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viernes, 26 de abril de 2024 | Última actualización: 22:28

Conversión hacia los pobres

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Casimiro López Llorente. Obispo de Segorbe-Castellón

El ejercicio cuaresmal abarca el ayuno, la oración y la limosna. Los tres están interrelacionados. La privación, propia del ayuno, dispone al diálogo filial con Dios en la oración y ambos llevan a tener gestos de amor hacia el hombre herido, mediante la limosna. La auténtica conversión aviva el amor a Dios y también la caridad con el necesitado. El amor al hermano es la prueba del amor a Dios. Porque “quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. Y hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano” (1 Jn 4,20-21).

Acoger la llamada de Jesús a la conversión (cf. Mc 1,15) incluye la conversión hacia los pobres. Jesús anunció y practicó hasta la entrega de la propia vida, el amor a los pobres y el compromiso con los problemas sociales de su tiempo. Jesús se presenta ante el pueblo para evangelizar a los pobres, proclamar a los cautivos la libertad y a los ciegos, la vista, para liberar a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor (cf. Lc 4,16-19). Él se acerca a los marginados: a niños y prostitutas, a extranjeros y diferentes, a pecadores públicos, a leprosos y a enfermos en general.

Jesús dicta sus principios y marca el camino a sus discípulos. Frente a un mundo de desigualdades y de miseria, solo cabe desacralizar las riquezas (Lc 18,18-23), compartir con el pobre (Mc 8,1-9), apasionarse por la justicia y la solidaridad: dar pan al hambriento, trabajo al inmigrante y al parado, condiciones de vida digna al enfermo, visitar al olvidado en la soledad de la cárcel, de una familia rota, de una sociedad individualista (Mt 25,34-46). Con su acción, Jesús también educa política y socialmente al pueblo, para participar en el destino propio y de los demás desde la fe en Él.

Así lo entendió y vivió la primera comunidad cristiana, y así lo ha entendido y vivido la Iglesia a lo largo de los siglos. Toda la experiencia acumulada y enriquecida constantemente por el Magisterio de la Iglesia ha ido cimentado la enseñanza moral de la Doctrina Social de la Iglesia. Esta rica doctrina es la gran desconocida.

Queremos darla a conocer en cursos de formación. A este fin se dirige la Semana Social los próximos días del 1 al 4 de marzo. Ser hoy Buena Noticia para los pobres pide un cambio profundo de mente y de corazón, y salir a las periferias para acoger, proteger, promover e integrar a los excluidos.