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jueves, 28 de marzo de 2024 | Última actualización: 13:45

Iguales en dignidad y derechos

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Casimiro López Llorente. Obispo de la Diocésis Segorbe-Castellón.

En el mes de febrero tiene lugar la Campaña anual de Manos Unidas, que este año celebra su 60º Aniversario: son sesenta años de lucha contra el hambre de pan, el hambre de cultura y el hambre de Dios. Ya desde un primer momento, Manos Unidas vio que la negación de los derechos humanos está en la base y es una de las causas fundamentales de la pobreza y la exclusión que sufren cientos de millones de personas en nuestro mundo. De ahí que su compromiso cristiano por el reconocimiento efectivo a favor de los derechos humanos de todos, en especial de los más pobres y desfavorecidos y, entre ellos, de las mujeres y de las niñas, haya estado siempre presente en el trabajo de Manos Unidas.  

            Hablar de derechos humanos significa, ante todo, poner en el centro de la reflexión y de la acción la dignidad de toda persona humana, como hace Manos Unidas. Por el sólo hecho de haber sido querido y creado por Dios a su imagen y semejanza, todo ser humano tiene una dignidad innata e inalienable, que ha de ser reconocida, respetada y promovida por parte de todos. La dignidad de todo ser humano es el fundamento de los derechos humanos, que son universales e indivisibles. Los derechos humanos fueron declarados para eliminar los muros de separación que dividen a la familia humana y los pueblos, y para favorecer el desarrollo humano integral, que significa “promover a todos los hombres y a todo el hombre […] hasta la humanidad entera” (Pablo VI); una visión reduccionista de la persona humana abre el camino a la propagación de la injusticia, de la desigualdad social y de la corrupción.

Es cierto que se ha avanzado mucho en este terreno. Pero no es menos cierto que aún queda mucho por hacer para que el ejercicio y disfrute de los derechos humanos sea efectivo y real para todos. Por ello Manos Unidas se fija de nuevo en la defensa de los derechos humanos “promoviendo los derechos con hechos”, para que lo escrito sea real en la vida de las personas y para que millones de seres humanos, sobre todo los más vulnerables, puedan disfrutar de esos derechos y puedan vivir con la dignidad de hijos e hijas de Dios.

Con este fin quiere seguir en su lucha por erradicar el hambre en el mundo; a pesar del enorme incremento de alimentos y de todo el trabajo realizado, 821 millones de personas pasan aún hambre y cada día mueren unas 25.000 personas por causas relacionadas con la pobreza. Es un verdadero escándalo que exige nuestro compromiso en favor del derecho a la alimentación, como un imperativo de nuestra fe y de nuestra responsabilidad con la construcción del bien común. En su lucha contra el hambre, y por los derechos humanos se quieren fijar también en el derecho a la educación, a la salud y al agua, que están entrelazados entre sí. Y porque los derechos humanos corresponden a todos –sea hombre o mujer- seguirán luchando para lograr la igualdad entre hombres y mujeres en todos los ámbitos: educación, atención médica, trabajo decente, reconocimiento social o la representación en las decisiones políticas y económicas.

Apoyemos con generosidad a la organización católica Manos Unidas en su lucha a favor de la justicia y de una vida digna para todos.