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jueves, 18 de abril de 2024 | Última actualización: 23:48

Diario de un confinado 

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

Usted está encerrado en su casa, con su mujer, desde hace tres semanas. Usted tiene la impresión de que va a tener que mantenerse confinado durante varias semanas más.

Usted tiene sus dudas sobre si ese aislamiento va a servir para algo porque cada día leemos las noticias en busca de un dichoso "pico" que, por ahora, no acaba de llegar y que si alguna vez se alcanza será porque han fallecido todos los miles de ciudadanos que estaban llamados a morir.

Usted no confía demasiado en el equipo que nos gobierna y se hace mil cábalas sobre qué estarán tramando desde ese desmesurado gobierno. ¿Nos habrán encerrado por imitar a los chinos y otros orientales aparentemente mucho más listos que nosotros?,¿Lo habrán hecho porque de veras creen que asi alcanzaremos el pico de la curva?, ¿O lo harán para evitar que todos esos ciudadanos bienintencionados que hoy aplauden o cacerolean desde los balcones, se agolpen ante las Cortes o ante La Moncloa exigiendo la dimisión del Gobierno en pleno?

Usted se ha convertido ya en un experto en epidemiología pues ha leido y visionado las tesis mas contradictorias venidas de Oriente y Occidente y ya no está seguro de si la pandemia solo se calmará cuando llegue el verano o lo hará cuando nos hayamos contagiado el 80% de la población tal como predijo la Sra. Merkel hace un mes.

Usted no acaba de creer lo del ‘verano salvador’ porque en tal caso, ¿por qué existe también Covid-19 en el hemisferio Sur -desde Australia a Sudamérica y Africa- donde ahora es verano?

Usted es consciente de que España, con sus 47 millones de habitantes está acumulando más víctimas que ningún otro país del mundo, incluidos aquellos con una población infinitamente superior a la española. Incluso superaremos a Italia que nos rebasa en 13 millones de habitantes. Alguna culpa tendrán nuestros gobernantes.

Usted tiene serias dudas sobre si conviene hacer piña ahora con nuestro malhadado Gobierno o si sería ya conveniente hacer todo lo posible para sustituirlo y procurar evitar la muerte de muchos otros miles de compatriotas, algunos de ellos queridos amigos.

Usted se teme que si el cambio de Gobierno no se hace ahora, yendo a un Gabinete de salvación nacional o de concertación, en que se reúnan verdaderos especialistas de todas las tendencias políticas, jubilando a muchos de los ignorantes ahora presentes, si no se hace ahora, repito, cuando toda esta marea pase, las responsabilidades prometidas por el PP y Vox, pueden caer en el olvido y el Gobierno de coalición actual, movilizando a sus fortísimos medios informativos (ya saben la TV1, 2, 3, 4, 6, 8, La SER, El País etc...) se enrocará en La Moncloa, librándose de sus indudables responsabilidades en la muerte de miles de compatriotas a los que no debería haber llegado aun la hora. 

Usted también se teme que, cuando el virus desaparezca temporal o definitivamente, vamos a quedar más pobres que muertos. España entrará en una recesión que ojalá sea en V o en U y no lo sea en L.

Usted no es un hombre timorato, ni tampoco su mujer lo es, pero aunque ustedes se encuentren en edad de riesgo y como es lógico tienen ‘patologías previas’ (pero ¿quién no las tiene a partir de los 40, si se nos dice que el envejecimiento empieza a los 20 años?), lo que les preocupa es la salud de sus hijos, nietos, padres,  hermanos, sobrinos, amigos, muchos de los cuales no pueden permitirse el lujo de confinarse y siguen actuando en las tareas esenciales.

Usted tiene una casa espaciosa y acumula en ella suficientes libros, discos, videos e incluso la posibilidad de estirar las piernas en su terraza. Pero piensa en quien debe estar confinado en su piso de 50 m, con mujer e hijos y concluye que esto del confinamiento también alguien nos lo va a tener que explicar y lo va a tener que pagar.

Usted ha llegado a desarrollar un cierto manual del confinamiento que incluye dormir lo suficiente -7 u 8 horas diarias aunque sea en varias tandas-, leer un par de horas, oír las noticias justas hasta ver si empieza a descender la curva; conectar con la familia y los amigos por todos los procedimientos que la tecnología nos permita, redescubrir cada día que está casado con la mejor mujer del mundo; aficionarse a la cocina; hacer ‘cruceros domésticos’ (cruzar el salón, cruzar la cocina etc); recuperar el gusto por la pintura que tan bien se le daba; procurar no discutir con la tele a pesar de que le ponga muy nervioso. Y reflexionar, recogerse, redescubrirse a si mismo haciendo eso que los seres humanos llamamos rezar.

Y en cuanto apenas nos hayamos dado cuenta, habremos despertado de este mal sueño.