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martes, 23 de abril de 2024 | Última actualización: 13:59

A la deriva

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Omar Braina. Concejal de Deportes y Fiestas del Ayuntamiento de Castelló.

Estos últimos días hemos vivido uno de los ejemplos de la buena y de la mala política. Llevar al debate del Congreso de los Diputados un problema ciudadano que precisa soluciones es lo que corresponde hacer en el Parlamento. El portavoz de Más Madrid, Íñigo Errejón, planteó, en el marco de la Sesión de Control, una pregunta al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sobre la necesidad de potenciar la asistencia sanitaria en salud mental. Mientras el diputado Errejón anunciaba, según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la grave y demoledora cifra de que una media de diez personas se suicidan cada día en este país, una casi dos horas, el diputado por Huelva del PP, Carmelo Romero, lanzó un exabrupto: "Vete al médico".

Pedro Sánchez puso como ejemplo de buena política la pregunta planteada por Errejón, y la ministra de Hacienda, y portavoz del Gobierno, María Jesús Montero acusó al Grupo Popular del grito ofensivo y exigió que el diputado Carmelo Romero pidiera perdón. Y no lo hizo, bueno, lo hizo después de varias horas a través de un mensaje en Twitter. El PP mostró, como siembre, su rostro verdadero, insolidario, soez, prepotente. No soportan no gobernar porque para ellas y ellos el poder les pertenece. De hecho, el PP se encuentra en una debacle que les está poniendo muy nerviosas y muy nerviosos. El peor PP ha regresado a la esfera política. Ese partido que cuenta con numerosos condenados e implicados en casos de corrupción, prevaricación y malversación de fondos, entre otros asuntos.

En Castelló conocemos muy bien al PP. Sabemos de qué son capaces, de qué formas y manipulaciones se sirven para llegar a un poder que solo pertenece a la ciudadanía, pero que ellas y ellos creen que les corresponde porque son las mismas y los mismos que durante cuarenta años llevaron este país a la ruina económica y social. La derecha, al final, siempre muestra sus señas de identidad.

En este sentido, ahora, estamos viendo esta deriva ultraderechista -más, si cabe- que ya está marcando las estrategias del PP a nivel nacional, autonómico y castellonense. El poder por el poder. Y Begoña Carrasco forma parte de esa maquinaría que busca desprestigiar a las Instituciones Públicas y a las personas que las representan con honestidad y mucho trabajo. Enredar, sembrar dudas y confusión es una vieja artimaña para esconder la incapacidad de quienes no saben o no quieren trabajan por los intereses ciudadanos.

Begoña Carrasco pertenece a este Partido Popular, el del diputado Carmelo Romero y el de Isabel Díaz Ayuso cuyo grito de “libertad” no es más que egoísmo e insolidaridad. ¿Carrasco apoyaría esa libertad que parece aconsejar que no usemos mascarilla, que no respetemos las restricciones sanitarias, que no paguemos impuestos, esa libertad de hacer lo que nos dé la gana? Porque la libertad que predica Ayuso es todo esto. Begoña Carrasco pertenece a este partido, el mismo de Carlos Fabra y la que fuera diputada Andrea Fabra que ha pasado a la historia parlamentaria por su mala educación y prepotencia al decir aquello de Qué se jodan a las personas paradas de este país. Son lo mismo. Carrasco, Fabra, Romero, Díaz Ayuso… En estos tiempos difíciles sobra el espectáculo, la mezquindad y las estrategias partidistas. Castelló no se merece a semejantes barulleras y barulleros. Castelló merece más respeto.

Cuando el PP habla del Ayuntamiento y de la alcaldesa de Castelló, no lo hace para construir y cooperar en la gestión pública precisa para avanzar en la salida de la grave crisis sanitaria y económica que estamos sufriendo. Lo hacen para desprestigiar a las personas que representan al gobierno municipal, para mentir -qué es muy grave-, para confundir a la ciudadanía y, sobre todo, para arañar titulares de prensa. Nada más. No hay nada más de la gestión municipal del Partido Popular.

Tras un año de pandemia se hace insoportable e indignante escuchar a un compañero de Begoña Carrasco mofarse de la salud mental cuando el suicidio se ha incrementado y cuando hay miles de personas necesitadas de esta asistencia sanitaria de urgencia. Y se hace insoportable e indignante también recordar a aquella otra compañera de Begoña Carrasco, Andrea Fabra, decir “qué se jodan” a las personas sin trabajo de este país. El PP está navegando a la deriva, perdiendo los papeles y siendo, cada día más, esa ultraderecha populista y peligrosa que ya conocemos.