José Vicente Ramón Moreno.
Ayer me quedé perplejo al leer la noticia de que Lance Amstrong había reconocido su dopaje y el de algunos de sus compañeros en la grabación de una entrevista de la famosa periodista Oprah Winfrey que se emitirá el próximo lunes.
Y digo que me quedé perplejo no porque aún creyera en la inocencia de este famoso ciclista (no llega hasta ese punto mi candidez) sino por lo mucho que ha aguantado “negando la mayor” y haciendo enfrentarse a defensores y detractores.
Además, en el caso de los deportistas es más grave todavía, si cabe, la falta de honestidad en el desarrollo de sus competiciones porque son el ejemplo de mucha gente joven que les siguen, les imitan y los toman como referencia y modelo para su futuro.
Quizás, extrapolando al resto de la sociedad, todos deberíamos fomentar al cien por cien la honestidad en el desarrollo de nuestras actividades pero, sobre todo, las personas que tienen una actividad pública y que son el punto de referencia de una sociedad que ya tiene bastante con sus problemas económicos como para, además, desencantarse con la actitud de las personas que deberían ser el espejo en el que mirarse.
No tiene nombre que políticos elegidos por el pueblo o personajes públicos como cantantes, escritores, modelos o el propio yerno del Rey se vean implicados en casos de corrupción que crean un desánimo social por su falta de honestidad.
