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Los productores de frutos secos de Castellón asisten con preocupación a la política de expansión iniciada por diversas multinacionales del sector y que pasa por adquirir terrenos, en cualquier punto de la geografía nacional, para producir ellos mismos almendras, avellanas y nueces entre otras variedades. El secretario de la sectorial de frutos secos de Fepac-Asaja, Ramón Tomás, asegura que esta medida, aunque las nuevas fincas no se encontrasen el territorio provincial, “se traducirá en una considerable reducción de las ventas para los agricultores castellonenses, ya que perderán a algunos de sus principales clientes”.
Según Fepac-Asaja, una firma líder como Borges ya ha hecho pública, a través de los medios de comunicación, su intención de adquirir en los próximos 5 años hasta 2.500 hectáreas para cultivar frutos secos. Y además, las grandes empresas apuestan por fincas “altamente mecanizadas con tecnología de vanguardia tanto en riego como recolección. Es decir, producirán más y a menor precio”, puntualiza Ramón Tomás, quien subraya que se resentirá “la competitividad de los agricultores locales”.
El sector de los frutos secos tiene una gran importancia en el campo castellonense y, según los últimos datos oficiales de 2014, la provincia dedica a la producción de almendra, tanto marcona como largueta; avellana y nuez un total de 39.204 hectáreas, una cifra superior a la que ocupan los cítricos, que suman 34.204. En total, la provincia suma 663.188 hectáreas agrícolas, aunque la mayor parte, 379.890 hectáreas, exactamente; son de terreno forestal. “Solo en lo que se refiere a almendras, Castellón produjo en 2015 en torno a las 2.000 toneladas en grano, lo que supone en torno a las 10.000 toneladas con cáscara”, puntualiza Tomás.
Por último, Ramón Tomás explica que perder como clientes a importantes comercializadoras de frutos secos “puede provocar una crisis en el sector con la consiguiente pérdida de riqueza para los pueblos del interior y la destrucción de puestos de trabajo”, por lo que anuncia una “revitalización” de la sectorial para “enfrentarnos a los problemas de manera directa y buscar soluciones efectivas”. Y esas medidas pasan, para empezar, por la elección de una nueva junta directiva “que sirva como intermediario ante todos y para todos los productores del sector para, de esta manera, iniciar un proceso que nosotros consideramos imprescindible: la unión de los pequeños y medianos agricultores para ganar masa y, por lo tanto, un mayor peso específico a la hora de negociar la venta de sus productos”. De otra manera, y según Tomás, “el agricultor se quedará huérfano y aislado y acabará engullido por los que hasta ahora han sido sus clientes”.

















































