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viernes, 5 de diciembre de 2025 | Última actualización: 22:44

Cómo reconocer un ataque de ansiedad: señales de alerta y cómo controlarlo

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La ansiedad aparece como una reacción del cuerpo frente al estrés, pero cuando se presenta con gran intensidad puede transformarse en una crisis que genera miedo y descontrol. Aunque dura pocos minutos, sus efectos resultan muy abrumadores.

Estos episodios no se producen sin motivo, suelen tener un origen concreto que no siempre se reconoce de inmediato. Identificar los síntomas y aprender técnicas de regulación es esencial para manejarlos y prevenir que interfieran en la rutina cotidiana.

Señales de alerta de un ataque de ansiedad

Los psicólogos especialistas en trastornos de ansiedad de Barcelona de Proyecto ART explican que las crisis se caracterizan por una combinación de síntomas físicos, emocionales y cognitivos que aparecen de forma súbita. Aunque cada persona puede experimentar la ansiedad de manera distinta, existen señales comunes que permiten reconocerla.

Entre los síntomas más frecuentes se encuentran la aceleración del ritmo cardíaco, la sensación de falta de aire o ahogo, mareos, sudoración excesiva, temblores, opresión en el pecho y hormigueo en brazos o piernas. A nivel psicológico, es habitual sentir miedo intenso a perder el control, a volverse loco o incluso a morir. Todo esto sucede en cuestión de minutos, lo que provoca una vivencia aterradora para quien lo padece.

Una señal de alarma importante es la recurrencia. Cuando los ataques se repiten en contextos diferentes, la persona comienza a vivir con la expectativa de sufrir otro episodio. Este temor genera un círculo vicioso, el miedo al ataque alimenta la ansiedad y aumenta la probabilidad de que vuelva a suceder. De ahí la importancia de no minimizar las señales iniciales y buscar estrategias de prevención.

Otro aspecto a tener en cuenta es la confusión con enfermedades físicas. Muchas personas acuden a urgencias pensando que sufren un infarto, ya que los síntomas físicos son similares. Los especialistas insisten en que es necesario aprender a distinguir la naturaleza de la crisis para actuar de manera adecuada. Una correcta evaluación médica ayuda a descartar problemas cardiacos o respiratorios y confirmar que se trata de un ataque de ansiedad.

¿Qué influye en los ataques de ansiedad?

Las crisis de ansiedad aparecen por la combinación de distintos factores y no por una sola causa. En este proceso intervienen elementos del cuerpo, de la mente y del contexto social. Una de las razones más comunes es la herencia genética, ya que hay personas que tienen una mayor sensibilidad al estrés por cuestiones familiares.

El ambiente también influye de manera significativa. Vivir bajo presión en el trabajo, pasar por conflictos en casa, enfrentar dificultades económicas o haber vivido momentos traumáticos son circunstancias que pueden desencadenar episodios de ansiedad. Las personas que se encuentran en períodos de gran incertidumbre suelen estar más expuestas a padecerlos.

En el terreno psicológico, ciertos rasgos de personalidad incrementan la vulnerabilidad. La inseguridad, la necesidad constante de superación o el perfeccionismo extremo son características que favorecen la aparición de síntomas. Incluso llevar hábitos poco sanos, como abusar de la cafeína, dormir poco o recurrir con frecuencia al alcohol, eleva las probabilidades de sufrir un ataque.

Los profesionales insisten en que no existe un único tipo de persona propensa a estas crisis. Cualquier individuo, en circunstancias específicas, puede experimentarlas. Identificar las señales de riesgo es fundamental para actuar a tiempo y reducir sus efectos.

Claves para controlar los ataques de ansiedad

Cuando los episodios de ansiedad se manifiestan, la impresión de perder el control puede resultar muy fuerte. Sin embargo, hay estrategias sencillas que permiten disminuir la intensidad del malestar y recuperar poco a poco la tranquilidad. Una de las más efectivas es la respiración profunda desde el abdomen. Esta práctica se basa en inspirar por la nariz, expandiendo el vientre, y luego soltar el aire suavemente por la boca. Repetir el ejercicio varios minutos contribuye a normalizar la respiración y a estabilizar el pulso.

Otra técnica que puede ser de gran ayuda es el anclaje. Consiste en dirigir la atención hacia algo concreto del entorno para apartar la mente de los pensamientos negativos. Por ejemplo, observar con detalle un objeto, contar elementos de un mismo color o concentrarse en la textura de una superficie. Estos pequeños gestos devuelven al cerebro una sensación de referencia y protección.

También es valioso recordar que la crisis tiene un tiempo limitado y que, por intensa que parezca, no supone una amenaza vital. Mantener presente esta idea puede reducir la angustia y permitir esperar a que los síntomas se vayan desvaneciendo.

Por último, otro recurso eficaz es la relajación muscular progresiva. Este método consiste en contraer y soltar distintos grupos de músculos de forma ordenada. Con la práctica, disminuye la tensión física y prepara mejor a la persona para afrontar futuros episodios.

¿Hay que buscar ayuda profesional?

Sentir un episodio de ansiedad de forma aislada no siempre significa un trastorno serio, pero cuando los episodios son repetitivos puede ser señal de una dificultad emocional que necesita atención. Si las crisis afectan a la rutina, generan miedo a ciertas situaciones o lugares y mantienen un estado de tensión constante, lo más recomendable es acudir a un especialista.

Tanto psicólogos como psiquiatras cuentan con la formación adecuada para valorar el problema y diseñar un plan de tratamiento. En algunos casos, se propone una combinación de terapia psicológica y fármacos que ayudan a controlar los síntomas cuando la ansiedad es muy intensa. El propósito es que la persona logre recuperar seguridad, estabilidad y confianza en su día a día.

Pedir apoyo no significa ser débil, sino tomar una decisión responsable hacia el bienestar propio. La ansiedad no refleja fallos personales, es una reacción natural del cuerpo que puede manejarse con el tratamiento adecuado. Contar con el acompañamiento de expertos como los de Proyecto ART facilita iniciar este proceso con mejores resultados.