José Vicente Ramón Moreno.
Pasa el tiempo de forma inexorable y seguimos teniendo las mismas situaciones que sólo consiguen empeorar porque se hacen día a día más gravosas por el empecinamiento de mantener posturas insostenibles.
Pasan los meses con las obras acabadas (que no los “extras” de los que ha habido demasiados) y seguimos no sólo sin ver resultados sino, además, con los inconvenientes que, desde el primer día, se han querido crear para preservar la imagen del rey de la circulación.
Sí, amigos, sí, estoy hablando de nuestro querido TRAM. Sigue sin circular pero, eso sí, seguimos teniendo uno o dos AMU’s ocupados en desviar la mayor parte de los vehículos que llegan a la Puerta del Sol por no dejarles utilizar, a los que lo necesiten, el tramo de Ruíz Zorrilla para enlazar con la calle San Vicente o la calle Bayer. ¿No hacen falta en otro sitio?
Estoy más o menos de acuerdo en que, cuando funcione, esté reservado para el TRAM, pero, ¿mientras tanto… para qué interrumpimos una circulación que podría ser más fluida?
Otro tanto nos encontramos con el último tramo de la calle Zaragoza en el que se nos impide conectar con la Avenida Rey D. Jaime en cualquiera de los dos sentidos. ¿Tan traumático es utilizar ese tramo de 50 o 60 metros que nos soluciona el enlace con otros viales?
¿Alguien me puede explicar por qué razón no se aprovechan estos tramos de viales hasta que circule el TRAM?, ¿Hemos hecho una obra costosísima para no poderla utilizar?
Me temo que, por mucho que más de uno opinemos en contra de estas formas, habrá quien seguirá ‘erre que erre’ con este posicionamiento obstinado para mantener la primacía de la obra.
