Rafa Cerdá Torres. Abogado.
La cosa está que arde y no precisamente por el reinante calor. El período estival se abre paso con grandes novedades: un nuevo Consell al mando de la Generalitat, la vertiente ‘social’ adoptada por el Gobierno de Mariano Rajoy (que supone de facto el inicio de la campaña electoral de las próximas elecciones generales), las ‘investiduras’ como candidatos a sustituir a Rajoy de Albert Rivera, Pedro Sánchez y restantes gerifaltes políticos, las tribulaciones de la Unión Europea frente a la crisis griega, etcétera.
La actualidad informativa se dispara como en los mejores tiempos de la prima de riesgo (¿se acuerdan?), ofreciendo un superávit de escenarios en todos los frentes posibles: económicos, de terrorismo, internaciones, inmigración,...todos ellos muy interesantes, pero que no pueden ser solventados con medidas "parche", que lo único que consiguen es diferirlos en el tiempo. El mejor ejemplo de la falta de consistencia y solidez que ofrecen tanto las organizaciones internacionales como los gobiernos de cualquier nivel, es ofrecido por Grecia: cuando una sociedad emprende consigo misma una pelea a bofetadas, y pretenda que los golpes se los lleven otros, algo está fallando.
O la incapacidad crónica de la Unión Europea en afrontar el drama de la inmigración de forma coherente y sobre todo efectivo; la llegada del buen tiempo, y con él los viajes de las pateras atestadas de gente desesperada, convierte al Mar Mediterráneo en un inmenso cementerio de agua. En casa, el nuevo Consell desde su toma de posesión, promete mucho y veremos si cumple. Lo único destacable es la reordenación de las denominaciones de las consellerías, que ven coloreadas sus competencias con pomposos y rimbombantes títulos: la macro consellería de Economía, Industria, Comercio, Turismo y Empleo pasa a denominarse ‘Economía Sostenible, Sectores Productivos, Comercio y Empleo’, o Sanidad y Consumo transformada en ‘Sanidad Pública y Salud Universal’, y qué decir de Justicia y Gobernación, ahora es ‘Justicia, Administración Pública, Reformas Democráticas y Libertades Públicas’ ...un título demasiado pretencioso para mi humilde opinión.
No encuentro en los responsables de los asuntos públicos un verdadero ejercicio de liderazgo a largo plazo, ni tampoco una cierta valentía a la hora de plantear decisiones valientes y luego aplicarlas. Palabrería muy florida, vagas promesas, críticas demoledoras sin un matiz de responsabilidad, confusión interesada entre opinión publicada e interés público, un sectarismo atroz,...y mientras los sufridos contribuyentes a seguir pasándolas canutas.
Ojalá hubiera menos ruido, y más exigencia de silencio para trabajar. Menos opinión mediática ofrecida como información, y más espacios para el diálogo. Menos confundir desde ciertos postulados políticos como no hubiera más ciudadanía que la por ello representada. Menos fomentar la división y la imposición, y más fomento de los elementos comunes que son espacios de prosperidad. Y no es tan difícil, lo que he escrito ya se encuentra recogido en un texto del todo el mundo habla, y muy poca gente lee: la Constitución Española. La mejor salvaguarda que el país posee, y la única brújula que marca un rumbo democrático, social y de Derecho, citando términos recogidos en su artículo 1. La constitución es un instrumento integrador en el campo político, así como eficaz en el plano social. La Historia de los últimos cuarenta años ha supuesto el despegue de España en todos los campos, pero en un rasgo que nos caracteriza, cuando algo va bien, hay que cargárselo. En lo que a mí me respecta, lo tengo muy claro: muchos de los que pretenden cargarse su contenido (sin respetar las mayorías reforzadas que se exigen estos cambios), les repugna el principal valor del texto constitucional: la libertad y el pluralismo, y bien que dan la matraca con ellos...
