Diana Rubio. Politóloga experta en comunicación política, protocolo y eventos.
Ha llegado el momento en el que la etapa de evolución y adaptación a los cambios en nuestra manera de comunicarnos, comienza a estabilizarse. La mayoría de nosotros nos hemos vuelto dependientes de las llamadas nuevas tecnologías y de la comodidad que en cierto modo nos supone su uso diario. Su utilización en cualquier otro ámbito o sector, ha supuesto un cambio exponencial a nivel social y económico.
El sector de los eventos, es uno de los que ha obtenido de las nuevas tecnologías un retorno de inversión creciente.
Los eventos han sufrido un periodo de normalización donde ellos mismos se encontraban avocados a la asfixia que el repetir siempre los mismos modelos conlleva. Esa monotonía junto con la situación actual en la cual ha disminuido el presupuesto para su creación y puesta en marcha, desembocó en la propia crisis del sector, al que siempre se ha tachado de derrochador y poco efectivo, justamente por los motivos que acabo de describir.
Fueron las llamadas nuevas tecnologías las que dieron un respiro de aire fresco y novedad a este elemento que unido a la agudización del ingenio de algunos profesionales en el ámbito, ha conseguido dar a los eventos y celebraciones un lugar primordial en la escala de herramientas de la comunicación efectivas no convencionales.
Si hablamos de cómo han afectado las nuevas tecnologías a la organización de eventos obviamente la difusión ha sido una de las claves a la hora de desarrollar en conjunto los dos campos. A su vez, la creación de eventos donde son las propias nuevas tecnologías las protagonistas principales han ayudado a que se expanda el campo y se pueda asistir a eventos en cualquier parte del mundo que tengan una línea de Internet.
Según el último estudio de Eventoplus, los elementos tecnológicos se han disparado: 2.0, mapping 3D, Apps y la versatilidad de los nuevos dispositivos electrónicos como iPads y las tablets.
La rotura con los prototipos de la etapa anterior de normalización también encuentra su definición en el post-evento, concretamente en la función de memorabilidad del mismo, ya que debido a las redes sociales y la facilidad actual de tener un documento audiovisual de nuestra asistencia u organización, conseguimos que ese recuerdo se convierta en algo material que poder guardar en nuestros dispositivos electrónicos.
Sin embargo, la inmersión digital del sector también conlleva puntos críticos o negativos, dignos de reflexión por los profesionales del sector.
