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viernes, 5 de diciembre de 2025 | Última actualización: 22:44

Centrados en la formación

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Nuestra Iglesia diocesana se dispone a comenzar un nuevo curso con la ya habitual Jornada diocesana de apertura del curso pastoral el próximo sábado, día 20 de septiembre. Comenzaremos la Jornada con la celebración de la Eucaristía, la fuente de la que brota y la cima a la que camina la vida y misión de toda nuestra Iglesia y de todo cristiano: el Señor nos ofrece luz para el camino con su Palabra, nos une y alimenta con su Cuerpo y nos envía de nuevo a la misión. La reflexión posterior estará centrada en la formación. Es el objetivo específico para este curso pastoral.

Los dos cursos pasados nos hemos centrado en el Primer Anuncio y en el Acompañamiento. Como Iglesia estamos llamados a anunciar de forma explícita a Cristo vivo y a ser una comunidad que acoge, escucha, cuida y acompaña a las personas. El Primer Anuncio tiene como objetivo llevar al encuentro o reencuentro de cada persona con el amor de Dios en Cristo, que la ama, sana, perdona y salva; un encuentro que invita a cada persona a creer de corazón en Cristo, a adherirse a Él, a entrar en una relación personal con Él y a orientar toda su vida según el Evangelio en el seno de la comunidad de los creyentes, la Iglesia. 

A este fin se orienta la formación que proponemos en este curso pastoral. Esta formación no se reduce a una mera instrucción o adquisición de conocimientos ni a una mera exhortación moral. Se trata de una formación que lleve a la progresiva identificación personal con Cristo a fin de configurarse con Él. Como indica el Directorio para la Catequesis de 2020 (nº 131) “la formación es un proceso permanente que, bajo la guía del Espíritu y en el seno vivo de la comunidad cristiana, ayuda al bautizado a tomar forma, es decir, a desvelar su identidad más profunda, que es la de hijo de Dios en una relación de profunda comunión con los demás. El trabajo formativo actúa como una transformación de la persona, que interioriza existencialmente el mensaje del Evangelio, para que ello pueda ser luz y orientación en su vida y misión eclesiales. La formación…es ante todo una sabia obra de apertura al Espíritu de Dios que, gracias a la disponibilidad de los sujetos y la preocupación materna de la comunidad, conforma a los bautizados con Jesucristo, moldeando en sus corazones su rostro de Hijo (cf. Gál 4,19)”.            

Se trata pues de una formación permanente, eclesial, integral y transformadora de la persona. Para ello se ofrecerán itinerarios de formación que ayuden a la plena identificación con Cristo, a la acogida y vivencia de la vocación bautismal y de la vocación específica (sacerdotal, religiosa, matrimonial o laical), a la inserción eclesial y al compromiso en la vida y misión de la Iglesia.