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sábado, 27 de abril de 2024 | Última actualización: 00:33

”La mente cuando camina entre las estrellas”

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María B. Alonso. Psicóloga Clínica y Forense. Coordinadora UNED Castellón.

La psicología general, mediante diversos abordajes, tanto experimentales, como cuasi-experimentales, estudios de campo y estudios correlaciones, se encarga de estudiar la respuesta holística del ser humano, tanto en sus manifestaciones  emocionales, como cognitivas, sensoriales y conductuales. Este abordaje, integral del ser humano, se produce  en cualquier ambiente donde se enfrente y encuentre, bien sea su lecho natural como especie o nicho ecológico (la Tierra), o también en un ambiente altamente tecnológico (veamos las reacciones holísticas de los individuos a las nuevas tecnológicas como internet y otras propias de finales del siglo XX o tecnologías anteriores en la historia evolutiva del Hombre). Incluso, forma parte del estudio de la psicología general,  estudiar la respuesta holística general de los sujetos, fuera de un ambiente apto para la vida, fuera de nuestro planeta, como pudiera ser el “caminar entre las estrellas”, donde se hace preciso el uso de sofisticados equipos para proteger la vida de los llamados “astronautas”.

Si atribuimos al “contexto espacial”, la denominación de ambiente no óptimo para la vida, o situación crítica vital y atribuimos que nuestro sistema orgánico está compuesto tanto por componentes físicos, como psíquicos, no es de extrañar, que lo “psíquico” sea un factor vital de supervivencia y muy importante para el afrontamiento adecuado en estos contextos de extrema presión para la vida humana. Se hará conveniente la selección de perfiles psicológicos adecuados, que soporten la presión de un medio tan hostil para la vida como la entendemos y que  a la vez sea capaz de resolver eficazmente en situaciones de máxima exigencia y no solo se bastara de la necesidad de conocimientos técnicos de alto nivel, que si son precisos.

De diversos estudios en situación de simulación y en tripulaciones, entre otros, el Psiquiatra de la Universidad de California y especialista en Salud Mental y Astronáutica  Nick Kanas, refiere que los estresores más relevantes en estos contextos, de ambiente fuera de la Tierra, son: En primer lugar, las condiciones físicas (micro gravedad, aceleración, ciclo luz – oscuridad irregulares….); En segundo lugar,  las características de habitabilidad y adaptación ergonómica de los habitáculos, cabinas de vuelo de las naves… (excesos de vibración y de ruido, calidad de aire…): En tercer lugar incide en los aspectos psicológicos, los efectos del aislamiento, del confinamiento, la monotonía y la valoración del riesgo o peligro; Por ultimo este autor, en cuarto lugar, incide en un grupo de variables vinculadas a la personalidad, que si bien son también variables psicológicas, son consideradas aparte, por su gran relevancia en el rol de los astronautas, donde el impacto cultural, los conflictos interpersonales y su eficacia o carencia de esta para afrontarlos, la relaciones interpersonales tanto con el equipo de control terrestre, como con el resto de tripulantes y finalmente también vinculados a cuestiones de inter-personalidad, los roles de liderazgo, que se establezcan en los equipos.

Tenemos que tener muy presente un grupo de respuestas bio – orgánicas o de estrés físico, que se producen y que afectan nuevamente en el estrés psicológico de los tripulantes o miembros de naves espaciales (reiteramos que nuestro organismo no está preparado para deambular por el espacio estelar, ni para sumergirse bajo el agua sin soportes vitales tecnológicos). De los efectos sobre los aspectos fisiológicos que tiene sobre los astronautas el hecho de la falta de gravedad y otras circunstancias físicas en el espacio, la literatura médica al respecto recoge: pérdida de masa muscular, aumento de la altura, redistribución de los fluidos, pérdida de la densidad ósea, alteración de los sentidos… Pero se debe de nuevo hacer hincapié, como el cambio en los componentes bioquímicos del organismo, vuelven a producir notables manifestaciones neuro-cognitivas, emocionales y conductuales, afectando de nuevo al componente psicológico.

