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sábado, 20 de abril de 2024 | Última actualización: 12:44

Ejemplaridad versus sinvergonzonería

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Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.

El contraste es doloroso. La ejemplaridad de unos frente la sinvergonzonería de otros es algo que hace daño a la vista y a la conciencia, pero que no se debe ocultar. Sobre todo, teniendo en cuenta que los segundos pertenecen a nuestro país, y los primeros, de forma lamentable y en líneas globales, no.

El primero ejemplo es Robert McNamara, que fue Secretario de Defensa con Kennedy y Johnson. McNamara era el presidente de la multinacional automovilística Ford, y estaba afiliado al Partido Republican. Sin embargo, cuando Kennedy le dijo aquello tan americano de “tu país te necesita”, McNamara no lo dudó y entró a formar parte de la Administración Demócrata de JFK. Y lo más sugerente y más ejemplar; como era multimillonario trabajó durante los siete años que duró en el cargo de Secretario de Defensa por un simbólico dólar anual, es decir gratis. Mi pregunta es: ¿Estaría dispuesto alguno de nuestros “capitanes” de empresa a hacer algo similar en España?

El segundo ejemplo es Harry Truman, el que fue Presidente de Estados Unidos en la inmediata posguerra. Truman, cuando se retiró de la vida oficial en 1952, se conformó con una pensión del ejército de apenas 13.500 dólares al año, y nunca aceptó los puestos que las grandes multinacionales le ofrecieron diciendo “Ustedes no me quieren a mí, lo que quieren es la figura del Presidente y esa no me pertenece. Le pertenece al pueblo norteamericano y no está en venta…” Mientras fue Presidente, Truman se pagó todos los gastos de viaje y la comida con su propio dinero. Y su única propiedad era la casa en la que vivía antes de ser Presidente y que su mujer había heredado y donde vivió toda su vida.

En el extremo opuesto, y por empezar por esto último, podemos ver cómo tanto Felipe González como José María Aznar no han tenido empacho en colocarse en multinacionales, algunas de ellas antiguas empresas públicas, para cobrar jugosos estipendios. Y siguiendo su ejemplo, múltiples cargos, carguitos y carguetes que después de pasar por la Administración no han tenido ningún problema en irse a empresas privadas que han dependido de sus decisiones políticas.

Pero si seguimos, podemos ver a esos políticos, que con toda la desfachatez del mundo han admitido cobrar sobresueldos del partido, y más en concreto del PP, al mismo tiempo que percibían salarios del erario público como representantes de los ciudadanos. Y al parecer esta práctica, por lo que conocemos de las Cortes Valencianas y el uso del dinero que se asignaba a los Grupos parlamentarios, estaba muy difundida entre los cargos del Partido Popular. Y la verdad, que hagan esto, al tiempo que con el mayor de los cinismos dicen que “hay que salir de la crisis entre todos” mientras desmontan el Estado de Bienestar, es sumamente indignante. Sobre todo al comparar sinvergonzonería con la ejemplaridad que debería ser la tónica dominante. Y que lamentablemente es la excepción y no la regla.