Noticias Castellón
lunes, 20 de mayo de 2024 | Última actualización: 10:39

Moros o cristianos

Tiempo de Lectura: 3 minutos, 3 segundos

Noticias Relacionadas

Santiago Beltrán. Abogado.

Oriol Junqueras, el  caudillo pacifista y de aspecto bonachón del futuro país vecino, soberano e independiente, ha declarado que la solución al problema de la permanencia de Cataluña en la Unión Europea es tan sencilla, como que los ciudadanos del incipiente país puedan obtener la doble nacionalidad, catalana y española.

El gran estadista barcelonés está aceptando con ello que, efectivamente, el triunfo del separatismo que supondría la creación de una república libre catalana, depende básicamente de la decisión de España, de los españoles y de quienes obligados a pertenecer a una nación secesionista, son tratados como charnegos y españolistas, por los muy puros y raciales aborígenes. Porque, salvo que me equivoque profundamente, la doble nacionalidad depende de los tratados y convenios que suscriban dos Estados soberanos, y en el quimérico escenario que plantea el líder de ERC, los gobernantes de este lado de la frontera no creo que aceptaran dicho trágala.

Por otro lado y suponiendo que esa doble nacionalidad fuera posible, la misma, según Junqueras, estaría disponible para aquellos que vinculados emocional, cultural y lingüísticamente con España y que disfrutan viendo ganar a la Roja (sic), lo solicitaran. Pero esta afirmación plantea una duda existencial, que tiene que ver con el porcentaje de catalanes-españolistas que lo pudieran solicitar y obtener y la trascendencia y vinculación de esa decisión, ya que si no lo piden la mayoría de los nuevos súbditos, cómo aceptar que la minoría determinara la suerte del resto, en la pertenencia o no a la Unión Europea, y más cuando librarse del dominio y explotación que sufren de los españoles es la razón fundamental del proceso de autodeterminación que se quieren dar. Por otro lado, si la mayoría de catalanes optara por la doble nacionalidad, querría significar que no era necesario llegar a este órdago secesionista, que solo apunta a un camino de perdición y de derrumbe social y económico, y que había otras soluciones menos radicales.

Además, habría que preguntarle al insigne profesor de Historia Moderna, Contemporánea y Manipulada, en qué derecho comparado basa su razonamiento para dar por sentado que la doble nacionalidad de las personas pueda trascenderse a la vinculación del Estado con una Comunidad Internacional, porque que sepamos, los derechos individuales, aunque afecten y alcancen a la totalidad de los ciudadanos de dos países, no hace que estos cambien su estatus jurídico internacional. La doble nacionalidad haría que el resto de los españoles no residentes pudieran solicitarla y ser también catalanes, con los mismos derechos y obligaciones que éstos, y no creo que a los del camino hacia la independencia les hiciera mucha gracia tener que emprender un viaje de estas características, donde arriesgando su futuro, para al final ser tan catalanes como un madrileño de Chamberí o un andaluz de Úbeda.

Me da la impresión que algunos de estos próceres catalanistas no saben muy bien adonde van, y que la dimensión de su osadía les está desbordando, porque quizás nunca pensaron alcanzar semejante respuesta social. Ahora, presumiblemente temerosos de la magnitud de su error comienzan a retroceder disimuladamente, y lejos de escoger con la dignidad que les merecería tener, entre ser moros o cristianos, pretenden ser ambas cosas a la vez, muy en la línea del estereotipo que diferencia y distingue al catalán del resto de españoles.