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miércoles, 1 de mayo de 2024 | Última actualización: 20:57

Escala a Castelló: navegar a golpe de sorbo de ron con ‘sopa portátil’ y el escorbuto como mascota

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Las penurias del navegante que no se verán reflejadas en el Mercado marinero y la rica gastronomía del Grao

Los marineros que hicieron famosas a las flotas de Europa se ponían tibios de alcohol a bordo porque escaseaba el agua dulce; y comían lo que podían, o lo que les dejaban, cocinado con agua salada y en las peores condiciones de almacenamiento. Las tripulaciones cristianas, conservaban la comida con los muertos, y las tripulaciones eran ‘cazadas’ en tierra sin ninguna consideración. La cara más bonita estará en Escala a Castelló donde la rica gastronomía del Grao es capaz de borrar esos malos recuerdos.

Esperanza Molina/ Castellón Información

Satisima Trinidad buque antiguo Rafael Castes

Navegar en los siglos XV, XVI, XVII y XVIII era, de verdad, una aventura en la que sobrevivir era un verdadero reto.

Si, como se contaba ayer, navegar, orientarse ya era suficientemente complicado, el otro problema era la logística. ¿Qué podían beber los marineros cuando el agua se corrompía después de los primeros días? ¿Y cómo se alimentaban? ¿Cómo se conseguía la tripulación en países que siempre estaban en guerra? Y lo más fuerte ¿sabían que el escorbuto causó más bajas en el mar que las guerras navales?

santisima-trinidad Rafael Caster

La bebida a bordo, no apta para abstemios

Como sabrán cuantos preparen unos días de excursión por mar o por tierra, es fundamental preparar la logística. Llevar suficiente agua y comida para aguantar la aventura.

En el mar, esta logística no resultaba nada sencilla y el problema era común para todos cuantos navegaban y para todas las armadas oficiales.

Cuando comenzaron las navegaciones transoceánicas, los hábitos comunes cambiaron completamente.

Hasta entonces, los barcos costeaban. Cuando se quedaban sin agua o sin comida buscaban ‘una costa amiga’ y reponían los suministros.

Pero cuando las flotas se lanzaron a los océanos se encontraron con que no había costa alguna donde poder guarecerse, estaban rodeados de mar por todas partes, los viajes duraban meses, el agua estancada se corrompía a los pocos días y la comida también se podría a bordo.

El tema de la bebida se solucionó de alguna manera con algunos remedios. Uno de ellos, añadir vinagre al agua, para que durara más. El otro, suministrar a la tropa y los oficiales raciones de alcohol.

Hay constancia oficial de los suministros de cerveza, brandy y vino y después, cuando la armada inglesa arrebató Jamaica a los españoles, el ron, que se obtenía de la destilación de la caña de azúcar y resultaba muy barato.

“La ración diaria, para la armada inglesa, era de medio litro de ron para los hombres y un cuarto de litro para los niños, distribuida en dos entregas, una al mediodía y otra a las seis de la tarde” (D. James 2007).

Cabe pensar en qué situación se encontraba la tripulación, y explica también las constantes alusiones de los relatos náuticos y las películas de pirata a la importancia del ron en la navegación.

Llegó un momento, en 1740, que el comandante en jefe de la flota inglesa en el Caribe, Edwar Vernon, denunció el estado en que se encontraba la tripulación, casi siempre ebria y amoral.

La armada inglesa no podía suprimir el ron, pero si rebajarlo. Se determinó entonces, rebajar el ron con agua a razón de un cuarto de litro de ron diario rebajado en un litro de agua. No hay que comentar, que los marineros protestaron. Denominaron a esta mezcla ‘El Grog’, en relación al apelativo con que se conocía a este almirante como ‘viejo grogam’. “la tradición de entregar una ración diaria de alcohol siguió vigente en la Armada Británica hasta el 1 de julio de 1970” (D. James – 2007).

