Vicente Martínez. Alcalde de Xilxes y presidente de la Comisión de Turismo del Partido Popular de la provincia de Castellón.
Jugué a toros de pequeño, como todos mis amigos. En nuestros juegos había encierros, ‘embolaes’, ‘rodaors’… Sé que también mis padres y abuelos jugaron a lo mismo en su infancia y veo cómo mis hijos siguen haciéndolo. Conocen los toros más famosos del momento, las ganaderías de moda y viven con expectación la llegada de las fiestas taurinas. Así ha sido durante generaciones. He oído desde siempre la frase “sense bous, no hi han festes”.
El día que leí que Izquierda Unida iba a proponer prohibir las fiestas de ‘bous al carrer’ tuve que leerlo varias veces. Incluso pensé que era una noticia exagerada a propósito para desprestigiar a esa fuerza política. Pero no, es verdad. Hay quien de verdad piensa que se debían prohibir y además se supone que ¡son valencianos!. No me extraña que se acuse a los cargos políticos de alejarse de la ciudadanía. En la provincia de Castellón, y más en mi comarca, la Plana Baixa, les va a costar mucho convencer incluso a sus simpatizantes de que eso que vivimos intensamente durante siglos sin color político es malo, hay que prohibirlo
Del asombro he pasado al cabreo cuando he visto cómo desde el seguidismo (por no llamarlo “borreguismo”) más obcecado, líderes de la izquierda provincial han hecho verdaderas virguerías dialécticas para defender eso a la vez que asisten a cada acto taurino de los miles que se viven en estas fechas.
Negar que la fiesta de ‘bous al carrer’ es parte de nosotros, de los castellonenses y los valencianos es negar nuestra herencia, nuestros apellidos. Nuestra historia. Ya hubo intentos durante el franquismo y no salieron adelante por lo mismo que no saldrá ahora. Sólo quien no conoce nuestra fiesta y la devoción y el respeto que sentimos los valencianos por el toro como animal y por nuestra fiesta puede tener la intención de pisotear nuestra cultura y querer imponernos otra que ni es mejor ni es peor, sencillamente, no es nuestra.
