Marisol Linares. Ex diputada Corts Valencianes.
El verano finaliza dando sus últimos coletazos de calor que este año han sido más intensos que nunca y uno de los temas frecuentes en las tertulias sin olvidar las vacaciones, las idas y venidas, desencuentros, ocurrencias y actuaciones extravagantes de partidos y políticos que nos gobiernan fruto de las últimas elecciones.
Ha pasado el tiempo de gracia -que se da en política- para analizar lo q realmente votamos en las pasadas elecciones municipales y autonómicas. Creo q el verano habrá servido a muchos ciudadanos para reflexionar y darse cuenta que los populismos y las demagogias no tienen las varitas mágicas que en campaña electoral vendían la mayoría de partidos que tras el 24M gobiernan.
Quizá esa reflexión haya servido para darse cuenta que la realidad es otra y que aún estamos a tiempo de reconducir nuestro voto en las próximas elecciones catalanas y generales, máxime cuando nos jugamos, la unidad de España, el sistema democrático, es Estado de derecho, el futuro, la prosperidad…..
Sin embargo, lo realmente importante en este verano y lo va a seguir siendo a lo largo del otoño que acabamos de comenzar es el éxodo humanitario de las familias que huyen de Siria en busca de una vida digna.
Es sin duda, el éxodo humano más importante que ha ocurrido en los últimos años y que a todos nos ha removido la conciencia y el sentido humanitario. Creo q no me equivoco al afirmar que las escenas que hemos contemplado en televisión han hecho reavivar las conciencias adormecidas por la comodidad y el bienestar del que disfrutamos en nuestra sociedad.
Europa ha despertado tarde, pero como dice el refrán, más vale tarde que nunca. Europa se ha dado cuenta que obviar los problemas de origen que han sido la causa de ese éxodo humanitario ha sido un grave error político que tiene que solucionar. Un éxodo de magnitud incalculable no sólo porque hay que atender a las personas con comida, asilo, educación, sanidad, trabajo….si no porque esa diáspora tiene también sus riesgos no sólo en materia de seguridad que también, si no porque pueden aparecer movimientos xenófobos que pueden dañar la convivencia entre pueblos.
Europa debe imponer de forma contundente y rigurosa la apertura de fronteras, el acogimiento humano de forma que ningún país actúe de manera aislada, debe marcar unas directrices y sobre todo debe ayudar a atajar el problema de origen para evitar que las personas tengan que abandonar la tierra que les vio nacer.
De nada vale hacer propuestas de acogimiento precipitadas como si de una carrera de fondo se tratara para ganar un titular de prensa o simplemente conseguir ante la opinión pública, como en el caso del nuevo gobierno Valenciano, que se trata del ejecutivo más social. Habrá que recordarles a algunos que para hacer una buena política social aparte de tener un componente de sensibilidad hay que tener las ideas claras alejadas de experimentos que en nada benefician a los colectivos que más lo necesiten.
En el siglo XXI, una sociedad avanzada y desarrollada como la nuestra, no puede olvidar a miles de personas que sufren al carecer de lo más elemental y Europa debe contribuir a erradicar gobiernos totalitarios que hacen que unos pocos gobiernen a costa del sufrimiento de miles de seres humanos.
