Vicente Guillamón. Concejal del Grupo Popular en el Ayuntamiento de Castellón.
Hace sólo unos días que asistí por primera vez como concejal al pleno municipal de Castellón. Fue un orgullo representar a mis ciudadanos en el momento más importante de la política municipal, donde elevamos el trabajo del día a día a la máxima expresión de la representatividad local.
Una de las cuestiones que aprobamos en la sesión fueron las retribuciones de los concejales de la corporación, y ahí es donde creo que no es tan importante la cantidad sino el que un político se gane su sueldo con trabajo, compromiso y dedicación.
No me sorprende tanto la retribución de la alcaldesa de Castellón como el hecho de que no haya asistido ni a la misa ni a la cena de Pa i Porta ni a la Torrà de la Sardina en las Fiestas del Grau. Unas fiestas con sabor agridulce en las que hemos lamentado una vida en una recta final trágica.
A lo largo de todos los días de celebraciones, los graueros y graueras hemos asistido con fervor e ilusión a los distintos actos. Y en los más destacables, la ausencia de la alcaldesa ha sido la norma. Y somos muchos los que coincidimos en que el alcalde de Castellón puede ser o no del Grau, pero estar en San Pedro, hay que estar. Pero no sólo me sorprendió este hecho, sino también el que por primera vez desde mi infancia, el Himno Nacional no sonara ni a la salida ni al regreso de Nuestro Patrón San Pedro.
Lo que ha sido una tradición hasta ahora, por primera vez se ha convertido en una ausencia. La ausencia de los acordes que nos identifican, que nos unen, y que por primera vez han dado paso a un silencio incómodo para muchos.
Y es que más allá de la opción política de cada cual, más allá de quien dirige la ciudad o más allá de quienes son los concejales, hay cosas que deberían respetarse, como es el himno nacional, o la presencia de nuestros representantes en los actos más significativos. Porque si el himno sonaba en San Pedro es por tradición, y eso debería estar muy por encima de la coyuntura política.
