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domingo, 28 de abril de 2024 | Última actualización: 02:32

Adolfo Suárez

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

Con la muerte de Adolfo Suárez, desaparece el segundo Presidente del post-franquismo y primero de la democracia. Tendemos a olvidar el mandato de Arias Navarro que tuvo la utilidad de permitir al Rey un breve período de reflexión para efectuar contactos, sopesar alternativas y decidirse por ese hombre joven, desconocido para el gran público y sin embargo bien rodado en el sistema.

El largo camino recorrido desde el “¡Qué error, qué inmenso error”, frase pronunciada por Areilza al conocer la opción del Rey hasta el entierro triunfal del personaje, permite desvelar importantes recovecos de esta España nuestra.

Es el tercer Presidente en desaparecer tras la muerte de Arias en 1989 y de Calvo Sotelo en 2008. Han pasado 39 años, siete Presidentes. Dos de ellos socialistas. Cinco conservadores. 22 años de mando del PSOE frente a 17 de los partidos conservadores. Una media de permanencia de once años por cada gobernante socialista, frente a 3’5 por cada conservador. Saquen ustedes sus conclusiones.

¿Cómo explicar el entierro triunfal de Suárez, un hombre que salió decepcionado de la política tras su dimisión en 1971 y tras el fracaso de la aventura del CDS, que tuvo que sufrir las más duras críticas de la oposición, del Ejército, de la Iglesia, de la prensa y de los barones de su propio partido y que vio como su principal valedor, el Rey, le retiraba su confianza?

Desde la muerte de Franco solo había habido dos funerales de Estado: el de Calvo Sotelo y el de Tierno Galván. Ninguno de ellos fue comparable en magnificencia al de Suárez. Si el féretro de Tierno dio la vuelta al ruedo de su ciudad, el del Presidente hubiera merecido haber girado por toda España.

Una serie de rasgos no siempre políticos ayudan a explicar este fenómeno que acabamos de presenciar.

1-Suarez un hombre frugal. Es bien conocido el despego del Presidente hacia la comida y que su alimento preferido y casi exclusivo era la tortilla francesa. En una cena en su honor a la que fui invitado en Nueva York pude comprobar con qué desgana probaba –por educación- los platos que le presentaban y cómo tomó con cierto placer la pequeña tortilla que el chef preparó en su honor.

2-Un hombre despegado de lo material. Al cesar como Presidente renunció a cualquier prebenda oficial; abrió un bufete de abogado y de él vivió. Al enfermar su esposa y para poder darle el mejor tratamiento posible, tuvo que hipotecar su casa de Ávila que finalmente perdió a manos del banco.

3-Un hombre audaz y no solo por el gesto de permanecer sentado en su escaño en la noche del 23-F sino por haber hecho algo mucho más arriesgado durante la transición: legalizar los partidos políticos, dar entrada en el juego a los comunistas, desmontar el franquismo en un momento en que el país era aun sociológicamente franquista.

4-Un hombre golpeado por el destino. Suárez ve cómo su mujer enferma y sucumbe al cáncer y también cómo sus tres hijas contraen la cruel enfermedad, una de las cuales muere también. Este hecho cambió su vida.

5-Un hombre ilusionante. Los españoles que tenemos más de 50 años recordamos muy bien aquellos años esperanzados en que nos vivificaba la idea de salir de la Dictadura y de enterrar la guerra civil. En los últimos tiempos se repite con frecuencia la necesidad de recuperar el espíritu de la transición por parte de una sociedad apática e indolente.

6-Aunque todos esos argumentos hubieran bastado para elevar a Suárez a la categoría de mito, hay algo más que ha reforzado esa mitificación y es el hecho de que durante once años –los años en que el Alzheimer se cebó en el Presidente- el país tuvo tiempo para asimilar sin interferencias todo lo que el Presidente había hecho por España. Un Adolfo Suárez con una madurez en plenitud de facultades hubiera podido diluir la gran obra de los años duros de la transición. El pueblo español suele ser generoso con el caído y cruel con el vencedor. Al dimitir en 1981, al fracasar en su proyecto de crear un partido-bisagra, al conocer la tragedia familiar, al contraer una cruel enfermedad, Adolfo Suarez pasó a convertirse en una víctima, un perdedor.

Pienso que este último rasgo marcó el factor diferencial y es el que hará que nadie, ningún ex Presidente pueda ser recordado con la fascinación con que lo ha hecho Adolfo Suárez.