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sábado, 27 de abril de 2024 | Última actualización: 02:05

Puta palabrería

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Rafa Cerdá. Abogado.

"Papá, mamá, ¿qué va a pasar ahora?"... Imagínese que cualquiera de sus hijos le formula esta misma pregunta. Una cuestión propia efectuada durante el transcurso de un día normal en la vida de una familia corriente. Nada del otro mundo. Excepto si se introduce un leve matiz.

Usted no tiene ninguna posesión, ni dinero ni tampoco teléfono móvil. Sencillamente nada. Ni la más leve oportunidad de acceder por sus propios medios a un techo seguro que le cobije por un cierto tiempo. Lo único que lleva a sus espaldas se compone de la urgente necesidad de poner su vida y la de los suyos a salvo: un básico instinto de supervivencia. Su casa, sus amigos, su trabajo, su ambiente cotidiano, los lugares donde se desarrollaba su vida,...todo ha sido engullido por una guerra sin sentido, que toda la comunidad internacional condena, pero que nadie afronta.

Usted es sirio, y su ciudadanía no implica ya la pertenencia a un Estado, más bien se ha transformado en una condena a muerte.

¿Qué decisión tomaría? Yo lo tengo claro: huir. Escapar. Del mismo modo que han hecho centenares de miles de familias. Personas con nombres y rostros. Hijos que no entienden el pánico de sus padres, la precariedad que rige sus vidas, las privaciones a las que se ven sometidos, los peligros que han debido afrontar,..."papá, mamá, ¿qué va a pasar ahora?", de nuevo la misma pregunta. ¿Y qué responde Europa y el resto de Occidente? Sencillamente, esto:

Bla bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla y así hasta el infinito.... una inacabable jerga diplomática de inoperancia y ajena al desastre humanitario existente en nuestras fronteras.

Soy consciente que las soluciones al conflicto sirio son muchas y muy complejas, al tiempo que la cuestión de los refugiados supone un caldo de cultivo para todo tipo de populismo con un componente ultras. Pero más ultrajante supone, en mi humilde de opinión, la pasividad de una Unión Europea que enarbola grandes principios, pronuncia almibarada retórica y a la hora de la verdad, se torna un ejemplo de absoluta pasividad.

Ya ocurrió con el conflicto de los Balcanes a principios de la década de los años 90 del pasado siglo, cuando la antigua Yugoslavia se desangró como consecuencia de la locura bélica iniciada por Serbia, liderada por el genocida Slobodan Milosevic. Para nuestra vergüenza, sólo la intervención norteamericana puso coto al conflicto. Pasividad muy similar a la que en cada ocasión que el terrorismo radical islámico golpea las capitales europeas con sus sangrientos atentados, se suscita una masiva movilización de sentimientos, con una nula acción exterior por parte de las autoridades de la Unión Europea.

Otra vez un asustado chaval repite la pregunta: "¿qué va a pasar ahora?"... La respuesta de Europa: discursos, y más discursos. Palabras y más inútiles palabras: puta palabrería.