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jueves, 16 de mayo de 2024 | Última actualización: 22:07

Populismos en Europa

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

El capítulo más reciente sobre el Populismo arranca de la reciente victoria de Donald Trump en la presidencia de los Estados Unidos. El hecho de que los medios informativos hayan resaltado su carácter populista y su paralelismo con otros movimientos aparentemente similares en Europa debe hacernos reflexionar sobre este fenómeno político tan de moda hoy aunque tan antiguo en sus orígenes.

En principio no tendría que haber nada negativo tras la idea del Populismo que significa la búsqueda por los grupos políticos del apoyo de las clases populares. En el fondo no hay ningún movimiento o partido político que busque lo contrario, es decir que ofrezca al pueblo medidas que, per se, provoquen su rechazo.

Lo que resulta sospechoso es que ningún partido, ya sea de derechas o de izquierdas, reconoce ser populista pues sabe muy bien que los grandes politólogos han incluido entre los ingredientes que lo definen, la demagogia, el hacer ofertas a la nación  a sabiendas de que no pueden ser cumplidas y ello desvela la mentira y el oportunismo que anida tras esos movimientos.

Es posible que haya oportunismo en la campaña de Trump al pregonar su intención de expulsar de los EEUU a tres millones de extranjeros con cargos judiciales y asentados ilegalmente en el país, o su intención de construir un muro en la frontera con Méjico, o también que incluya el aislacionismo entre sus proyectos políticos. Pero en tal caso también serían populistas muchos de los presidentes que precedieron a Trump: Obama expulsó a tres millones de delincuentes ilegales, Clinton construyó 50 kilómetros de muro en los puntos más delicados de la frontera con Méjico, Monroe defendió la tesis del aislacionismo bajo el lema de ‘América para los americanos’. Habrá que esperar y ver cómo aplica Trump sus tesis de campaña en la práctica del día a día.

En Europa, por el momento, solo en Grecia un partido populista ha accedido al poder con las nefastas consecuencias conocidas y habiendo tenido que renunciar a su ideario plegándose a los dictados de Bruselas si es que quería superar la ruina económica a que estaba abocado el país.

En Portugal, el Bloque de izquierda, semejante a Podemos ha entrado en el gobierno en una coalición con los socialistas y los comunistas y con resultados por el momento no catastróficos. En España y en Italia, Podemos y Cinco Estrellas se encuentran sólidamente asentados en los respectivos parlamentos, con criterios anti-sistema, anti-europeos y con el propósito de derrumbar las élites existentes y el orden estatuido.

La situación en la Unión Europea es frágil y preocupante ya que en su región central y septentrional  ha campado también un populismo  de derechas que en el Reino Unido -el UKIP- provocó el Brexit, en Francia  el Frente Nacional probablemente competirá con el candidato conservador en las elecciones de 2017, en Austria ha estado cerca de vencer en las Presidenciales recientes y la Alternativa para Alemania progresa en su competencia con el CDU de Merkel. Igualmente ocurre en los Países Bajos, en la mayor parte de los escandinavos y en algún sentido en los cuatro países del grupo de Visegrado  donde han hecho frente común contra la aceptación indiscriminada de los refugiados musulmanes.

Uno de los rasgos supuestamente democráticos de los populismos  es convocar referéndums sustancialmente complicados que el pueblo no está en condiciones de responder adecuadamente y cuyos resultados llevan a graves consecuencias desestabilizadoras a nivel nacional y continental. Ejemplos de ello son las dos consultas de Cameron sobre la independencia de Escocia y el Brexit. Más característico aun es el convocado por Renzi en Italia. Le Pen ya ha anunciado que en caso de ganar las elecciones sometería a referéndum la continuidad de Francia en la UE.

Podemos es entusiasta de las consultas  en todas las autonomías que lo deseen y está en su genética preguntar al pueblo sobre la reforma constitucional  y también sobre cualquier duda nacional o internacional que se plantee.
Europa está en un momento delicado de su historia y el populismo es causa y efecto de sus dificultades.

Si la victoria republicana en los EEUU mueve a una corriente mimetizadora  en Europa con el triunfo de alguno de los populismos en países clave (Francia, Italia, Alemania) la Unión Europea quebrará. Si por el contrario se produce en nuestro club una reacción de contrapeso a la victoria republicana estadounidense, como ha ocurrido tantas veces en la reciente historia, los populismos no vencerán y la Unión recuperará su aliento en ruta hacia su recuperación.

Acabo con la pregunta, ¿Cuál de las dos alternativas prefieren ustedes?