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jueves, 16 de mayo de 2024 | Última actualización: 22:43

¿Y después de las vacaciones?

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María B. Alonso. Psicóloga Clínica y Forense. Coordinadora UNED Castellón.

Bien pudiera ser, el inicio del diario de unas vacaciones, una ilusionada tachadura sobre la agenda, meses antes de las tan deseadas fechas,  sobre esos días, inicialmente lejanos, pero tan esperados y anhelados, a la par, que en grandes letras en rotulador escribimos: “vacaciones”. Con este gesto, se prepara ya nuestra mente, para ese momento, desde muchas semanas o meses antes, en el calendario. Hacemos planes, organizamos viajes, preparamos espacios de descanso, meditamos algún que otro exceso, encuentros diversos con amigos, lapidar nuestras carteras y un largo etcétera. Con esta anticipación, de la estación estival, vienen a nosotros mil sensaciones, por casi cualquier sentido. Semanas antes, empezamos a descontar los días que faltan, a medida que esto se produce, paradójicamente, va aumentando nuestro agotamiento, es como ver  con inseguridad, que “nuestras pilas llegaran muy ajustadas de carga, al primer día de nuestras  vacaciones”.

En todo este proceso preparatorio y anticipatorio del periodo de vacaciones, aparecen procesos de naturaleza emocional y volitivos (sentimientos, emociones…) de diversa índole, que cargan nuestra mente de fuertes expectativas de satisfacción y felicidad. Los seres humanos precisamos “motivos”, para seguir adelante, anticipamos acontecimientos satisfactorios, nos ilusionamos con proyectos de todo nivel, vitales y de menor calado, para estar en busca continua de la felicidad, con más o menos acierto.

Llegó el día, porque todo llega, es así. El tiempo dicen los expertos que no existe, que es la continuidad de acontecimientos que nuestro cerebro organiza sucesivamente y secuencialmente, lo que da valor al parámetro tiempo. El tiempo como tal, es una construcción de nuestro funcionamiento neurológico, quizás  sujeto a un heurístico de necesidad de organización, secuenciación o planificación (funciones ejecutivas). Si unimos a estos procesos de naturaleza neuro- organizacional, los de naturaleza  neuro-emocional, con fuertes componentes reforzantes y motivacionales, la mezcolanza que da como resultado, es una elevada euforia con fuertes expectativas de felicidad y disfrute….

Van trascurriendo los días, se van cumpliendo en parte nuestras expectativas de disfrute  y bienestar, también empezamos a angustiarnos con la cuenta atrás del final de nuestras vacaciones. Llegados a este punto,  tenemos que darnos cuenta, que como enemigo número uno , de las altas expectativas anticipadas, semanas y  meses antes y como ocurre en cualquier otra actividad humana o momento de nuestra vida cotidiana, también en estos días, hay complicaciones, imprevistos y situaciones, que paradójicamente nos llenan de estrés. Cuando la principal función de nuestras vacaciones, era y es alejarnos de las complicaciones, conflictos, prisas, lo que traducimos, en esencia, en estrés en la vida cotidiana.

Tras el inicio del “diario anticipatorio de vacaciones soñadas”,  y una vez bajados en parte, a la realidad de la sucesión de posibles circunstancias inesperadas e incómodas y con esto, la aparición del consiguiente estrés… Valoremos un bloque más en esta deconstrucción de nuestro descanso estival, que parecía idílica. Las personas precisamos rutinas, para regular nuestro organismo, para el equilibrio de nuestras funciones vitales. Es pues, de capital importancia el ritmo circadiano, como principal marcador de un ciclo bilógico saludable. Esto favorecerá un adecuado control del reloj interior, haciéndose también palpable la necesidad de consecución y secuenciación, beneficiando en primer lugar la instauración adecuada del ciclo sueño – vigilia y de otras, no menos importantes, como la ingesta a según qué horas, la higiene de sueño y otras rutinas que introducimos a nuestro organismo y que de ser saludables preservan nuestro bienestar integral. Favoreciendo, que nuestro organismo, regule otras funciones bioquímicas internas, en arreglo a este ·”reloj interior”, que los investigadores han determinado,  de unas veinticinco horas. Armonizando así nuestro organismo con el ambiente natural o nicho ecológico de nuestra especie.

