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domingo, 14 de diciembre de 2025 | Última actualización: 13:45

La Luz de Belén

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Pocos días antes de la Navidad, llega de nuevo a nuestra diócesis la Luz de Belén. Será el viernes, 19 de diciembre, en la Concatedral de Santa María de Castellón a las 19:00 horas, desde donde se llevará a los hogares y a las parroquias. Esta pequeña llama de luz es encendida cada año en la gruta de la Natividad en Belén por los Scouts de Austria, que la trasladan a Viena como mensaje de luz y de paz. Desde allí se distribuye a delegaciones de Scouts venidas de todo el mundo, que la llevarán a países de los cinco continentes.

Esta pequeña llama es un signo elocuente del amor de Dios que ilumina el mundo. Cada año contemplamos cómo este gesto sencillo se transforma en un movimiento de gracia que convoca, une y envía; un gesto que se convierte en un verdadero camino espiritual.

La Luz de Belén es, en efecto, un símbolo que representa a Jesús mismo. Él mismo dijo: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8,12). El Niño-Dios, que nace en Belén, es la Luz en nuestro camino hacia la Vida plena, eterna y feliz. Cristo nos ilumina con sus palabras, sus gestos, su vida y su muerte y resurrección. Él mismo en persona es la Luz verdadera para todos los hombres. Él ha venido al mundo para ahuyentar la noche de las tinieblas y del error, de la incredulidad y del pecado. Acogiéndole a él y viviendo en él, podemos vivir en la luz que lleva a la Vida.

La Luz de Belén es para todos. Dios se acerca en ese Niño, pequeño y frágil, para que no tengamos miedo de Dios. Él no se impone, sino que se ofrece como suave luz que orienta y acompaña. Cuando tantos caminan en penumbra -confusión, soledad, incertidumbre, conflictos o cansancio espiritual- esta llama nos invita a abrir los ojos del corazón para acoger al Emmanuel, al “Dios-con-nosotros”, que nunca deja de salir a nuestro encuentro. Acoger la Luz de Belen nos invita a dejar que Jesús ilumine nuestras vidas y oscuridades personales, como el miedo, el pecado, la indiferencia hacia Dios y el prójimo, el sinsentido de la vida, el alejamiento de la fe. Esta Luz nos invita a revisar nuestra vida para vivir según el Evangelio.

Acoger la Luz de Belén llama a acoger la paz, don de Dios, y a construir la paz. Las guerras, las tensiones sociales, el sufrimiento de los migrantes, las familias en exclusión social y la polarización de nuestra sociedad nos interpelan profundamente. La paz se construye día a día: usando palabras amables, mediante la escucha y de diálogo, el perdón y el esfuerzo sincero por buscar el bien común. Seamos artesanos de la paz en la vida cotidiana, en la familia, en la parroquia, en el trabajo y en la sociedad.

Que la Luz de Belén nos ayude a vivir la Navidad como un encuentro real con Jesús, la Luz verdadera que “brilla en las tinieblas”.