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sábado, 27 de diciembre de 2025 | Última actualización: 21:34

La ley abortada

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Rafa Cerdá Torres. Abogado.

Pocos temas como el aborto, concitan un grado de desencuentro tan alto, ya sea en una simple conversación entre amigos, dentro de un sesudo debate jurídico, o en el plano de la discusión política. Todas las partes se encuentran revestidas de contundentes argumentos; los partidarios enarbolan la capacidad de decidir de la mujer sobre la continuidad de su embarazo, mientras que los detractores defienden el derecho a la vida del ser humano no nacido. ¿Cómo llegar a un punto equidistante, que sirviera de aglutinante para los dos sectores? Desgraciadamente no existe una posibilidad de acuerdo como en tantas otras materias. El aborto no permite soluciones de compromiso: o se transige con la interrupción del embarazo, o se impide cualquier acto que ponga en riesgo la viabilidad del feto.

A título personal reitero el pronunciamiento que efectué meses atrás; la materialización de un aborto  implica un sonoro fracaso de la sociedad, que no ha podido proveer a la mujer afectada de los mecanismos de protección necesarios para asegurar a ella y su futuro bebé una existencia digna. Ahora bien, existe un plano de decisión de la mujer que debe ser respetado, y si no desea seguir con el estado de gestación, se debe respetar la decisión que tome. Guste o no guste. Por esa razón, apoyo una regulación en la que se contenga de forma clara y precisa, hasta que período del embarazo se puede proceder a la interrupción del mismo, al igual que se facilite a la mujer que desea abortar, por parte de las autoridades sanitarias, de toda la información necesaria.

Para evitar que esta cuestión del aborto se convierta en pasto de la demagogia y del enfrentamiento estéril, las fuerzas políticas mayoritarias deberían haber alcanzado un consenso básico en la materia. Pero el aborto se ha convertido en una jugosa promesa electoral que ninguna formación política desea dejar en la cuneta, muchos potenciales votantes pueden picar con el señuelo del discurso que cada partido enarbole, casi siempre con demasiado sectarismo y escasa realidad.

El mejor ejemplo de inoperancia gubernamental en esta materia lo encontramos en el recién dimitido Ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, cuya reforma ha sido percibida como un gigantesco pasa atrás por amplios sectores de la población, en lugar de presentarse y defenderse como un cambio legal tendente a proteger la vida del no nacido. Toda la "concepción" (y nunca mejor dicho) del proyecto de reforma del aborto desde sus inicios a finales del pasado año, ha supuesto un verdadero desastre en el plano de la sociología política, y sobre todo, un verdadero acto de filibusterismo partidista hacia Ruiz Gallardón, a quien Rajoy encomendó una tarea para luego dejarle en la más absoluta soledad frente a todos los beligerantes y mediáticos sectores pro abortistas. Y todo para acabar con un Ley del Aborto abortada, y el Ministro promotor lanzado del Gobierno...Vivir para ver.