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sábado, 20 de abril de 2024 | Última actualización: 22:37

El regreso de Aznar

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

En Europa –excepto en Italia- no es frecuente que los políticos regresen al gobierno y menos aun los Primeros Ministros. A fines del XIX y principios del XX por el contrario, Cánovas y Sagasta se turnaron en el poder durante décadas Hoy esto no ocurre y los ex Primeros Ministros (que aquí se llaman Presidentes) se convierten en “valiosos floreros chinos difíciles de colocar” según frase de Felipe González.

Hace unos días Aznar regresó, ¿o nunca se había  ido? Sorprendió a toda España  con una entrevista  en que desbrozó un programa de Gobierno en una especie de golpe de mano del que en los próximos días intentaremos desvelar sus razones, sus orígenes, sus preparativos y sus consecuencias.

La entrevista fue un bombazo informativo. Las tertulias, los periódicos, las emisoras de radio y televisión no hablan de otra cosa. A muchos, aunque hayan criticado la reaparición de Aznar, les viene bien ya que al dividir al PP, aglutina al PSOE y a muchos partidos nacionalistas. En la medida en que un eventual retorno de Aznar pudiera reforzar a la derecha, los actuales beneficiarios del eventual desplome de los dos grandes partidos tradicionales, es decir IU y UPyD, son los que verían con menor entusiasmo el vigor y la coherencia de las palabras de Aznar.

Pero, ¿qué dijo Aznar? Pasaré por alto sus respuestas a cuestiones propias de prensa amarilla o rosa  (la boda de su hija, los regalos Gürtel, su relación con Berlusconi, los sueldos y sobresueldos, la imputación a la Infanta Cristina etc.) para centrarme en ese auténtico programa de gobierno  cristalizado en los cinco puntos siguientes que Aznar enunció en un minuto escaso:

1.    Un Estado viable, eficaz y sostenido, es decir, que redimensione las Autonomías, los Municipios y la Administración, reforzando la cohesión del Estado a la vez que se reduce el gasto público.

2.    Una reforma de las Instituciones, perfeccionando la división de poderes consustancial a la democracia procediendo, en especial, a una independencia real del Judicial frente al Ejecutivo.

3.    Una reforma fiscal que reduzca los impuestos como única forma de recuperar la actividad económica y empresarial y de resucitar la castigada clase media fundamental para el relanzamiento del país en general y del PP en particular.

4.    Un nuevo pacto social para las pensiones, capítulo éste que arranca un buen 30% del presupuesto nacional pero que son propiedad irrenunciable de los pensionistas que las pagaron  con sus contribuciones a lo largo de sus vidas. Cualquier pacto social que se basara en recortes en ese campo, sería un latrocinio perpetrado sobre los pensionistas.

5.    Recuperar la posición y el prestigio internacional de España. En 2004, España estaba próxima a entrar en el G/8, tenía prestigio en la UE e influencia con la superpotencia mundial, era modelo para las nuevas democracias europeas y centro de atracción para millones de emigrantes del mundo entero. Hoy España está en el furgón de cola europeo.

Las declaraciones de Aznar abren muchas dudas: ¿nacieron como resultado de una reflexión individual o lleva detrás parte del PP amén de un electorado desilusionado?, ¿Responde a la convicción de que el país está en situación desesperada y realmente no hay más salida que volver al programa electoral del PP?

No hay que ignorar que el éxito económico de Aznar se produjo en unos años de bonanza mundial y que quizá los mismos métodos usados entonces, no podrían ser aplicados en 2011 y 2012 cuando el país estaba al borde de la quiebra con primas de riesgo rozando los 800 puntos, balanzas de pagos ruinosas y un déficit público elevadísimo. En estas condiciones, una reducción fiscal hubiera llevado al rescate instantáneo aun cuando a medio plazo hubiera podido dar comienzo a la recuperación.

En todos los otros puntos, el discurso de Aznar es certero. Hará falta mayor decisión del Gobierno si queremos que el país no se desintegre territorialmente, que las cajas de pensionistas y parados no quiebren, que los corruptos paguen, que el sistema judicial funcione, que el aparato burocrático y político se encoja.

Veremos si en los próximos días el plan Aznar vuela o fenece aplastado por el pesado aparato de los 800.000 miembros del PP muchos de los cuales viven gracias a su inquebrantable lealtad al sistema, al partido y a su Presidente. Pero, ¿y los restantes millones de votantes decepcionados del PP, que se identificaban con las palabras de Aznar? Veremos si tienen algo que decir y si lo dicen.