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viernes, 29 de marzo de 2024 | Última actualización: 11:27

Fracking: ¿un 'bien' necesario?

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Alfredo Soria/Sandra Segarra/Castellón Información

"Contaminación de los acuíferos, efectos dañinos para el medio ambiente, degradación paisajística, terremotos, pérdida del turismo…" Estas son algunas de las consecuencias de la fracturación hidráulica, más conocida como fracking, según explican los que se oponen al mismo.

Esta técnica procede de Estados Unidos desde los años 80, aunque las protestas antifracking llegaron a España en 2005. En la actualidad, con defensores y detractores, es un debate todavía sin resolver. El fracking es una técnica que consiste en la extracción de gas y petróleo mediante la inyección de agua a alta presión en el subsuelo. El agua se introduce junto con otros productos químicos que causan fracturas en las rocas facilitando la salida de los materiales fósiles a la superficie.

A favor y en contra

La lucha contra este método continúa dando que hablar. El pasado mes de enero, los senadores de Compromís Carles Mulet y Jorge Navarrete presentaron una moción en la Comisión de Medio Ambiente y Cambio Climático de la Cámara Alta con el objetivo de declarar España como un país libre de fracking. Los autores de la propuesta defendieron la paralización de todas las prospecciones, explotaciones e investigaciones que estuvieran ya en funcionamiento a la espera de una directiva clara de la Unión Europea. Tal y como defiende Mulet, "a día de hoy el problema es que no está prohibido, puede venir cualquier empresa y empezar a actuar".

La oposición del Partido Popular provocó que la propuesta fuera rechazada con 15 votos en contra y 11 a favor. Arturo Pascual, senador del PP, defendió la importancia de apostar por la técnica y que desde su partido quieren continuar investigando para saber realmente qué efectos puede tener el fracking. "En España estamos viendo un movimiento ecologista que no quiere responder a saber si existe gas y si es posible extraerlo de forma segura para las personas y el medio ambiente, sino que simplemente se niegan a saberlo", aclara Pascual.

Una afirmación a la que se oponen desde diferentes sectores y colectivos ecologistas, incluyendo a Carles Mulet: "Cuando se hacen prospecciones, el daño ya es irreparable. En ese momento ya estás presionando la tierra y estás utilizando productos químicos, que van a llegar al agua y contaminarla".

Diferentes pueblos de la Comunitat Valenciana también se han opuesto a este procedimiento. Concretamente, en la provincia de Castellón, "son 41 municipios los que se han visto afectados", informa Esteban Doménech, portavoz de la Plataforma Antifracking Comarques de Castelló.

El pueblo de Sant Mateu se unió en su momento a las manifestaciones en contra del fracking, y actualmente continúa luchando para que esta práctica se erradique. Así lo afirma Ana Besalduch, alcaldesa socialista del municipio: "No solo tenemos que pensar en lo inmediato. Algo que puede beneficiar económicamente en un momento puntual puede convertirse en un desastre sin arreglo".

Óscar Tena, alcalde de Vilafranca, del Partido Socialista, también se suma a esta lucha y apuesta por preservar el entorno natural de Castellón: "Es un terreno muy valioso, montañoso, con mucha biodiversidad, y esta técnica afectaría muy negativamente al medio ambiente".

Uno de los principales riesgos que causa el fracking para la población es la contaminación de los acuíferos, ya que durante el proceso se dilata el subsuelo con productos químicos que acaban llegando a las aguas subterráneas. Quique Luque, portavoz de Ecologistas en Acción y experto en la materia, alerta: "Una tecnología siempre tiene fugas y esto podría afectar a todas las zonas de agua potable".

En la provincia de Castellón, la principal fuente de abastecimiento de agua es el acuífero regional del Maestrazgo, que conecta el este con las llanuras de Vinaròs-Peñíscola y Torreblanca-Oropesa. En la actualidad, este acuífero no está viéndose perjudicado puesto que el fracking está paralizado. No obstante, este procedimiento no cuenta con un marco legal que certifique que no se puede llevar a cabo en cualquier momento. "De haberse autorizado esta práctica en los municipios de la provincia, lo más devastador habría sido que no se podía garantizar de ninguna de las maneras que no se contaminaran los acuíferos", expone Besalduch.

La zona donde se tenía previsto que se realizara esta práctica en Castellón sí que afectaba a la fuente de abastecimiento del Maestrazgo, caracterizada por un gran patrimonio natural. Otro de los efectos negativos del fracking son los seísmos que causa este método por la fracturación del subsuelo. A pesar de que no suelen llegar a más de tres grados en la escala Richter, "sí que podrían verse aumentados en el caso de que alcancen una falla activa cercana", afirma Doménech.

El ámbito económico también se vería afectado por este procedimiento. El fracking proporciona puestos de trabajo, pero de corta duración, explica Doménech: "Desde la plataforma, vemos que sería perjudicial para nuestras comarcas porque se destruirían más puestos de trabajo y los puestos de trabajo que se crearían serían para cinco, ocho o diez años como mucho".

De la misma forma que podrían dar puestos de trabajo, también podrían quitar otros, ya que la fracturación hidráulica podría reducir el número de turistas tanto de costa como de interior por la pérdida de atractivo paisajístico en las comarcas. Pero además de todo esto, tal y como defiende Besalduch: "El impacto también se habría visto sobre nuestros parques naturales, sobre nuestros olivos milenarios, incluso los abrigos con pinturas prehistóricas".

El debate está servido. Mientras que desde el Partido Popular muestran su oposición a declarar España como un país libre de fracking, agrupaciones de ecologistas, plataformas antifracking y la mayoría de la oposición continúan luchando por acabar definitivamente con esta técnica. "Los ciudadanos no pueden desfallecer", asegura Quique Luque, que anima a la población a que continúe luchando para conseguir un medio ambiente digno para los que aún están por llegar.

**Este reportaje ha sido elaborado por Alfredo Soria y Sandra Segarra, alumnos de Periodismo de la UJI