Todas las flotas pasaron por situaciones similares, con tripulantes que eran alcohólicos endémicos,

Galeon Manila Museo Naval

La comida a bordo: de todo menos comible

Pero si la bebida era un problema, la comida no lo era menos. Cabe hacerse una composición de lugar. ¿qué alimentos podrían aguantar durante meses a bordo de un barco? ¿Y en qué condiciones se almacenaban?

En una época en la que no se habían inventado las conservas, no había frigoríficos, los medios de navegación eran rudimentarios, y siempre se buscaba lo más barato, lo único que se podía llevarr a bordo eran las galletas bizcochadas; el queso, que se endurecía y se volvía rancio, la fruta, durante los primeros días y los escabeches de verdura o la carne seca o salada.

Generalmente, los suministros se encargaban con tiempo. Cuando se proyectaba una travesía se programaba también el aprovisionamiento, pero desde que se tomaba la decisión hasta que los barcos se hacían a la mar, podían haber pasado meses. Las provisiones ya estaban más que pasadas.

Además, los suministros no se adquirían midiendo la calidad, sino el precio. Lo que se preparaba para embarcar ni estaba lavado ni era salubre desde el mismo momento en que se preparaba. Después, todo eso se almacenaba en las bodegas, donde también se guardaban los aperos, los cabos, velas, maquinaria, la basura, o los restos de todo lo que se pueda imaginar. Si además, los tripulantes se ponían enfermos, llegaban las epidemias, también se refugiaban en las bodegas

El resultado es fácilmente previsible.

carabela-pinta

Los muertos a bordo en los barcos católicos

Pero todavía podía ser peor. Las flotas católicas guardaban los cuerpos de sus muertos durante meses en las bodegas hasta la vuelta la vuelta… los protestantes los tiraban al mar.

“La dieta de los españoles, frente a los ingleses, incluía más aceite y verduras en conserva o en escabeche, mientras que los holandeses recurrían a la col fermentada y al dunderfunk (galleta frita en manteca con melaza)” R. Bown (2003).

James Pattten, médico naval en uno de los viajes de Cook, relató el estado de la alimentación de la siguiente manera: “nuestro pan era mustio y mohoso, además de estar infestado por dos clases de pequeñas larvas marrones, el circulio granorius, (o gorgojos) y el dermestes paniceus… sus larvas o gusanos aparecen en tales cantidades en la sopa de guisantes que alguienparece haberlos esparcido a propósito para que no pudiéramos llevarnos algunos con cada cucharada”… (R. Bown- 2003)

Galletas agusanadas

Y esta no es la peor descripción de lo que se comía en los barcos: “las galletas que se servían a los tripulantes eran tan ligeras que, al depositarlas en la mesa, casi se desmoronaban como polvo, y de ellas salían numerosos insectos llamados gorgojos. Estos tenían un sabor amargo e indicaban, sin lugar a dudas, que las galletas habían perdido sus cualidades nutritivas; pero si en vez de gorgojos aparecían unos grandes gusanos blancos de cabeza negra (llamados barqueros por los tripulantes), la galleta solo estaba en el primer paso de la descomposición; estos gusanos eran grandes y fríos, pero no tenían un sabor amargo”. (R. Bown- 2003)

Cómo serían las cosas que cuando se suministraba a la tripulación galletas de buena calidad, estos desconfiaban del producto y pensaban que estaban tan mal que ni los bichos los querían.

En contra de las ricas recetas marineras que ahora llenan el gusto, el olfato y el estómago, la comida en aquellos barcos no tenía nombre y era del todo insalubre.

La sopa portátil

Una de las recetas más populares, la llamada ‘sopa portatil’ que se hizo popular a partir de 1757. “en esencia, se trataba de una sopa deshidratada, preparada con todos los despojos de los bueyes sacrificados en Londres para uso de la Armada, aderezados con sal y combinados con algunas verduras. Tenía el aspecto de grandes losas de pegamento, pero se podía conservar durante años” R. Bown (2003 p- 25-26)

Y otra que tampoco puede dejar indiferente, era el proceso de cocinado a bordo, también recogido por el mismo autor, se refiere al método de preparación de la comida naval. “Un día antes de servirla, el cocinero sacaba la carne de su tonel con salmuera y la colocaba en varias redes atadas a un cabo. A continuación llevaba las redes a popa , fijaba el cabo en una cornamusa y echaba la carne por la borda. La carne se lavaba en el mar para eliminar el exceso de sal”.