Esta recogido y documentado en investigaciones, la influencia de estresores ambientales como: el ruido, el aislamiento, la falta de luz y otros estresores de características físicas, que nos podemos encontrar en el ambiente, y la relación de estos en el desencadenamiento de diferentes cuadros psicopatológicos, como la ansiedad y la depresión o estados mixtos adaptativos de ansiedad y depresión. La de privación sensorial, produce en un cerebro humano, carente de estimulación, la aparición de alucinaciones. También existen datos de investigaciones, que relacionan el hacinamiento con las respuestas agresivas y hostiles, también se documenta este hecho en laboratorio con otras especies, que ante el hacinamiento reaccionan agresivamente contra sus congéneres. El aislamiento crónico puede causar depresión (Tarzi et al., 2001). La falta de luz, también está relacionada con estados de ánimo disfóricos, incluso se ha habla en algunas investigaciones del aumento de suicidios en zonas de nuestro planeta donde hay menos luz.

Siguiendo con el punto anterior, factores entre otros de tipo fisiológico, físico y ambiental como la micro gravedad, el ruido, etc. pueden afectar de manera clara la calidad y cantidad del sueño de los astronautas (Santy et al., 1987; Stuster, 1996; Monk et al., 1998; Mallis et al., 2005). La falta de sueño está vinculada a problemáticas psicopatológicas y de conflictividad psicosocial y otras… Igualmente, se ha vinculado una mala calidad de sueño a un peor rendimiento y dificultades en funciones ejecutivas, como atención y memoria. Parece ser que las funciones ejecutivas también se alteran en las situaciones espaciales.

Después de todo lo anterior, para responder que características precisarían poseer las mentes  de los astronautas, evidentemente, que tuvieran altos niveles de resilencia o capacidad de no enfermar, a pesar de un medio físico adverso o a pesar de tener situaciones ambientales altamente patógenas, tanto físicas como psíquicas. Pero también entendiendo a la exigencia cognitiva precisa para un astronauta, este debe de tener todas las competencias intelectuales adecuadas a su rol dentro de los equipos. Estas competencias intelectuales, se describirían, como una gran rapidez de procesamiento de la información, una mente “multitarea”  donde se aúnen, los altos conocimientos, con la capacidad de procesar información, el control, la función del yo ejecutivo  eficaz y el manejo de la comunicación.  Quedando reflejada esta mente multitarea, en rapidez de cálculo, alta concentración, muy buena memoria especial, resistencia al cansancio intelectual y físico, destrezas múltiples en diversas competencias somato – sensoriales y otros.

Walter Peeters, instructor de astronautas y uno de los responsables de selección de astronautas, afirma que "el perfil ideal es el de alguien que trabaja en equipo y que también es capaz de tomar decisiones muy rápidas". Es decir que además de una mente multitarea, se hace necesaria, una mente altamente social, donde las sinergias dentro de los equipos se harán precisas e imprescindibles, tanto para el fin de la misión como para la supervivencia.

Vinculados a los aspectos socio –afectivos, el astronauta debe de tener claro su vulnerabilidad física, ahí arriba, en su “camino entre las estrellas”, pero también lo tiene que tener claro su familia. Debe de tener previstas todas las circunstancias personales de su decisión en su rol de astronauta. En esta línea, la capacidad de aceptación de la muerte, como algo plausible en un contexto de alto riesgo, viene determinada por determinantes culturales, es el caso de occidente, donde la muerte es un gran tabú, donde cuesta ser valorada como una continuidad lógica de la  vida. Feifel, Eissler, Johnson, Spielberger, Kübler-Ross han demostrado que el pensamiento de la muerte es una fuente de angustia para el hombre, sobre todo en occidente. Queda abierta esta duda, en el nivel de entrenamiento de astronautas, que inician nuevos proyectos de esta índole, ante una situación de máxima fragilidad del cuerpo humano, ya que caminar entre las estrellas no está previsto en nuestra genética como especie, a pesar de ser una de los grandes anhelos del Hombre.