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domingo, 21 de diciembre de 2025 | Última actualización: 21:27

Fabra for president

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Pascual Montoliu. Ha sigut capellà, professor d'antropologia i teologia, i tècnic comercial.

Muy mal debe estar un país para disparar todos contra el único gobernante que se atreve a gobernar de una vez y deja de marear con la demagogia de falsificar el estado de ruina en que se hallan las cuentas públicas. Hablo de Canal 9. La mala crianza de un país y de unos políticos acostumbrados al despilfarro no permite captar la coherencia que Fabra ha tenido con esta medida, en un alarde de honestidad o de arrebato ante el descalabro que le dejó su antecesor Camps.

Siempre resulta lamentable la pérdida de puestos de trabajo. Llevamos ya casi seis millones perdidos desde el inicio de esta hecatombe. Hablar de crisis a estas alturas resulta ya un eufemismo insultante. En plena hecatombe no es posible gobernar con esa pléyade de manos tendidas al presupuesto público y con tantas bocas succionando las tetas del estado. Aquí todo dios debe entender que hay que vivir del propio trabajo y no del estado, empezando por los empresarios de la subvención a las concesiones. Hay forofos de la teta pública en todas las partidas políticas. Son los que han arruinado al país y se han pulido las cajas de ahorro. Esos mismos son los que ahora claman contra las medidas de ahorro y contención de la deuda pública. Me da igual que sean de la rosa o de la gaviota. Muy bien por Fabra. Ha demostrado tener lo que hay que tener. Ni Rajoy ni Rubalcaba son capaces de adoptar medidas. Así nos va y así nos crece la deuda pública desde que el nefasto Zapatero dilapidara las arcas que él heredó más saneadas que menos. Con su cantinela del todavía hay margen nos precipitó por esta pendiente de una deuda que ya resulta inasumible. Cuando entró Zapatero la deuda era de algo más 300.000 millones de euros. La dejó en 700.000 y Rajoy está a punto de llegar a los mil millones de euros, el equivalente al PIB de un año.

Mal está el país cuando todos disparan contra el gobernante que, por una vez, entra en razón y aplica el sentido común a esta orgía del despilfarro. Y ahora salen a la palestra los conspiradores peperos de Valencia movidos por mezquindades personales, acusando de pusilanimidad a Alberto Fabra, y amenazando con no apoyar en el Parlament la votación que avale el decreto-ley del cierre de RTVV. Es el colmo del cinismo que sean los del club de Camps los detractores de la medida, cuando fueron ellos los principales causantes del desastre televisivo. Dicen que Fabra se ha precipitado y no ha consultado con Moncloa. Hizo muy bien porque, de haberlo hecho, Rajoy se lo hubiera impedido. Políticos como Alberto Fabra son lo que necesita España y no esa colección de demagogos que nos arruina y está decidida a vampirizar las últimas gotas de sangre de un país extenuado hasta la ruina más absoluta. Basta ya de gastar. España se ha convertido en un gran burdel donde la máxima aspiración es vivir de los amantes. Pero los curritos, los cada vez menos numerosos ciudadanos que aquí se dedican a producir y a generar riqueza, no son amantes sino base imponible, súbditos paganos de un Leviatán que debe ser destruido. Más Albertos Fabras hacen falta en esta casa de lenocinio que es España.

Desde que estalló del desastre ningún gobernante ha tomado una medida tan clara de contención de la deuda pública. Ni Zapatero, con aquel lavado de imagen de unos recortes que eran el chocolate del loro. Fue un mero acto propagandístico, con escena incluida de una huelga tongo, para engañar a los proveedores que se negaban a prestarnos ni un euro más. Postulo a Fabra como presidente, no de Valencia, sino del gobierno de España. Prefiero la pusilanimidad de Fabra a la de Rajoy.