Como el agua dulce era demasiado preciada para desperdiciarla en la cocina, la carne, antes mencionada, se hervía en una gran olla de cobre con agua de mar. Al final, la carne cocinada tenía tanta sal que si tardaban en comerla se formaban cristales blancos. Los marineros se quemaban la boca con la sal y calmaban la sed con el grog, el vino, o la cerveza… (R. Bown (2003)

Armada Española

El escorbuto, la peste de los mares

Durante la era de los grandes veleros fallecieron más de dos millones de personas a consecuencia del escorbuto, la peste en el mar. Eso, siendo prudentes en las apreciaciones.

Lo cierto es que fue la enfermedad más temible, pero no solo en el mar, también en tierra.

El escorbuto es una enfermedad que se genera por la carencia de ácido ascórbico que, en la mayoría de las razas, no es producida por el cuerpo humano pero es imprescindible para la vida.

La función del ácido ascórbico en el organismo es la creación y mantenimiento “de una enzima, llamada prolil hidrolaxa. Sin esta encima, el cuerpo es incapaz de producir la proteína del colágeno, un cemento vital para la conectividad interna de tejidos, huesos y la dentina de los dientes. Cuando sufrimos una herida, el colágeno actúa como el mortero que reconecta los tejidos rotos y huesos fracturados.”. La falta de colágeno genera “que se despeguen las paredes de los vasos capilares, que se deshaga el tejido óseo y se desintegren las encías”. “El escorbuto no es otra cosa que una desintegración gradual del cuerpo en la que sus elementos internos se deshacen porque carecen del cemento que los mantiene unidos” R. Bown (2003- p 53-54).

Según descripciones de la época, no en todos los países había abundancia de productos frescos y las condiciones de vida eran muy extremas ya en tierra.

La falta de tripulantes impulsaba a las armadas a enrolar a los presidiarios que llenaban las cárceles donde ya las condiciones de vida eran de todo menos saludables.

Muchos de estos nuevos marinos de tropa embarcaban ya enfermos de diferentes enfermedades que abundaban en la época, entre ellas, el tifus.

Ya en el barco, la carencia de una alimentación adecuada, las condiciones de salubridad, la humedad, el frío, los afectaba de tal manera que fallecían como chinches.

En lo que concierne al escorbuto, era especialmente amargo. Los marinos detectaban la presencia de la enfermedad cuando comenzaban a abrirse las antiguas heridas, sangraban las encías, se aflojaban los dientes, perdían la fuerza y comenzaban a morirse poco a poco.

Sin embargo, la posibilidad de tratar a estos enfermos con productos frescos, hacía remitir la enfermedad rápidamente y los sanaba por completo…

El problema es que por muchos motivos pasaron siglos antes de que se pusiera remedio a este mal.

Por un lado, porque la enfermedad afectaba más a quienes peor estaban, la tropa. Por otro, porque los mismos poderes científicos y autoridades competían entre si por negocios o por prestigio… Las ciencias estaban en todo su apogeo en tierra, los científicos ilustres pasaron a ser famosos y ricos… y a patentar sus propios remedios… Un médico pobre podía defender la razón de la enfermedad, pero tenía pocas posibilidades de que le hiciera caso.

Y lo peor de todo, en términos económicos, es que construir un barco era carísimo. Fletarlo y montar una expedición, más aún… y muchos barcos fueron quemados y hundidos por falta de tripulación en el mar, cuando el escorbuto se cebaba con las tripulaciones… Y aquellos marineros apenas tenían fuerzas para presentar batalla en los combates navales… Era una pérdida total que tardó mucho tiempo en reconocerse.

