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miércoles, 15 de mayo de 2024 | Última actualización: 22:27

Los papeles de Strauss

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Pascual Montoliu. Ha sigut capellà, professor d'antropologia i teologia, i tècnic comercial.

Unos mueven el nogal y otros recogen las nueces. Frase feliz de Arzallus y descriptiva en su día del País Vasco. Pero así ocurre con frecuencia en política. No voy a hablar hoy de los papeles de Bárcenas, que ya cansa tanta histeria político-mediática. Hablo hoy de los papeles de Strauss. Año 1935. Gobierna la coalición radical-cedista bajo la presidencia de Alejandro Lerroux en el Gobierno y de Alcalá Zamora en la República.

Daniel Strauss fue un judío holandés nacionalizado en Méjico y llegó a España, acompañado de un socio polaco apellidado Perlowsky,  con el fin de introducir en nuestro país una ruleta novedosa en los casinos de juego. Lo intentó en Sitges, pero no lo consiguió ante la oposición de Companys. Contactaron con Aurelio Lerroux, sobrino del presidente. Les facilitó contactos con políticos del Partido Radical, quienes permitieron la ruleta a cambio de comisiones y sobornos. La primera máquina se instaló en el casino de San Sebastián, pero al detectarse que estaba trucada y había trampa el propio ministro de Gobernación Salazar Alonso, que la había autorizado, dio órdenes tajantes de retirarla. Poco después se instala otra en el Hotel de Manacor. Según el holandés medió hasta el mismo Franco, a la sazón comandante militar de Baleares. A la semana, otra orden ministerial precintó la máquina. Esto ocurría en 1934, antes de la Revolución de Octubre.

El 10 de septiembre de 1935 Alcalá Zamora recibe un sobre remitido por Strauss con documentos que acreditaban connivencias de los radicales de Lerroux con la ruleta prohibida. Previamente los judíos estraperlistas habían chantajeado al presidente del Gobierno Lerroux exigiéndole 85.000 pesetas o, de lo contrario, lo denunciarían en la prensa. Este no hizo caso ni le dio mayor importancia. Fue entonces cuando los afectados se decidieron a poner los hechos en conocimiento del presidente de la República, quien en un primer momento pidió explicaciones privadas a Lerroux y guardó silencio. Pero Manuel Azaña estaba al tanto de la movida y tuvo tiempo en un viaje a los Países Bajos de entrevistarse con quienes estaban en relación de chantaje con la República; es más, fue por indicación suya y del socialista Prieto que remitieron los papeles a Alcalá Zamora. Lerroux quitó hierro al asunto aduciendo que jamás se podría probar su implicación en el escándalo. Pero el abogado de Strauss reclamó a España que le devolviera el expediente, si no era de interés para el gobierno. Fue así como el propio Alcalá Zamora, que había encomendado ya a Chapaprieta la formación de nuevo gobierno, entregó la documentación a las Cortes, donde se formó una comisión de investigación. Así saltó a la luz el caso del estraperlo.

Alcalá Zamora aprovechó la coyuntura para dinamitar al Partido Radical, cosa que consiguió, y encomendó a Portela Valladares la formación de un partido republicano de centro con el fin de capitanear los votos huérfanos de Lerroux, que quedaría laminado en las elecciones de febrero de 1936  y hasta en Valencia se llevó por delante a sus socios míticos del blasquismo. El centro de Portela Valladares quedó en nada y fue así como el centro-derecha republicano cebó a la izquierda y brindó en bandeja la victoria electoral al Frente Popular. No digo más. Que el lector avisado establezca paralelismos y diferencias entre unos papeles y otros. Y adivine quién es quien en la historia de ahora.