Pero qué duda cabe, el aliciente vacacional para todos nosotros,  es entre otras, la idea de no atender rutinas, de no cumplir horarios, de no ir con prisas, de saltarnos algunas rigideces que la vida cotidiana, nos impone. Los expertos aconsejan, no girar en exceso nuestras rutinas y respetar nuestro cuerpo y sus necesidades. Se puede generar. La urgencia y la necesidad impuesta de disfrutar, de viajar, de ir para aquí y para allá… con lo que la final, conseguimos el efecto contrario del propuesto en nuestros proyectos de ensueño, estamos más cansados que antes de iniciar nuestras merecidas vacaciones.

Sí que se hará preciso, para una adecuada higiene mental, que el contenido y actividades de nuestras vacaciones,  nos aleje de las preocupaciones de nuestra vida cotidiana y así poder “desconectar”, realizar actividades que habitualmente por diversos motivos no hacemos, como visitar aquel amigo, ir a hacer deportes al aire libre, con moderación y según nuestra forma física, releer aquel libro… Esto nos permitirá, realmente descansar. Vacaciones no es sinónimo de inactividad, de sedentarismo,  es tiempo de cambios pues de actividades, más a nuestro gusto, más placenteras.

No debemos olvidar, como ya hemos mencionado, que uno de los objetivos más importantes de las vacaciones es reducir el estrés, acumulado durante todo el año. Es trampa por tanto, añadir nuevos estresores, como ya hemos mencionado,  que en ocasiones inevitables (colas en los restaurantes de playa, alguna indigestión, colas en las carreteras, retraso de vuelos…). Por tanto, nuestra “agenda de vacaciones” debe de organizar hacer cosas distintas, pero con cautela, las organizaciones debes de ser laxas, sin prisas y teniendo en cuenta que no debemos de tener tanto control sobre todo y menos ante todo, dar vacaciones a nuestra mente, vacaciones a nosotros mismos, bajar nuestro nivel de exigencia, olvidar “nuestro yo” del resto del año…

Ahora bien, siguiendo esa necesidad de secuenciación, organización y vuelta al equilibrio (homeostasis biológica, nuestro sistema biológico tampoco podría soportar esta forma de vida, mantenida en el tiempo y a largo tiempo).  Cuando menos nos demos cuenta, volvemos a descontar días, del calendario, la cuenta atrás se inicia, regresamos aquella rutina de la que escapamos y retorno al día a día, a las obligaciones, a los horarios rígidos, a las prisas. Se aconseja, que este regreso sea paulatino en la medida de lo posible. Programar un regreso de vacaciones, en miércoles sería de buena lógica, hay empresas que permiten a sus trabajadores en periodo estival trabajar una hora menos al día o trabajar media jornada, seguir disfrutando los fines de semana del aire libre, como cuando se estaba de vacaciones, como es el día aún largo en estas latitudes, dar un paseo por zonas verdes de nuestra ciudad, relajarnos con una quedada al caer la tarde….

La vuelta a lo cotidiano, desregula nuestro estado de ánimo, se terminó el “proyecto motivacional programado”. Recordemos, que los seres humanos precisamos “motivos”, para tirar hacia delante, tardaremos unos días en asumir este cierre, para empezar a estar preparados para el próximo “proyecto motivacional”. Trascurridas unas semanas y quizás con la agenda delante, del nuevo año, volvamos visualizar todas las posibles fechas, para programar nuevas y esperadas experiencias, por supuesto volveremos a programar nuestras vacaciones, tacharemos con satisfacción, preparando a nuestro cerebro de nuevo con otro plan energizante, los días seleccionados y previstos serán de otra vez, tachados y de nuevo, el rotulador, se deslizara, con un gesto ilusionante, para volver a escribir sobre esos días el rotulo, de las ansiadas y aún lejanas: Vacaciones...