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miércoles, 15 de mayo de 2024 | Última actualización: 21:40

La liquidación de los recursos

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Juan Teodoro Vidal. Químico. 

Desde niño vengo oyendo sobre el día en que se acaben los recursos. Según los agoreros de los 60, el petróleo iba a escasear a partir de los años 80. Ya la II gran Guerra Mundial habría sido por el control de recursos, incluido el petróleo y el gas natural. Bien es verdad que periódicamente hay escasez relativa de suministro como consecuencia de conflictos como el de Ucrania, pero apenas afecta a los precios, y el mercado se regula espontáneamente.

Mientras, a diario, seguimos inundando carreteras de vehículos, consumiendo ingentes cantidades de combustible. Y la industria química sigue produciendo plásticos y un montón de compuestos orgánicos, derivados del petróleo. Consume recursos y deja residuos. Sólo la búsqueda de nuevos yacimientos, cada vez más profundos e inaccesibles hace posible continuar con el vertiginoso funcionamiento de nuestras sociedades. Se ha iniciado, con oposición popular en ocasiones, otra técnica extractiva, el fracking, que no se limita a bombear el mineral, sino que modifica el subsuelo, que hace viables reservas impracticables anteriormente pero que inyecta compuestos extraños en el subsuelo, sin que sepamos su impacto real a largo plazo. Por eso el horizonte temporal del final de los recursos se aleja, a pesar del aumento del consumo. Pero esta carrera hacia delante terminará algún día. Aunque Malthus no tuviera razón, en que la población aumenta exponencialmente y los recursos linealmente, el sentido común habla de una Tierra limitada y de unas generaciones ilimitadas. Alguna de ellas acabará con la última gota de petróleo extraíble.

No se avanza sustancialmente en desarrollar nuevas energías. La nuclear de fusión se está haciendo de rogar. La eólica me parece una moda del momento. Se hará 'crónica' y no podremos prescindir de ella, como pasa con el petróleo, pero también tiene un límite. Además no proporciona materiales, sólo energía. En este caso más cara. Y ahora los parques eólicos son nuevos, pero cuando empiecen a envejecer nos saldrán aún más caros.

Nuestra generación ha tenido el privilegio de encontrarse unos yacimientos de combustibles fósiles, carbón gas y petróleo, impresionantes. Gracias a ellos se ha sustentado un progreso sin precedentes en la civilización. Mientras estamos entretenidos con nuestros asuntos del día a día, del corto plazo, los estamos consumiendo sin reposición y generando cada vez más residuos. No vamos a dejar mucho limpio para generaciones venideras. Habría que promover toda investigación que desarrolle nuevas fuentes de energía, que sea efectiva para el tratamiento de los residuos, que se anticipara estratégicamente al mundo que estamos gestando, con su demanda insaciable y creciente de energía. Nuestros gobiernos, que presiden estos patios de vecinos ampliados que son las naciones, deberían estar poniendo remedio a esto en lugar de tratar de muchas tonterías con las que nos distraen habitualmente.