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sábado, 20 de abril de 2024 | Última actualización: 22:37

‘El botellón’

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María B. Alonso Fabregat. Psicóloga Clínica y Forense. Coordinadora del Centro Asociado de la UNED de Vila-real.

El botellón hoy es una realidad en las plazas y en las periferias de nuestras ciudades, en las zonas de aparcamientos de muchas discotecas de moda y otros lugares públicos. Estos, se han convertido en los últimos años, en lugares de concentración ‘infantil-juvenil’, donde el abuso del alcohol es una constante y, en muchas ocasiones, viene combinado con el abuso de otras sustancias, muchas de las cuales se desconocen sus efectos a corto, medio y largo plazo, ya que la variabilidad constante de la química de estas sustancias de síntesis, va en incremento.

La filosofía y el fin último de estos encuentros es emborracharse y beber hasta no poder más. Bajo esta filosofía están verbalizaciones como: “voy a pillar un pedal, vamos a cocernos, necesito emborracharme,…”

Hoy nadie duda ya la existencia de una ingeniería química al margen de la legalidad, que va creando nuevas combinaciones, que aletargan las mentes de nuestros intrépidos y curiosos adolescentes, en muchos casos apenas unos niños y niñas. En el Plan Nacional de Drogas, publicado por el Ministerio de Sanidad y Servicios Sociales en la última encuesta de 2017, se recoge que el uso de Nuevas Sustancias Psicoactivas se ha incrementado del 3% al 3.5% en la población de 15 a 84 años, en comparación con la anterior encuesta.

A parte del impacto en la convivencia de nuestras ciudades con la llamada ‘cultura del botellón’: impacto de ruido medioambiental; impacto de suciedad y residuos y otros que siempre van seguidos de quejas vecinales, de medidas policiales de control de los espacios públicos… y que afectan a la convivencia ciudadana (sonada fue la detención en Cádiz en los últimos Carnavales de varios centenares de jóvenes), también se dan otros impactos, sociales, culturales, psicológicos y de salud pública en general.

Refiriéndonos a la salud pública, los hospitales reciben constantemente visitas a causa del botellón. Sobre todo en épocas festivas, de final de curso, de fiestas patronales y de otros eventos entre los cuales es muy destacable el denominado ‘turismo de borrachera’ y que no solo produce daños directos. Lo más impactante para la sociedad es que, en muchos casos, los consumidores son ‘menores que apenas superan los quince años’ y que ingresan por diversas intoxicaciones por el abuso de sustancias. Los comas etílicos cada vez ocurren a edades más tempranas, con mayor frecuencia y así aumentando drásticamente el porcentaje poblacional de jóvenes que inician muy tempranamente el consumo de estas sustancias. E

Esta nueva realidad que ya nos viene golpeando desde hace más de una década, y nos lleva a los profesionales de la Salud a replantearnos un abordaje más allá de las meras formas coercitivas para controlar el consumo abusivo practicado por la Dirección General de Tráfico u otras instituciones gubernamentales.

Llegados a este punto deberíamos plantearnos varias cuestiones: ¿Quizás asistamos a una sociedad en declive, donde nuestros miembros más jóvenes precisan como elemento de cultura, o como elemento de distracción o como elemento transgresor perder su salud? ¿En qué otros momentos de la historia del hombre se han producido situaciones similares a las vividas actualmente o no se han producido? ¿Realmente es tan importante la alarma social?; ¿Podemos ser optimistas o pesimistas? ¿Existen modas o cambios de tendencias en estos abusos?

Cuando miramos de forma crítica a nuestra historia del ser humano y su relación con el uso y abuso de ‘sustancias’ tenemos que atender a fenómenos como las bacanales romanas, los rituales chamanistas y otros ritos donde el uso colectivo de sustancias que alteran la realidad y la consciencia, forman parte de las culturas humanas desde los albores del tiempo.

Herodoto, historiador griego,  ya recoge el uso del ‘cáñamo’ en baños de vapor, que se producían al lanzar las semillas sobre piedras incandescentes. También el islamismo, desde el siglo XII, participó en la propagación del uso del ‘cannabis’.

Igualmente está documentado el uso de la masticación de la hoja de coca, con funciones para mejorar el estado físico y mental del esfuerzo realizado en alturas, en los altiplanos Andinos, o como método para combatir el hambre en la población, pero siempre utilizada por los indígenas en masticación y preparados naturales, no sintetizada. Los datos más antiguos que poseemos sobre el uso del cáñamo datan de 3000 a. de Cristo en Asia y de la misma época hay registros del uso del ‘peyote’ en América.

Si bien los últimos datos nos dan una visión optimista y positiva, ¿quizás algo está cambiando? En una de las últimas encuestas del Plan Nacional sobre Drogas, en una nota de prensa que publica el Ministerio de Sanidad y Servicios Sociales, tras una encuesta realizada a nivel de toda España, fechado en mayo de 2017, se recogen como datos más relevantes: El consumo de todas las drogas en general se ha estabilizado e incluso ha disminuido, aun así, pertenece el mayor porcentaje de consumo poblacional a la drogas legales; El 9.3 % de los encuestados bebe alcohol a diario, pero esta es la cifra más baja desde 1995, cuando se empezó a realizar la encuesta y, como contrapunto, la cifra más elevada de consumo diario de alcohol se produjo en el 2001 con 16.7% de la población.

Como más relevante es el descenso del porcentaje de consumo de drogas legales e ilegales entre los menores de edad; También se destaca en la nueva estadística la tendencia descendente del consumo de cocaína, ya se va detectando una tendencia descendente desde el 2005.

En la historia del ser humano siempre ha existido el uso y abuso de sustancias que alterar su conciencia y su estado mental y físico. El uso de sustancias ha ido modificándose con los años y con las tecnologías humanas. Y es posible que esta forma del ser humano de trastocar su percepción de la realidad pueda acompañar al ser humano para siempre.

También se recogen estudios de drogadicción en chimpancés, los cuales, tras haberles expuesto a consumo de drogas, presentan predilección ante dichas sustancias e incluso rechazan la comida. En la India, donde los macacos son sagrados, estos son descubiertos en muchas ocasiones realizando hurtos de bebidas fermentadas.

Más llamativo es aún si cabe, es la forma en que un grupo de delfines se droga, para este fin capturan un pez globo que van golpeando suavemente con el hocico en turnos, esto provoca que el pez globo vaya soltando una toxina narcótica estupefaciente en pequeñas cantidades pero letal en grandes dosis. Se ha descrito consumo de sustancias que alteran en diversas formas la realidad en muchas especies. Pero lo más triste quizás es cuando el contacto con el humano provoca adicciones en otras especies, precisando así centros de desintoxicación animal para aquellos que presentan adicción a alguna sustancia que han sido inducidos a su consumo por sus propietarios, este es el caso del Centro de Rehabilitación de primates Peñaflor, sito en Chile.