Un equipo que estaba completamente desmotivado, perdido y sin rumbo y un equipo muy influido por la figura de un director regional, antaño director de ese centro, que no admitía que ya no era su equipo y seguía creyéndose el amo del cortijo.
Al final, llegas tú y con mucho trabajo en equipo, le das la vuelta y ese primer año: mejoras el clima laboral, refuerzas el compromiso de la plantilla con los colores y además los resultados son espectaculares. Los mejores desde hacía años.
Acaban las navidades y después de Reyes, todo el mundo estaba feliz por el año que habíamos cerrado y muchos (incluido yo), esperábamos ansiosos la visita de nuestro regional para felicitarnos por aquel año.
Pero todo se esfumó en cuestión de segundos.
Aquel 7 de Enero, no se me olvidará nunca. Cuando entró por la puerta con una mala cara, enfadado, sin saludar a nadie ni siquiera un "buenos días", subió disparado a su oficina. A los minutos me llama, desde el teléfono interno y me dice que quiere hablar conmigo.
Subí, engreído de mí, pensando que sería para felicitarnos, cuando me dice que me siente y me dice:
"Eres un irresponsable".
What??
Eres un irresponsable porque a una de tus manos derechas, le has dejado que se marchara el día de nochevieja a Galicia a estar con su familia, por cierto a la que no veía desde hacía tres años, en la época de mayor venta.
Si me pellizcan aquel día, te juro que no me sacan sangre. Para mis adentros pensé: me hablas tú de irresponsable cuando la última visita la haces el 17 de Diciembre y desapareces de tu región y entre los compañeros todos dicen que es una práctica frecuente pegarte las Navidades en tu casita, hasta después de Reyes???
Primera regla de preescolar para ser un buen líder:
"Se predica con el ejemplo".
Esa me la callé, pero lo que no pude fue soportar fue que tirara por el suelo la alegría de mi equipo. El simple hecho de que ,mi jefe les hubiera felicitado, ya que solo los machacaba y así llevaba años. Aquel año se merecía algo más por su parte, así que le dije.
"Yo seré un irresponsable, pero tú eres un maleducado. Lo mínimo que tienes que hacer es dejar tus humos en casa y cuando vuelvas a visitar mi centro, especialmente después de un año espectacular como este, es felicitar a mi equipo, tu equipo. A mí me toca aguantarte tus formas, pero ellos no se lo merecen. ¿Comprendes?"
(Silencio)
Se puso rojo de la ira, y a continuación dijo: "Bueno ya hablamos".
Salimos juntos de su despacho y en el momento que pisó la sala de ventas, empezó a saludar a unos y otros, con una sonrisa impostora, como hacen los politicuchos de turno, cuando llegan las elecciones. Postureo del malo.
No sé qué me molestó más, sí que no les hubiera saludado cuando debería haberlo hecho o la falsedad de sus palabras y comportamientos a posteriori. Ni que decir tiene, que después de su primer comportamiento, nadie le creyó. El histórico, como acostumbro a explicar a los líderes que entreno influye en tu credibilidad.
Segunda lección de preescolar:
"Un líder no reacciona, tiene que saber gestionar sus emociones".
Aquel día yo le perdí el respeto. Para mí no era nada, más que un incordio. Reconozco que tengo muchos defectos, pero por mi equipo como dice una famosilla: "Mato". Aunque me cueste la vida.
Tercer lección de preescolar:
"Un líder sin su equipo, sencillamente no es nadie".
Él tocado en su ego, se dedicó a malmeter en la central donde tenía más contactos y yo no podía estar para defenderme de sus acusaciones falsas. No sé cuántas veces recibí visitas de auditoría, para ver si podían encontrar algo con que justificar su tercer despido como director.
No encontraron nada, pero el mal ya estaba hecho. Había esparcido sus dudas sobre mi persona y hay mucha gente dispuesta en las empresas a escuchar sin contrarrestar si es verdad o mentira.
A pesar de que ese fue un punto de inflexión en mi carrera profesional y ya nada fue igual, volvería a hacerlo. Llegué a donde llegué gracias a mi equipo. Si lees esto, quiero daros nuevamente las gracias por todo. Os llevo en el corazón, gracias a esa experiencia tengo cada vez más claro que un mal jefe puede arruinar el talento de un equipo, y llevar una empresa a la quiebra.
El problema de estas organizaciones es que si fueran conscientes del daño que provoca tener en posiciones de liderazgo a perfiles que no sirven, tomarían las decisiones no tan a la ligera. Porque cuando un empleado no se siente cuidado, como les decía a un equipo directivo no hace mucho, el empleado deja de atreverse y empieza a pensar en salvarse él aunque la empresa se venga abajo.
¿Has vivido algo igual? ¿Fuiste coherente con tus valores? ¿Qué consecuencias
tuvo para tí? Te leo en comentarios.