Hoy desayunando con unos amigos, una amiga empezó a desahogarse. Su jefe, cada mañana, entra por la puerta como quien pisa un campo minado: sin buenos días y soltando lo primero que se le ocurre —“aquí sobra gente”— como si eso fuera a aumentar la productividad o mejorar el clima.
No era un caso aislado. Hace poco, al pedirle firmar las vacaciones, la respuesta fue: “Lo tengo que ver. Anda, siéntate... tenéis la piel muy fina aquí. Sois unos egoístas.”
No sé tú, pero yo a eso no lo llamo liderazgo. Lo llamo falta de espejo por las mañanas.
Porque si algo hemos aprendido en estos años es que el estado de ánimo se contagia. Que cuando un líder proyecta emociones negativas, estas se esparcen como una gota de tinta en un vaso de agua.
Lo explicó muy bien Sigal Barsade (Yale University): cuando alguien en un equipo transmite mal humor, tensión o cinismo, todo el grupo lo acaba “respirando”.
Y al revés también: cuando se proyecta entusiasmo, respeto o empatía, sube la motivación, mejora la colaboración y, sí, también el rendimiento.
El estudio de Barsade lo dejó claro:
“Las emociones compartidas no solo afectan cómo nos sentimos. Definen la identidad del grupo y su capacidad de cooperar, resolver conflictos y rendir más.”
Pero muchos managers siguen creyendo que liderar es solo decidir, mandar y controlar. Que la inteligencia emocional es “de blandos”. Que pedir empatía es “tener la piel fina”. Pues no. Liderar empieza por autoliderarse. Por saber cómo entras tú al trabajo. Qué transmites. Qué generas. Porque no todo lo que se dice se dice con palabras: el tono, la mirada, la postura, lo cuentan todo.
Y esto no va solo de buen rollismo. Va de estrategia. De resultados. De cultura empresarial. Porque un equipo desmotivado no innova, no se compromete, no crece. Solo "sobrevive".
Así que, si lideras un equipo, plantéate esto cada mañana: ¿Soy energía o drenaje? ¿Soy luz o soy sombra? ¿Cuándo entro a la empresa se apaga la luz? ...
Hay otra forma de liderar. Más humana. Más eficaz. Más valiente. Y no te hablo de teorías te hablo de hechos. He dirigido equipos durante más de 20 años con éxito y llevo casi una década ayudando a los líderes de organizaciones a mejorar la motivación y el alineamiento de sus equipos en pro de sus objetivos.
¿Viajamos juntos al éxito?
