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domingo, 21 de diciembre de 2025 | Última actualización: 21:27

Cristo ha resucitado

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Durante la Cuaresma hemos peregrinado hacia la Pascua de Resurrección. La Semana Santa nos ha conducido al Triduo Pascual, en el que hemos celebrado la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Las tres son inseparables. El Jesús que padeció y murió, ha resucitado y vive para siempre. Todo ha sucedido por el amor inmenso de Dios a la humanidad y a nuestro mundo, para el perdón de nuestros pecados y por nuestra salvación eterna. 

Pascua es el paso de Jesús por la muerte a la vida gloriosa. Sin resurrección, la pasión y la muerte, serían la expresión de un fracaso. Pero no: ¡Cristo ha resucitado¡ No se trata de una vuelta a esta vida para volver a morir, sino del paso a nueva forma de vida, gloriosa y eterna. No es una ‘historia piadosa’ fruto de la frustración de sus discípulos. La resurrección de Jesús es un acontecimiento real e histórico, que sucede una vez y para siempre. El que murió bajo Poncio Pilato, éste y no otro, es el Señor resucitado de entre los muertos. Jesucristo vive ya glorioso y para siempre. Las mujeres y los mismos Apóstoles, desconcertados en un primer momento ante la tumba vacía, se encuentran con el Resucitado y comprenden el sentido salvador de la resurrección a la luz de las Escrituras. En la mañana del primer día de la semana, cuando fueron a embalsamar el cuerpo de Jesús, sepultado el viernes, ya no estaba en la tumba; no porque hubiera sido robado, sino porque había resucitado.

Aquel Jesús, a quien habían seguido y visto morir en la Cruz, vive. En Él ha triunfado el Amor y la Vida de Dios sobre el pecado y sobre la muerte. Jesús, entregando su vida en obediencia al Padre por amor a los hombres, destruyó el pecado y la muerte. La resurrección es el signo de su victoria, es el día de nuestra redención. Cristo ha muerto y resucitado, y lo ha hecho por todos los hombres y por cada uno de nosotros. Él es la primicia y la plenitud de una humanidad reconciliada y renovada. En Él todo adquiere sentido, horizonte y esperanza. Cristo ha entrado en la historia humana y ha cambiado su curso. La historia personal, la historia de la humanidad y la creación misma no están abocadas a un final fatal, a la nada o al caos. 

La vida gloriosa del Señor resucitado es un inagotable tesoro, destinado a todos, y que todos estamos invitados a acoger con fe para compartir y proclamar desde ahora. La Pascua será realidad en nosotros si nos dejamos encontrar y transformar personalmente por el Resucitado, si nos dejamos llenar de su Vida, de su Gracia, de su Paz y de su Amor, que vienen de Dios y generan vida, paz y fraternidad entre los hombres.  ¡Feliz Pascua de Resurrección  para todos!