A finales del siglo XVIII comenzaron a percibirse los remedios para el escorbuto. Los marineros alimentados con productos frescos y verduras, no enfermaban o tardaban mucho más en hacerlo y se recuperaban antes.

Pero no fue hasta principios del siglo XX cuando por fin se descubrió que la vitamina C, que contenían fundamentalmente naranjas y limones, frenaba completamente la enfermedad.

samuelscott

Otras mascotas de la época a bordo

Además del escorbuto, los marineros también tenían 'sus mascotas habituales'. Según recoge 'Histarmar' los más comunes eran:

La cucaracha de a bordo, con una pulgada y cuarto de longitud. Son una plaga en los buques sobre todo en los trópicos, pues comunican a todo cuanto tocan un olor desagradable, suelen roer la ropa y los libros. Atacan y destruyen gran cantidad de los víveres.
La rata es el animal navegante por excelencia, y suele ser el primero en habitar la nave, se multiplica grandemente y molesta más por lo que destruye que por lo que come.

Los piojos, en toda sus variedades: las ladillas, que establecen la vivienda en los sobacos, barbas, y partes genitales. Los del cuero cabelludo, los del cuerpo y los vestidos, y los que atacan a los enfermos.

La sarna:  La causa en un insecto acárido y genero Sarcoptes

Las pulgas, era el insecto que menos molestaba a los navegantes, aunque ha habido plagas de tal magnitud que han obligado a los marineros a echarse al agua.

Las chinches. Se alojan en las grietas y rendijas de las maderas, con lo que los antiguos barcos eran  el lugar propicio para criarlas a millones.

Armada Invencible II

¿Voluntario? Si, o también. Patrullas de Leva

Finalmente, en este artículo, cabe preguntarse cómo se dotaba de tripulación a las armadas de aquella época, si la vida a bordo era tan penosa.

Por resolverlo de forma resumida, cabe hacer referencia a tres aspectos fundamentales: en una Europa en la que la vida para tanta gente era ya tan complicada, sin derecho a nada, enrolarse en la armada podía ser una vía de escape. Los hubo que se enrolaron de forma voluntaria.

También los había, que tras ser condenados, muchas veces por delitos menores, y ante el temor de condenas muy duras e incluso la muerte, tenían la posibilidad de iniciar una nueva vida a bordo, como tropa de los barcos.

Pero finalmente, también hubo otros casos, las víctimas de las Patrullas de Leva, que simplemente eran ‘cazados’ para servir a la patria. Se los raptaba en el puerto, en las tabernas, en los hospitales, embarcados a la fuerza. Una vez a bordo ya no podían retornar a su vida anterior, solo había una puerta hacia delante y ¡sea lo que Dios quiera!.

Estas y muchas otras historias podrán conocerse en Escala a Castelló entre los días 5 y 8 de abril, pero con una gran diferencia: no faltará bebida y la gastronomía del Grao será capaz de deleitar a los más exigentes.

Bibliografía:

DAVA, Sobel, 1965 “Longitud” Universitat Autónoma de Barcelona.

D. JEANS, P.(2007) “Mitos y Leyendas del Mar”, Editorial Juventud. Barcelona

DE BROSSARD, M. (2003) “Historia Marítima del Mundo”, Edimat Libros. Madrid.

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(2010) “Estrategias de Comunicación de una Regata de Alto Nivel del Calendario 
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MONSERRAT PORCAR, M. (2000). “Texto Patrón de Embarcaciones de Recreo”, Ediciones Yatescuela, CB. Castellón.

(2015) “El Deporte de la Vela, antes, durante y después de la Copa América, a través de la FVCV”- Tesis doctoral UJI- Castellón

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PUMFREY, Stefen- (2008) - “Latitud”- Juventud. Barcelona

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www.Todoababor.es

http://www.histarmar.com.ar/InfGral/AASidoli/CarreraIndias-10.htm

Algunas de las imágenes son de Rafael Castex