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jueves, 16 de mayo de 2024 | Última actualización: 22:07

¿Y si fuera ella?

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Rafa Cerdá Torres. Abogado.

Los debates, en tiempo electoral, se asemejan mucho a aquel mítico eslogan publicitario: ‘siempre vuelven a casa por Navidad’...y así fue, ayer mismo a través de las televisiones del Grupo Atresmedia, las cuatro formaciones políticas protagonistas del nuevo tiempo político que se vislumbra, enviaron a sus primeros espadas a medirse unos con otros. Bueno, todos no. Falló uno. El principal: el Presidente Rajoy en una jugada de pura estrategia (el tiempo dirá su grado de acierto), remitió a la niña de sus ojos: la Vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría.

No sentó bien al resto de contendientes que el Presidente del Gobierno, eludiera el envite, evitando a Rivera, Sánchez e Iglesias la oportunidad de un mayor protagonismo mediático, a través de la confrontación directa con el máximo responsable del Gobierno. Con su ausencia, Rajoy garantizó una alusión constante a su figura por parte de los demás aspirantes a la Presidencia de Gobierno, sin quemar su figura.

Teóricamente, Sáenz de Santamaría tenía encomendada la defensa de las duras y difíciles políticas llevadas a término por el Ejecutivo del Partido Popular, pero a medida que el debate iba transcurriendo, mi instinto me avisaba que su presencia implicaba mucho más que una mera substitución del Presidente Rajoy. Presenciaba a la persona destinada a suceder a Rajoy.

El debate sostuvo el tono esperado: Pablo Iglesias y Albert Rivera, libres de todo fardo de responsabilidades de gobierno, alardearon de la novedad y frescura implícitas en sus formaciones políticas. Pero que a la hora de la verdad puede revertirse en un galimatías de luchas internas y de contradicciones; en su propia fuerza se encuentra su principal debilidad. Albert Rivera adoptó la pose de un pretendido nuevo Adolfo Suárez, con mucha mercadotecnia, mientras que Pablo Iglesias efectuó una fortaleza de discurso muy en su línea: magistral síntesis de los efectos de la crisis social  y económica para acto seguido ofrecer un cursi y florido discurso, alejado de toda realidad. Pedro Sánchez por su parte, lo intentó, y supo transmitir su discurso pero ni de lejos llegó a convencer y mucho menos atajar a Pablo Iglesias, su principal competidor en el granero de votos por la izquierda.

La Vicepresidente, correcta, muy enfrascada en su papel de responsable de Gobierno, ofreciendo los mejores momentos de sí misma en cuanto conseguía zafarse del corsé de ministra. Pasó de puntillas por las acusaciones de corrupción a las que se enfrenta el Partido Popular, y si bien no llegó a "brillar", jamás ofreció una imagen de inferioridad frente al resto de sus oponentes. Este debate únicamente supone un escalón de una larga escalera hasta llegar al último tramo de la jornada del próximo 20 de diciembre, mucho queda por ver y sobre todo, por conocer: el resultado final de las elecciones, y el juego de las nuevas mayorías. Pero me quedo con una impresión que espero definitiva: si se diera la eventual circunstancia que la figura de Rajoy bloquea la permanencia del Partido Popular en el gobierno, durante el transcurso de las negociaciones para la conformación del nuevo gobierno, la solución tiene nombre de mujer: Soraya.

Emulando aquel título de la famosa canción de Alejandro Sanz: ¿Y si fuera ella...la próxima Presidenta del Gobierno? Esa impresión me queda. Tiempo al tiempo.