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jueves, 16 de mayo de 2024 | Última actualización: 22:43

El otro parlamento

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Ángel Baez. Periodista.

La política no es, en modo alguno, muy diferente a otras actividades cotidianas. Los que malviven o ‘bienviven’ de ella no son especímenes raros, que en nada se parecen al frutero de la esquina o al vecino del quinto, con sus virtudes y sus defectos. Esto lo podemos ver en la serie de entrevistas que algunas cadenas de televisión privadas nos ofrecen cada noche. Líderes políticos convertidos en broncas con toda la verdulería que conlleva la consecución del mejor ‘share’. O bien, aquellos documentales que nos  ofrecen con todo lujo de detalles el lado más desconocido de expertos monologuistas convertidos en adalides del diálogo.

El auge del debate político en televisión, que comenzó hace poco a manifestarse en todo su esplendor en cadenas de corto alcance y orgullosas de su gran cojera ideológica, copa hoy el prime time de cadenas generalistas, de grupos mediáticos importantes que han sido trampolín de fenómenos como ‘Podemos’.

Con sus escasas virtudes y sus enormes defectos, se ha constituido un parlamento más allá de ese Parlamento en mayúsculas que sale de la voluntad democrática de los pueblos.

Poco o nada se habla de esa Cámara de representantes que abrigó las sabias crónicas parlamentarias de Carandel y de unos cuantos más hoy desaparecidos.

En esto de la información política no es que cualquier tiempo pasado haya sido mejor, pero hoy asistimos a una banalización total de un género, la crónica parlamentaria, que apenas existe ni siquiera resiste, que  ha trasladado su escenario natural a unos platós donde el moderador toma partido en un debate donde prima el espectáculo, la pose, sobre la transferencia de conocimientos, donde el único mensaje claro que nos queda es cuando se da paso a la publicidad

Entiendo que es la comunicación política que tenemos porque es la comunicación política que queremos. ¿O no?