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domingo, 16 de junio de 2024 | Última actualización: 14:03

Rebanar el cuello

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Rafa Cerdá Torres. Abogado.

James Foley y Steven Sotloff, ambos de origen estadounidense, junto con los británicos Davis Haines y Alan Henning, y el ciudadano francés Hervé Gourdel, encabezan el infame listado de rehenes occidentales degollados ante las cámaras a manos de integrantes del movimiento terrorista autodenominado Estado Islámico. Este conglomerado de escoria humana, de corte islámico radical de raíz suní (por tanto contrario a Irán, lo que da una idea de su salvajismo) se gestó a la sombra de Al Quaeda nada más producirse la invasión americana sobre Irak en 2003. Su interpretación paranoica del Corán, supone una mera excusa para cometer todo tipo de atrocidades en las amplias zonas de Siria e Irak donde ha conseguido extender su dominio; violaciones de mujeres, aniquilación de poblaciones enteras y todo tipo de salvajismo frente a los pequeños grupos cristianos. La explosiva situación de Guerra Civil que sufren Siria e Irak, ha permitido que el Estado Islámico haya crecido vertiginosa, bien pertrechado de armas y fondos por las grandes potencias del petróleo como Arabia Saudí o los pequeños estados del Golfo Pérsico, con el objetivo de hacer frente al régimen de los ayatolás de Irán.

Y mientras este conglomerado de terroristas fanatizados, reciben la instrucción de liquidar a cuanto ciudadano de Occidente encuentren, rebanando el cuello de los rehenes capturados, aquí en Occidente sólo la abominable grabación del degüelle de los pobres asesinados (y su posterior distribución en las redes sociales) genera una vaporosa condena hacia los radicales asesinos. Lo  transcendente no es morir, si no a manos de quién. Si las víctimas NO son provocadas por fuerzas israelíes o norteamericanas, los muertos no revisten de la entidad suficiente para ciertos sectores sociales y de opinión de nuestra querida Europa. Ante las tropelías cometidas por los secuaces del Estado Islámico, no he visto ninguna manifestación ante ninguna Embajada, ni a ninguna Plataforma airear su indignación, ni tampoco a un grupo de valientes fletar barcos con alimentos para la población que sufre, ni tampoco organizar llamamientos de boicots comerciales, ni inundar Facebook con fotos mostrando el sufrimiento de niños y ancianos. Nada de nada. Los defensores de la libertad que bien se dejaban la voz, gritando contra Israel hace escasos meses a raíz del conflicto vivido en Gaza, se callan como piedras ante las atrocidades cometidas en Irak y Siria a manos de estos aspirantes a miseria humana, como si Estados Unidos o Israel fueran capaces de concitar un odioso interés que jamás alcanzará a países dictatoriales y grupos terroristas, infinitamente más peligrosos que las paranoias anti israelíes y contra los ‘yankies’ propios de demasiados sectores de opinión europeos.

El Estado Islámico y sus componentes son una amenaza real, mucho más letal de lo que podemos imaginar. Un factor a añadir, y que ha de comportar a una profunda reflexión: miles de jóvenes descendientes de emigrantes del Próximo y Medio Oriente, nacidos y educados en Europa, han marchado a Siria e Irak para unirse a las filas de la organización, y entre ellos, un número nada desdeñable de mujeres. Miles. Y hablo de conciudadanos nuestros, que han vivido entre nosotros, y que tras una literal lavada de cerebro, se empapan de un discurso anti occidental, que se resume en una acción muy clara: rebanar el cuello del infiel.

Y ese infiel somos usted y yo.