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sábado, 27 de abril de 2024 | Última actualización: 02:05

Lo mejor de si mismos

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Jorge Fuentes. Embajador de España

Nos preguntamos con frecuencia si de esta crisis saldremos mejores o peores personas. Si el dolor de la enfermedad de familiares o amigos nos volverá más cautos, más caritativos, más tristes o más crueles. Resulta muy difícil de predecir. ¿Cómo se perdona un virus que nos arrancó a nuestra pareja, a un padre, un hijo o un hermano?

Estamos viendo, paralelamente, comportamientos más fáciles de juzgar. Cómo la crisis esta siendo capaz de movilizar heroicamente a sectores como el sanitario, el farmacéutico, la seguridad, el alimentario, los transportistas, los limpiadores etc.

Muy poco, demasiado poco se ha hablado del esfuerzo hecho por la Iglesia. Algunos pueden pensar que, aprovechando las instrucciones civiles y religiosas de clausurar los servicios eclesiásticos desde que comenzó el estado de alarma, curas y monjas se habían dedicado a reposar y holgar. Nada más lejos de la realidad. Les voy a contar algunos casos de los que he tenido discreto conocimiento.

Desde que se cerraron las Iglesias el 14 de Marzo, he sabido que Don Luis Oliver, párroco de Benicasim, de quien ya tuve ocasión de hablarles, pidió a su Obispo, Don Casimiro Lopez, autorización para atender la capellanía de un hospital de Castellón cuyo anciano titular se había visto rebasado por la pandemia.

En el hospital, poniendo en riesgo su propia salud, atendió a docenas de personas aquejadas por el Covid y otras enfermedades.

Aun hoy, pese a que los servicios religiosos se han restablecido, Don Luis pasa las mañanas en la Clínica y las tardes al frente de su parroquia.

Sin olvidar que diariamente, desde que empezó la crisis, celebró misa en el Convento de las hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret, de quien también tuve ocasión de hablarles. Se trata de media docena de religiosas venidas "de un pais lejano" -Polonia- pertenecientes a la Orden que atendió a Karol Woytila durante su infancia y juventud, al morir sus padres y que luego acompañaron a Juan Pablo II durante su dilatado mandato en la Santa Sede.

Las Hermanas de Nazaret, que durante sus ya casi dos años en Benicasim se han integrado admirablemente a la sociedad local, conscientes del gran vacío que se producía en la vida diaria de nuestro pueblo desde que se cerraron las cafeterías, preparaban cada día dos enormes pasteles para 40 personas, que entregaban a la Guardia Civil, la Policía Municipal y los servicios sanitarios locales, para cubrir el tentempié de media mañana.

No cabe ninguna duda que, al menos nuestros religiosos, hombres y mujeres, los que movilizan Caritas, los que nos apoyan en Iglesias y Hospitales, han sabido sacar, en medio de esta cruel pandemia, lo mejor de si mismos.