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lunes, 17 de junio de 2024 | Última actualización: 19:55

Y de repente… ¡todo!

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Rafa Cerdá. Abogado.

Una tarde de playa, el móvil silenciado (o perdido en el fondo de la mochila un buen rato); ese libro cuya lectura siempre se retrasa, hoy por fin se disfruta; la cena con los amigos que nunca coinciden, de repente tiene fecha; la práctica de deporte se convierte en realidad. Los problemas no desaparecen, pero su importancia se ralentiza, como qué nos alejamos de ellos…

¿Les suena familiar esta rutina?, espero que sí: por fin llegó agosto, el mes del disfrute vacacional por excelencia. A pesar del mercurio desbocado y del calor que atenaza esta hoja del calendario, durante estas semanas parece que todo los que olvidamos el resto del año cobra sentido: descansar, pensar las cosas despacio, procurar encontrarse con los amigos y disfrutar de la compañía de nuestras familias. Vamos como locos el resto del año, a golpe de horario y bajo la dictadura del reloj: rápido, más deprisa,… ¿para qué? Para nada.

Las vacaciones no deben ser un mero parón, ni tampoco una necesidad de trasladar un frenético ritmo a actividades distintas: hay que ir al sitio de moda, al destino más ‘cool’, a vincular gastar más con disfrutar mejor,….de nuevo la misma pregunta: ¿para qué?, e idéntica respuesta: para nada.

Permítase desconectar, incluso de hasta usted mismo. Haga lo que le apetezca. O no haga nada. No pare quieto, o tírese al sofá y no se mueva. Déjese llevar por lo que le pida al cuerpo, y dele cosas buenas (genial frase de la mítica canción ‘Macarena’ ¿se acuerda?). Vea a la genta que desee, o a nadie. Y lo más importante: disfrute. No solo este tiempo de vacaciones: también el resto del año. Se lo ha ganado.

Así vamos, tan apretados de tiempo y ajustados de lo realmente importante, que al llegar agosto, de repente ¡todo! lo bueno se hace visible. Y recuerde: ser feliz no es un derecho, es una obligación. Buen verano y mejores vacaciones.