Vicente Blay Casino Serra. Secretario General PP Almassora
Ayer Almassora se despidió de uno de sus hijos. Uno predilecto y que ayudó a construirla. Pilotando la transición como alcalde, rodeado de naranjos o, sencillamente, regalándole a los almassorins su talante conciliador y saber hacer.
Las banderas a media asta del Ayuntamiento hablan de un almassori de pro. También aquellos que lo conocían y que han ensalzado la figura de D. Manuel Claramonte Serra recordando, sobre todo, que era un vecino más al servicio de Almassora. Y eso, indudablemente, fue un regalo para nuestro pueblo.
Yo hoy escribo estas palabras reconociendo que no tuve el placer de conocerlo de primera mano como todos aquellos que estos días ya lo echan de menos. Pero sí que he conocido y conozco su legado. Sí que puedo corroborar su grandeza y disfrutar de aquello que él construyó. De aquello que trasciende a su excelsa figura.
Y lo hago porque creo firmemente que el mejor legado que alguien deja es su descendencia. Legado y ejemplo... ¡y qué ejemplo! En cada valor que destacan de D. Manuel Claramonte veo a su hijo, Jose. Un compañero del Grupo Municipal del Partido Popular de Almassora. Aunque bueno, más que un compañero, un amigo. Porque Jose es eso, ejemplo de todo, y todo bueno. Comprometido con Almassora, trabajador incansable, siempre al otro lado cuando lo necesitas y siempre, además, con un acendrado sentido del humor (cualidad que destacaban también de su padre).
Desde que soy padre tengo claro que no hay ni nada más importante en la vida que un hijo. Yo, por ejemplo, nada de lo que pueda hacer o conseguir estará a la altura de mi hija. Absolutamente nada. Ella lo es todo y en ella cabe todo. Y tengo claro que en Jose cabe toda la grandeza de ese hijo predilecto que ahora llora Almassora.
Y ese todo, no lo dudéis, es inagotable.
